CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA PRECARIZACIÓN DE LA RELACIONES DE AUTORIDAD EN LA ESCUELA
Enviado por Eric • 2 de Enero de 2018 • 3.276 Palabras (14 Páginas) • 482 Visitas
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En contraste, la Ética Humanista se basa en una autoridad racional, en el principio de que sólo el hombre por sí mismo puede determinar el criterio sobre virtud y pecado, y no una autoridad que lo trascienda. Materialmente se funda en el principio de que "bueno" es aquello que es bueno para e l hombre, y "malo" lo que le es nocivo, siendo el único criterio de valor ético el bienestar del hombre. La posición humanista es que nada hay que sea superior ni más digno que la existencia humana.
EL PAPEL DEFORMANTE DE LA ESTRUCTURA SOCIAL
La sociedad contemporánea, es una sociedad mentalmente enferma ¿Pero qué explica esta enfermedad? no es objeto de este ensayo esclarecer en forma definitiva esta cuestión, pero creemos, que mientras en la sociedad el hombre sea medio o instrumento y no fin, (su vida mutilada continuamente), desarrollara individuos neuróticos, psicóticos, alienados y en general enfermos. Estos rasgos que cualquiera pudiera suponer individuales, forman los rasgos caracterológicos de la sociedad en su conjunto, en cuanto todos ellos, están expuestos a las mismas circunstancias.
“Pero si hacemos a un lado esas pequeñas diferencias podremos formar ciertos tipos de estructuras caracterológicas que en términos generales son representativos de diversos grupos de individuos. Dichos tipos de orientaciones caracterológicas son: la receptiva, la explotadora, la acumulativa, la mercantilista, la productiva. Al igual que el carácter individual, el “carácter social” representa la forma específica en la cual se canaliza la energía de la mayor parte de la población… se canaliza en una misma dirección, sus motivaciones serán las mismas y además son receptivas de las mismas ideas e ideales”[5]
La aceptación de esta idea es difícil, en cuanto nadie se percibe así mismo como enfermo, neurótico y menos psicótico, entre otras, porque una sociedad enferma crea dispositivos que admiten como buenas ciertas conductas que son humanamente reprochables. Por ejemplo, la ambición y la codicia, Espinoza ya desde el siglo XVII se refería a estas conductas como formas de locura socialmente modeladas:
"Muchas personas se sienten poseídas de un mismo afecto con gran persistencia. Todos sus sentidos están tan profundamente afectados por un solo objeto, que creen que este objeto está presente aun cuando no lo está, si esto ocurre mientras la persona está despierta, se la cree perturbada. . . Pero si la persona codiciosa sólo piensa en dinero y riquezas, y la ambiciosa sólo en fama, no las consideramos desequilibradas, sino únicamente molestas, y en general sentimos desprecio hacia ellas. Pero en realidad la avaricia, la ambición, etc., son formas de locura, aunque habitualmente no las consideremos 'enfermedades'."[6]
En estas circunstancias, la sociedad produce autómatas, hombres enajenados, en el sentido que sus acciones y sus propias fuerzas se han convertido en algo ajeno, que ya no le pertenece; se levantaron por encima de él y en su contra y lo dominan en vez de ser dominadas por él. El hombre enajenado se arrodilla ante la obra de sus propias manos, sus ídolos representan sus propias fuerzas vitales enajenadas.
EL PAPEL HISTÓRICO DE LA ESCUELA EN ESTE CONTEXTO
La “Educación Formal”, aquella que se desarrolla en establecimientos educativos, en forma masiva, en horarios fijos, con tiza y tablero, con un profesor detentador del conocimiento y unos alumnos, sujetos de aprendizaje, apareció, a finales del siglo XVIII. Sin metodología propia, formó un constructo copiado de los sistemas penitenciarios y psiquiátricos; los niños eran hombres en miniatura y la rudeza en los procedimientos, el único camino para “enderezarlos”.
En el siglo XIX y a lo largo del XX, las cosas no mejoraron del todo, los métodos de enseñanza seguían siendo construcciones artificiosas copiadas, esta vez, de los sistemas de producción en fábricas e industrias, conceptos y prácticas como: la jornada escolar, la división horaria de esa jornada, el timbre que indica cuando empiezan o cuando terminan las distintas actividades escolares, así como la disposición espacial de los salones, los patios de recreo a la manera de panópticos carcelarios, habla de un esfuerzo uniformador que prioriza los resultados del mayor numero a base de la homogenización a ultranza.
El papel histórico de la escuela, aquel al que debe su existencia, la razón de ser y por el cual, la sociedad la mantiene, consiste en la responsabilidad, casi única, de transmitir a las nuevas generaciones “… una suficiente comunidad de ideas y de sentimientos”[7], que prepare a los jóvenes en las condiciones básicas de existencia (moral, física, económica, jurídica) de la sociedad de la que hacen parte. Un mero instrumento de pervivencia social, un antihistamínico que alivie de los defectos de un sistema irracional, pero que no lo modifique, esa es la función que las sociedades modernas atribuyen a la escuela.
En medio de una sociedad enferma, la escuela reproduce la enfermedad, porque no es una entidad en abstracto, ideal, que se pueda sustraer a las contradicciones propias de la estructura social. La sociedad contemporánea es una sociedad enferma que no se da cuenta que lo está, que admite como buenos sus principales defectos y marcha, inexorablemente, en dirección a su propia destrucción.
Entre tanto, el hombre moderno se debate frenético, en un mundo caótico, en un mundo que lo ha convertido en medio de fines no humanos: “El hombre moderno, se siente inquieto y cada vez más perplejo. Trabaja y lucha, pero es vagamente consciente de un sentimiento de futilidad con respecto a sus actividades. Mientras se acrecienta su poder sobre la materia se siente impotente en su vida individual y en la sociedad. Conforme ha ido creando nuevos y mejores medios para dominar a la naturaleza se ha ido enredando en las mallas de esos medios y ha perdido la visión del único fin que les da significado: el hombre mismo. Ha llegado a ser el amo de la naturaleza y al mismo tiempo se ha transformado en el esclavo de la máquina que construyó con su propia mano. A pesar de todos sus conocimientos acerca de la naturaleza, permanece ignorante en cuanto a los problemas más importantes y fundamentales de la existencia humana: lo que el hombre es, cómo debe vivir, y cómo liberar las tremendas energías que existen dentro de él y usarlas productivamente”[8]; y estas cosas no las enseña la escuela.
LAS RELACIONES DE AUTORIDAD EN LA ESCUELA EN EL CONTEXTO DE UNA SOCIEDAD ENAJENADA.
En el marco de una sociedad alienada
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