“La dialéctica del amo y el esclavo en Hegel”

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Cuando se enfrentan dos conciencias es el momento de máxima tensión. En el enfrentamiento una de las dos conciencias no retrocede ante la muerte, o sea está dispuesto a arriesgar su vida y poner en peligro la del otro, con el objetivo de hacerse reconocer por él, de imponerse ante el otro como su valor supremo. De esta manera es que se va a dar la dialéctica AMO-ESCLAVO.

Dialéctica Amo - Esclavo

El hombre no es hombre simplemente. Es siempre necesariamente, amo y esclavo. La sociedad no puede engendrarse sino en tanto que socialmente, la sociedad, por lo menos en su origen, no es humana sino a condición de implicar un elemento de Dominio y un elemento de Esclavitud, existencias “autónomas” y existencias “dependientes”. Si el hombre sólo en su devenir, si su ser humano en el espacio en su ser en el tiempo o en tanto que tiempo, si la realidad humana revelada no es otra cosa que la historia universal, esa historia debe ser la historia de la interacción entre Tiranía y Esclavitud: la “dialéctica” histórica es la dialéctica del Amo y del Esclavo.

Para que esa realidad sea reconocida, ambos adversarios deben quedar con vida después de la lucha, ya que de nada sirve la lucha y matar a su adversario, se debe suprimirlo dialécticamente, dejarlo con vida y suprimir su autonomía. Por lo tanto uno va a quedar en el rol de esclavo y otro en el rol del amo.

La dialéctica del Amo y el esclavo solo va a tomar corporeidad cuando uno de los dos considera que es más importante la vida que el reconocimiento. En tanto que el otro dice que es más importante el reconocimiento que la vida.

Amo: (ganador de la pelea).

Hace que el otro reconozca su deseo como el más importante. Sólo siendo reconocido por otro ser humano se es realmente humano (tanto para el mismo como para otros seres humanos).

Al arriesgar su propia vida sometiendo al esclavo, el amo repudia su propio temor a la muerte en pos del “reconocimiento” o “prestigio puro”.

El Amo se considera amo y el Esclavo también lo considera como tal, pero este reconocimiento es unilateral, ya que es reconocido como amo en la realidad y dignidad humana del esclavo, es decir que ha sido reconocido por alguien a quien él no reconoce, ha obtenido un reconocimiento sin valor. Ya que el amo no puede ser satisfecho sino por el reconocimiento de aquel a quien acepta como digno de reconocerlo, más el esclavo es para él una cosa o animal. De este modo, el amo ha sido reconocido por una cosa, su deseo se fija en conclusión sobre una cosa y no sobre el deseo (humano).

Esclavo (perdedor de la pelea)

Considera que es más importante la vida que el reconocimiento, por lo tanto, debe abandonar su deseo y satisfacer el deseo del otro. Debe reconocerlo como amo y reconocerse como esclavo.

El Amo es para la Esclavitud la realidad esencial, el Esclavo estima, reconoce el valor y la realidad de la autonomía de la libertad humana. Sin embargo no la haya realizada en él mismo pero la encuentra en el Otro, ya que este reconoce al Otro desde el principio, caso contrario ocurre con el amo, ya que no reconoce al Otro (esclavo). El reconocimiento mutuo y reciproco satisface al hombre plena y definitivamente.

El esclavo si obtiene algún tipo de reconocimiento, entra en el estadio humano; es por eso que Kojeve dice que la esclavitud es autoconciencia. El amo es para la esclavitud la realidad esencial. El esclavo se subordina al amo. El estima, reconoce el valor y la realidad de la autonomía de la libertad humana. La encuentra en el otro. El amo, por no poder reconocer al Otro que lo reconoce, se encuentra en un callejón sin salida. El esclavo es autoconsciente al negarse a sí mismo y reconocer al otro. El esclavo se transciende trabajando, se educa, al rechazar el instinto que lo empuja a consumir.

La dialéctica del Amo y el Esclavo da cuenta en cierta forma, del origen de la humanidad; cómo empieza la historia, el origen de las relaciones humanas; esta comienza cuando se enfrentan dos deseos, dos conciencias deseantes: el deseo humano desea deseos, el hombre desea el reconocimiento del deseo del otro, como dijimos anteriormente.