Acerca de la equidad de los generos.
Enviado por Jerry • 9 de Abril de 2018 • 3.262 Palabras (14 Páginas) • 474 Visitas
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Estas cifras son alarmantes y sugieren el resultado parecido que le espera al Perú en las próximas décadas si sus actores políticos adoptan los derroteros de la denominada “salud reproductiva” que promueve la ONU a través sus diferentes organismos que en nuestro país son en total unos quince. Entre los más importantes se cuentan el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), el UNFPA (Fondo de Población para las Naciones Unidas), UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia), ONU SIDA (Programa de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA), la OPS/OMS, el Banco Mundial y muchos otros más. A todos estos organismos, bastante numerosos para un país como el nuestro se suman múltiples organizaciones no gubernamentales (ONG's); Todos ellas con el único propósito de aumentar la presión antinatalista sobre países pobres como el nuestro.
El Presidente del Comité América Latina de la Internacional Socialista, Rolando Araya, en entrevista conferida al diario “La Republica” de Montevideo en noviembre del 2004 declaró que: “no podemos seguir mirando hacia Europa; ella no nos va a dar soluciones a nosotros”. De hecho sus afirmaciones no solo deben aplicarse al ámbito político y económico sino también al social. La Unión Europea a pesar de sus logros en el ámbito del comercio internacional está marcada por el estigma de una pobreza creciente y vergonzosa que no solo es una pobreza material entre sus múltiples minorías étnicas y grupos marginales, sino además y sobre todo una pobreza moral. Europa no tiene por ende autoridad para guiar los destinos de nuestros pueblos ni desde el ámbito jurídico, ni desde el ámbito económico, aún menos desde el ámbito ético-moral.
Una Perspectiva Bioética
En octubre de 1992 Juan Pablo II, dirigió uno de sus más bellos discursos al pueblo latinoamericano con motivo de la celebración del medio milenio del Descubrimiento de América. El sumo pontífice afirmó en esta oportunidad que a pesar de la situación dolorosa de pobreza material en que se encuentran sumidas la mayoría de los hermanos y hermanas de nuestro continente, “La mayor riqueza de Latinoamérica son sus gentes”. Y que valores como el profundo respeto a la naturaleza, la humildad, la sencillez, la solidaridad y el respeto a la sacralidad de la vida, hacían que hoy en día Dios haya querido designar a nuestro continente la misión de la Nueva Evangelización del mundo. Cruzada espiritual que la Iglesia latinoamericana debía dirigir a los hermanos y hermanas del viejo continente y del resto del mundo, en reconocimiento por el evangelio recibido en 1492.
Esta perspectiva generosa y santa del recordado pontífice de nuestro continente nos honra y hace pensar en la responsabilidad histórica que tiene América Latina frente a ella misma y frente al mundo de crear un modelo económico, político, social y espiritual propio. Un modelo basado en el ser humano como fin último y supremo y no en el dinero, un modelo al que miremos con orgullo todos los latinoamericanos y también los países más desarrollados de la Unión Europea y de EE.UU. como faro de luz y de esperanza. Los países desarrollados atraviesan hoy en día una crisis de “antivalores” que han llamado “libertades” pero que en esencia constituyen un claro atentado contra la familia, contra la mujer, contra la niñez, contra la vida y en general contra todas las leyes naturales.
El partido del pueblo fundado sobre la base de la justicia social, la defensa de los derechos del hombre y la fraternidad con todos, en especial con los más débiles, no puede adherirse a políticas de muerte que atentan contra los sectores más frágiles de la población. Convertir a las organizaciones de base del partido en centros que promueven una cultura de la muerte, haciéndole sentir al pueblo que tener hijos es una calamidad económica y hasta un riesgo personal representa una crueldad y una mentira histórica. Tenemos el ejemplo de las naciones “desarrolladas” como Gran Bretaña, España o Alemania cuyas democracias pusieron al alcance de su población todas las medidas de control de la natalidad existentes y ahora luchan mediante campañas millonarias para mantener sus actuales niveles poblacionales y revertir la marcada tendencia hacia el envejecimiento, con el desastroso impacto que esto tendrá sobre las generaciones más jóvenes cuyos derechos pensionarios a la jubilación tal vez nunca lleguen.
El problema más profundo y grave que enfrenta el Perú contemporáneo es su falta de educación y de madurez ética y moral, no se trata pues de un problema poblacional ni de un problema económico como nos quieren hacer creer los organismos internacionales y ciertos políticos ávidos de recibir durante sus gobiernos las ayudas del Banco Mundial y de otros organismos internacionales. El Perú está lejos de ser un país superpoblado; nuestro principal enemigo y la razón por la que no progresamos es porque nos hemos quedado estancados en los mismos vicios y en los mismos comportamientos equivocados. Debido a esta falta de integridad moral se producen todo tipo de violaciones, incestos, embarazos adolescentes, abortos y proliferación de ciertas enfermedades de transmisión sexual que si bien se traducen en un costo humano y económico muy grande, podrían evitarse disciplinando las conciencias y no solo los intelectos de nuestra juventud en los centros educativos. Repartir preservativos a los adolescentes en las escuelas tampoco ayuda. La eficacia de los preservativos en evitar embarazos imprevistos o enfermedades de transmisión sexual (ETS) está limitada a un 80% según demuestran los últimos estudios realizados por la prestigiosa Fundación Cochrane (especializada en realizar revisiones críticas de toda la evidencia científica que existe sobre un tema determinado) [2]
Estas políticas de control poblacional tampoco parecen justificarse con razones económicas. Liquidar las vidas que conciben las capas más pobres de la sociedad no significa como algunos ingenuos proyectan que solo van a quedar los de arriba. La única consecuencia lógica de estas campañas genocidas que van dirigidas siempre con más fuerza contra las personas de menos recursos económicos del área rural y de la ciudad es que vaya debilitándose y despareciendo paulatinamente la clase trabajadora y la clase campesina; y que en consecuencia el Perú tenga que importar en el largo plazo de países desarrollados como EE.UU. productos caros que antes fabricaba dentro de su economía interna.
Debido a la gravedad de estas amenazas se hace cada vez más urgente que nuestros futuros gobernantes adopten soluciones integrales para nuestro país; soluciones que incluyen las causas y no solo las consecuencias
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