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LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA DE LA FE.

Enviado por   •  24 de Abril de 2018  •  2.413 Palabras (10 Páginas)  •  304 Visitas

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La estructura de la celebración de la Eucaristía, que la Iglesia ha realizado por siglos, junto al dinamismo de la misma celebración, muestra, en primera instancia el alto valor pedagógico que contiene la liturgia de la Eucaristía. “La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica: la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal; la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión” (CIC 1346).

Cada una de estas partes de la celebración, comprenden una dinámica propia en la que es posible descubrir el carácter evangelizador y pedagógico. Sin pretender presentar un análisis exhaustivo de cada una de las partes de la celebración litúrgica de la Eucaristía, voy a demostrar porque la celebración litúrgica de la eucaristía, valga la redundancia, es una forma pedagógica de transmitir la fe.

Los ritos iniciales expresan al mismo tiempo la dimensión comunitaria y organizada de la asamblea; la reconciliación y el perdón; la unidad y la fraternidad. Bien realizados son un excelente mensaje de unidad y solidaridad, de pertenencia eclesial y participación, de exigencia de comunidad en la vida y de compromiso reconciliador con un mundo dividido.

La celebración tiene su inicio con la reunión de todos los creyentes, en donde Cristo resucitado sale a su encuentro, realizando la misma dinámica de encuentro con los dos caminantes de Emaús: “En el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con ellos, “tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio” (Lc 24, 13- 35)” (CIC 1346).

La signación al iniciar la celebración de la Eucaristía, convoca a los fieles en un solo bautismo y los centra en la dinámica celebrativa. El cristiano evoca su bautismo, a través del saludo inicial de la celebración eucarística, cuando el sacerdote dice: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. En el nombre de Dios trino el cristiano es bautizado y llamado al discipulado de Cristo.

La liturgia de la Palabra se presenta como la parte más directamente evangelizadora de la Eucaristía, pues por medio de ella Cristo sigue anunciando el Evangelio a su pueblo, y por ella el pueblo es llamado e interpelado, instruido y educado, convertido y transformado. Los fieles se reúnen en torno a la mesa de la Palabra de Dios que es el mismo Jesucristo. Allí escuchan a Dios mismo que les habla y les explica las Escrituras, así pues el hombre participa en un diálogo humano-divino: Palabra, homilía, oración, canto, profesión de fe, peticiones, bendiciones, sobre todo plegaria eucarística. Si se participa de este diálogo, la palabra alcanza su eficacia evangelizadora.

Terminada la liturgia de la Palabra se da inicio a la liturgia de la Eucaristía con la presentación de los dones y la colecta para los pobres. Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la colecta (1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (2 Co 8,9) (CIC 1351) cargada de un sentido social (san Justino), de comunión y fraternidad, de solicitud y amor por los más pobres y necesitados, no sólo recuerda que junto a los dones los cristianos deben hacerse don, sino también que este don debe extenderse en la solidaridad y justicia de la vida. De allí que sea este el momento apropiado en que luego de haber escuchado la Palabra los fieles son motivados a presentar sobre el altar del señor los dones de pan y vino. Pues, “este sagrado banquete indica y realiza la comunión de los discípulos y su unión con Cristo.

Todo este momento de apertura a la liturgia de la Eucaristía, es expresión máxima del testimonio, que el cristiano debe transmitir al mundo. Así, como Cristo se da como alimento, el hombre se debe dar para los otros. La evangelización es inseparable del testimonio y aquí se encuentra la expresión más clara de esta exigencia para la vida.

El prefacio contiene un alto valor pedagógico, en él, se expresan los misterios de nuestra salvación, “la Iglesia no ofrece por sí misma el sacrificio permanente de su agradecimiento y amor al Padre. Lo hace por el sacerdocio del Hijo, cabeza del género humano, una persona que actúa ofreciéndose a sí misma como contenido de salvación y liberación, de amor entregado, de reconciliación y perdón, de alianza y comunión.

Continúa la cumbre de la celebración, la consagración, que por la epíclesis, “la Iglesia pide al Padre que envíe su Espíritu Santo […] sobre el pan y el vino, para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y que quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu” (CIC 1353). “No solo significa un proceso misterioso o una transformación química de una sustancia en otra sino un hecho real, que es la mayor prueba de amor. Luego, con las intercesiones, sigue el proceso educativo de la Eucaristía, pues con ellas, “la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y todos los obispos del mundo entero con sus Iglesias” (CIC 1354)

Entonces, en el rito eucarístico Cristo aparece evangelizando, por una auto-donación al Padre y en el Espíritu, que transforma radicalmente la vida del creyente y lo lleva a entregarse por el Evangelio en bien de sus hermanos.

Con la oración del Padre nuestro se hace palabras, aquello que procura la celebración del Misterio eucarístico, la unidad de los hijos de Dios y el rito de la paz estimula a los cristianos a luchar por la paz en el mundo.

La fracción del pan, además de que habla de ese compartir el pan eucarístico, verdadera gracia de Dios dándose, recuerda la importancia humana y cristiana del compartir en la vida; y la comunión, es la realización de la unidad y solidaridad, del perdón y la paz que reúne en un mismo don a toda la asamblea.

Por último, los ritos de despedida, manifiestan y recuerdan de forma sencilla, que la Eucaristía es al mismo tiempo reunión y misión, evangelización y compromiso evangelizador. El que por gracia pudo reunirse, porque ya había sido misionado, es enviado también por gracia para extender y realizar la misión”

De esta manera, quiero mostrar el valor evangelizador y pedagógico que tiene

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