Crisis de fe en la actualidad
Enviado por Stella • 22 de Noviembre de 2018 • 10.005 Palabras (41 Páginas) • 397 Visitas
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El catecismo de la Iglesia Católica define la fe como: “la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida”[9]. Vamos a desglosar un poco esta definición.
“la respuesta del hombre a Dios que se revela…”
Fe es confianza y también respuesta. Como explica el catecismo, es la respuesta libre a aquel que es la fidelidad misma, es confianza y abandono ante Dios y sus promesas. Es dejarnos conducir por quien es el camino, la verdad y la vida. “es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado”[10]. Jesús invitó a la fe y a la conversión pero jamás forzó a nadie a hacerlo[11].
Podemos encontrar gran variedad de ejemplos de esta respuesta del hombre a la autorrevelación de Dios plasmados en las Sagradas Escrituras.
En el Antiguo Testamento, la fe “brota de una religión histórica: la alianza. La fe es prácticamente la primera respuesta del pueblo a la alianza”[12]. El pueblo de Israel recibe la promesa –a través de Moisés– de que sería conducido a la tierra prometida y cree. Moisés, a su vez, tiene un encuentro con Yahvé que se le presenta en la zarza ardiente. Yahvé no solo decide hablar con Moisés, le confía que está al tanto del sufrimiento de su pueblo y le encarga la misión de liberar a su pueblo. Le promete su compañía y su protección divina (además de la tierra prometida). El pueblo de Israel buscaría recordar para siempre la misericordia y fidelidad de Dios para con ellos, hará siempre memoria agradecida de su presencia entre ellos. Por eso buscarán cumplir los mandamientos con todo su corazón, en respuesta a la gran generosidad de Dios. El ejemplo por excelencia del Antiguo Testamento es Abrahán, nuestro padre de la fe, pero sobre él hablaremos detenidamente más adelante.
En el Nuevo Testamento, la fe se presenta como la aceptación a Jesús y su mensaje. “Se ha cumplido el tiempo y el reino de Dios ha llegado: convertíos y creed en la buena nueva”[13]. Según esto, podría definirse la fe como la aceptación del reino de Dios, tal como lo anuncia la predicación de Jesús.[14]
Uno de los pasajes más conocidos en cuanto a la fe es la famosa parábola del granito de Mostaza. Impresionan siempre esas líneas del Evangelio donde Jesús dice que si tuviéramos fe como un granito de Mostaza, seríamos capaces de mover montañas. Sobre esto Joseph Ratzinger hace una interesante reflexión: “El acto de fe no es convencerse en cierto modo de una idea o atribuir un poder a la fe. El acto de fe consiste en confiar en que Dios está ahí y puedo ponerme en sus manos. Entonces también desaparecerá la montaña”[15]. La fe entonces es respuesta del hombre frente a la misericordia de Dios que se revela y también es confianza y abandono en Él.
“…dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre…”
En la famosa encíclica “a cuatro manos” redactada por el Papa emérito Benedicto XVI y revisada y terminada por el Papa Francisco, Lumen Fidei, encontramos precisamente la explicación del porqué de la imagen de la fe como luz.
la tradición de la iglesia ha indicado con esta expresión el gran don traído por Jesucristo, que en el evangelio de San Juan se presenta con estas palabras: “Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no caminará en tinieblas”[16]. En el mundo pagano, hambriento de luz, se había desarrollado el culto al Sol, al Sol Invictus, invocado a su salida. Pero aunque renacía cada día, resultaba claro que no podía irradiar su luz sobre toda la existencia del hombre. Pues el sol no ilumina toda la realidad; sus rayos no pueden llegar hasta las sombras de muerte, allí donde los ojos humanos se cierran a su luz. “No se ve que nadie estuviera dispuesto a morir por su fe en el Sol”, decía San Justino mártir. Conscientes del vasto horizonte que la fe les abría, los cristianos llamaron a Cristo el verdadero Sol, “cuyos rayos dan la vida” A Marta que llora la muerte de su hermano Lázaro, le dice Jesús: “No te dije que si crees verás la gloria de Dios?”[17]. Quien cree; ve con la luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso[18].
Sí, la fe ilumina todo el trayecto de nuestro camino precisamente porque la luz nos llega desde lo alto. Esto es fácilmente comprensible en la vida cotidiana. Supongamos que una persona pierde a un ser querido; si esta persona tiene fe vivirá la pérdida de una manera muy distinta a como lo viviría una persona sin fe. Pero esto no es algo que podamos hacer con nuestras propias fuerzas; ¡Necesitamos de su luz! Necesitamos exclamar como el padre del endemoniado: “¡Creo, ayuda a mi poca fe!”[19]
La fe permite mirar hacia atrás con esperanza y haciendo una memoria agradecida como la que hará José, vendido como esclavo por sus hermanos –en la conmovedora escena del génesis[20]– siendo capaz de descubrir en su dolorosa historia la presencia de Dios y sus designios insondables.
Después de haber reflexionado sobre la fe y de haber profundizado acerca de algunas de sus características surgen irremediablemente algunas preguntas que buscamos responder en el presente trabajo: ¿por qué el hombre no se adhiere a la fe?, ¿Qué sucede en la actualidad para que sean muchos quienes prefieran dar un paso al lado y dejar la fe para los “crédulos” y “conformistas”?, ¿Por qué no nos dejamos iluminar por su luz?
- ¿Cuál es la situación de la fe en el mundo el día de hoy? Causas y soluciones.
Renato Pignano
J. Ratzinger en Introducción al Cristianismo nos presenta el ejemplo del payaso y el circo en llamas que nos puede ilustrar sobre el contexto actual en el que se encuentra el creyente y el no-creyente.
El relato cuenta cómo un circo de Dinamarca fue presa de las llamas. El director del circo envió a un payaso, que ya estaba preparado para actuar, a la aldea vecina para pedir auxilio, ya que existía el peligro de que las llamas se extendiesen incluso hasta la aldea, arrastrando a su paso los campos secos y toda la cosecha. El payaso corrió a la aldea y pidió a sus habitantes que fuesen con la mayor urgencia al circo para extinguir el fuego. Pero los aldeanos creyeron que se trataba solamente de un excelente truco ideado para que en gran número asistiesen a la función; aplaudieron y hasta lloraron
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