DESICIONES FÁCILES
Enviado por Eric • 13 de Diciembre de 2017 • 1.399 Palabras (6 Páginas) • 405 Visitas
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Un buen ejemplo de las lecciones de esta escuela se encuentra en el Salmo 131.
UN EJEMPLO BÍBLICO
En el Salmo 131, el Rey David nos da una vívida descripción de lo que significa para él aprender sobre el contentamiento. Relata su experiencia en los términos de un niño que está siendo destetado y comenzando a ingerir comida sólida: “Sino que he calmado y acallado mi alma; como niño destetado en el regazo de su madre, como niño destetado reposa en mí mi alma”. (Salmos 131:2).
Me imagino la escena y escucha los sonidos. Será más vivido si recordamos que en los tiempos del Antiguo Testamento ¡El destete no se daba sino hasta que el niño cumplía 3 o 4 años! Es bastante difícil para una madre sobrellevar el llanto de frustración de un niño, su rechazo hacia la comida sólida, y la lucha de voluntades durante el proceso de destete. ¡Imagínate luchando con un niño de cuatro años! Así fue la lucha que David tuvo antes de aprender lo que era El Contentamiento.
DOS GRANDES PROBLEMAS
¿Pero de qué se trataba esta lucha? Nuevamente David nos ayuda, sugiriendo los dos grandes asuntos que debían ser calmados en su vida.
“Señor, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos (Salmos 131:1). Él no quiere decir que la ambición en sí es necesariamente mala. Después de todo, él mismo había sido separado para el trono (1Samuel 16:12–13), pero tenía una mayor ambición: Confiar en la Sabia Provisión, Lugar, y Tiempo de Dios.
Recuerda las ocasiones en que pudo haber tomado la posición y poder, por medios que habrían comprometido su compromiso con el Señor. Primero, Saúl llegó a la misma cueva en donde David y sus hombres se estaban escondiendo (1Samuel 24:6). Después, David y Abisai se acercaron sigilosamente a la tienda de Saúl y lo encontraron dormido (1Samuel 26:9–11). Pero mientras esto sucedía, él se sentía contento viviendo de acuerdo con la palabra de Dios, y esperando pacientemente el tiempo de Dios.
El contentamiento cristiano es, entonces, el fruto de no tener una ambición más grande que pertenecer al Señor y estar totalmente a su disposición, en el lugar que ÉL indique, en el momento que Él escoja, con la provisión que Él quiera HACER.
Fue entonces, con sabiduría madura, que un joven escribió, “Siempre ha sido mi ambición no tener planes para mí mismo”. “¡Qué inusual!”← Decimos. Sí, pero lo que la gente notó en el joven es que lo inusual no fue lo que él hizo o dijo- sino lo que él era y su manera de serlo. Eso, en cambio, es el resultado de estar contento con una ambición motivadora: “Quiero Conocer A Cristo” (Filipenses 3:10). No es accidente que, cuando hacemos de Cristo nuestra ambición, descubrir que ÉL se vuelve suficiente para nosotros y aprendemos a estar satisfechos en toda y cada una de las circunstancias.
“No ando tras las grandezas, ni en cosas demasiado difíciles para mí;” (Salmos 131:1).
El Contentamiento es el fruto de una mente que comprende sus limitaciones.
David no se permitió estar preocupado por lo que a Dios no le había placido darle, tampoco permitió que su mente se concentre en las cosas que Dios no quería explicarle.
Tales preocupaciones sofocan El Contentamiento. Si insisto en saber exactamente lo que Dios está haciendo en mis circunstancias y lo que ÉL planea hacer con mi futuro, si yo exijo comprender cuáles fueron Sus caminos para mí en el pasado, nunca podré estar contento, completamente, hasta que yo mismo me haya vuelto igual a Dios. Cuán lentos somos para reconocer en estas sutiles tentaciones mentales los ecos de la serpiente del Edén susurrando, “Expresa tu descontento con los caminos de Dios, con las palabras de Dios, con la provisión de Dios.”
En nuestra tradición agustina frecuentemente se ha dicho que el pecado original fue la soberbia, el orgullo. Pero era más complejo que eso; debemos incluir El Descontento. Cuando vemos las cosas a esa LUZ, reconocemos qué cosa tan impía es un espíritu Descontento.
Debo Mantener estos dos principios en mente y no seré atrapado tan fácilmente por este remolino mundano del Descontento. Me volveré al progreso en el camino de ser cristiano. Estudiar más la palabra, y resolver el tema de la ambición, haciendo que Cristo sea mi preocupación, así aprenderé a gozar de los privilegios de estar realmente contento:
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