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El Santo en el Apocalípsis

Enviado por   •  28 de Mayo de 2018  •  1.690 Palabras (7 Páginas)  •  342 Visitas

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En la actualidad, se tiene los medios de comunicación que a lo largo de la vida han cobrado una importancia considerable, son elementos de notable valor y de influencia en la vida de las personas. Pero su dirección está dirigida hacia un materialismo y egoísmo abrumador. Si es verdad que no se puede negar que las cosas materiales son importantes para el desarrollo de la persona en una sociedad donde debe cubrir sus necesidades. Por ende la vida material es importante y se la cuida y se trata de tener lo necesario para ella pero a la vez la vida espiritual también es de gran importancia y no se le da el tiempo para examinar, evaluar, o adquirir una vida de santidad.

Jesús instauró el Reino de Dios en donde este tiempo vivió y dedicó a propagar la misericordia de Dios sobre todos los necesitados, estuvo con los pobres, los enfermos, los discapacitados, publicanos, etc., he invita a que se realice el ejercicio de practicar la composición que Dios pone en el corazón, de amar en el servicio a los demás y demostrar que la santidad de Dios se vive cuando se ve en el otro a Dios.

La Santidad y la pastoral en la Iglesia

En la práctica pastoral surge una pregunta: ¿cómo santificamos el Nombre de Dios?, santificamos el Nombre de Dios con el testimonio de vida, así como lo dice el mismo Catecismo de la Iglesia Católica nos habla en este sentido: “Todos los fieles son llamados a la plenitud de la vida cristiana” (Cat 2028). “Todos los cristianos, de cualquier estado o condición están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad” (Cat 825). Si el ser humano a pesar de su condición de fragilidad es llamado a ser santo como Dios es Santo (1Pe 1,16).

En la visión en el Apocalipsis de que Dios es tres veces Santo, invita a la comunidad eclesial a unirse para alabar y glorificar siempre su nombre santo y glorioso. Por eso también se ve que en el concilio Vaticano II, en la Constitución “Lumen Gentium”, sobre todo el capítulo V está dedicado a la vocación universal a la santidad. Y dice en concreto: “Quedan invitados, y aun obligados, todos los fieles cristianos a buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado” (Lumen gentium n° 42).

Lo que hoy hay que realizar en las catequesis que se realizan con los diferentes grupos en las parroquias, catequizar que a Dios hay que santificarlo no solo con las oraciones y alabanzas que son buenas y ayuda a interiorizar al ser humano en su cercanía con Dios. Se sabe que el nombre de una persona sea reconocida como el de los políticos, artistas, deportistas es importante y a veces el mercado impulsa a tener un recuerdo o algo de ellos en casa para recordarlos o tenerlo presente en la vida, así el nombre de Dios tiene más valor en sí mismo ya tiene una naturaleza santa. Así como a cada uno le gusta que le llamen por su nombre con respeto, al nombre de Dios se debe nombrar con dulzura, cariño y con toda la reverencia y alabanza a su nombre.

Por eso su carácter santo tiene que ver con todo lo que está alrededor del ser humano. El no sólo penetra cada aspecto de la vida humana sino que está ahí, y es el lugar donde el hombre se encuentre tanto exterior como interior dónde debe santificar el nombre de Dios que es un desafío ciertamente pero la Iglesia y sus colaboradores imparte con su testimonio la manera de actuar y obrar en santificar a Dios.

Se está clausurando el año de la Misericordia, donde la Iglesia ha concedido este tiempo para meditar y reflexionar, la Misericordia de Dios, desde ahí también cada cristiano ha santificando a Dios practicando no solo de palabras sino son de las obras el nombre de Dios, el cual está también en los Mandamientos de la ley de Dios explícitamente en el segundo el cual dice: “No jurar el santo nombre de Dios en vano”, en donde se expresa la voluntad de Dios y el deseo de que todo aquel que ama a Dios lo proclame con inmenso amor y gratitud usando su nombre para adorarlo y darle gracias por todo lo que Él se digna darnos en la vida.

Para concluir Dios es Santo y desde una pastoral se debe santificar su nombre en todo en la solidaridad, fraternidad, igualdad, para seguir dando a la sociedad un mundo de paz y amor desde la santidad.

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