La importancia de un entorno familiar pacífico
Enviado por Sara • 4 de Mayo de 2018 • 2.040 Palabras (9 Páginas) • 602 Visitas
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a Dios no se limita a actos públicos, sino que forma parte de la vida privada familiar (Deuteronomio 6:6-9).
11 Además, un estudio de familia bien dirigido permite saber qué piensan los hijos sobre cuestiones espirituales y morales. Así, mientras los niños todavía son pequeños, pueden utilizarse publicaciones como el manual bíblico Aprendamos del Gran Maestro.* En casi todos los párrafos de este libro se pide al niño que exprese su opinión acerca del tema que se está tratando. Si los padres razonan con él aprovechando los textos bíblicos que se citan, le estarán enseñando a desarrollar sus facultades perceptivas “para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto” (Hebreos 5:14).
12 Obviamente, hay que adaptar el estudio a la edad y necesidades de los hijos. Veamos cómo lo hizo un matrimonio cuando sus hijas adolescentes pidieron permiso para asistir a un baile de estudiantes. El padre cuenta: “Les dijimos que en el siguiente estudio de familia invertiríamos los papeles. Mi esposa y yo haríamos de hijos, y ellas, de padres. Sin importar qué papel eligiera cada una, ambas tendrían que investigar el tema y orientarnos acerca de los bailes escolares”. ¿Cuál fue el resultado? “Quedamos sorprendidos, pues fueron muy responsables en su papel de padres y nos mostraron con razones bíblicas que no sería prudente ir. Lo que nos impresionó todavía más fueron las actividades sanas que nos recomendaron en lugar de asistir al baile. Ese día llegamos a comprender mejor lo que pensaban y querían ellas.” Es cierto, se necesita imaginación y perseverancia para que el estudio de familia sea práctico y se celebre con regularidad. Pero el esfuerzo bien vale la pena (Proverbios 23:15).
La importancia de un entorno familiar pacífico
13 Hay más probabilidades de que una flecha dé en el blanco si el arquero apunta y dispara en condiciones apacibles. Del mismo modo, es más probable que los hijos aprendan a amar a Jehová si los padres logran que reine la paz en el entorno familiar. Hablando del “fruto de la justicia”, el discípulo Santiago dijo que “su semilla se siembra en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz” (Santiago 3:18). Ahora bien, ¿cómo pueden los padres lograr que reine la paz en el hogar? Ante todo, deben fortalecer su vínculo matrimonial. Si se aman y respetan, les será más fácil enseñar a sus hijos a amar y respetar a otros, especialmente a Jehová (Gálatas 6:7; Efesios 5:33). Como puede verse, el amor y el respeto propician la paz en el hogar. Además, cuando los cónyuges disfrutan de una relación pacífica, están mejor preparados para afrontar cualquier problema que surja en la familia.
14 Pero, claro está, en el mundo actual no hay ni matrimonios ni familias perfectas. Por eso, los padres no siempre manifiestan el fruto del espíritu en su relación con los hijos (Gálatas 5:22, 23). Cuando esto sucede, ¿qué deben hacer? Si admiten que cometieron un error, ¿perderán el respeto de sus hijos? Examinemos el caso del apóstol Pablo. Espiritualmente hablando, fue como un padre para muchos cristianos (1 Corintios 4:15). Pero eso no impidió que reconociera abiertamente que cometía errores (Romanos 7:21-25). Esa humildad y honradez no disminuyen para nada el respeto que sentimos por él, sino todo lo contrario. Sus defectos tampoco fueron un obstáculo para que Pablo dijera a la congregación de Corinto: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11:1). Padres, en su caso puede ocurrir lo mismo: si admiten sus errores, probablemente verán que sus hijos no se los toman en cuenta.
15 ¿Qué más pueden hacer ustedes, padres, para que sus hijos aprendan a amar a Jehová? Tener presentes las siguientes palabras del apóstol Juan: “Si alguno hace la declaración: ‘Yo amo a Dios’, y sin embargo está odiando a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede estar amando a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:20, 21). Por tanto, si enseñan a los hijos a amar a sus hermanos cristianos, también les estarán enseñando a amar a Dios. Pregúntense: “¿Cuál es el tono dominante de mis comentarios sobre la congregación? ¿Es un tono positivo, o crítico?”. Para determinarlo, presten mucha atención a lo que dicen sus hijos sobre las reuniones y los miembros de la congregación. Los comentarios de ellos seguramente reflejarán lo que piensan ustedes.
16 Ahora bien, ¿cómo lograrán que sus hijos amen a sus hermanos espirituales? Peter, un padre con dos chicos adolescentes, dice: “Desde que los niños eran pequeños, hemos invitado a nuestra casa a hermanos espiritualmente maduros para comer y pasar un buen rato todos juntos. Nuestros hijos saben que una vida de servicio a Dios produce mucha felicidad, pues han crecido rodeados de gente que ama a Jehová”. Otro padre llamado Dennis explica: “Animábamos a nuestras cinco hijas a hacerse amigas de los precursores mayores de la congregación, y siempre que era posible recibíamos en casa al superintendente viajante y su esposa”. Y ustedes, padres, ¿pueden contribuir de algún modo a que sus hijos vean a la congregación como parte de su familia? (Marcos 10:29, 30.)
La responsabilidad del hijo
17 Volvamos a la comparación del arquero. Por mucha destreza que tenga, no dará en el blanco si la flecha está torcida. En el caso de los padres, si ven que el hijo tiene una forma de pensar “torcida”, deben esforzarse por enderezarlo, como si de una flecha se tratara. Pero, a fin de cuentas, es el hijo quien tiene que decidir si prefiere dejar que el mundo lo tuerza o que Jehová haga “derechas [sus] sendas” (Proverbios 3:5, 6; Romanos 12:2).
18 Aunque los padres tienen la gran responsabilidad de criar a sus hijos en “la disciplina y regulación mental de Jehová”, es el hijo, en último término, quien tiene que decidir qué hará de adulto (Efesios 6:4). Así pues, jóvenes, ¿aceptarán las amorosas enseñanzas de sus padres? Si lo hacen, estarán eligiendo el mejor modo de vivir. No solo harán felices a sus padres, sino que, más importante aún, alegrarán el corazón de Jehová (Proverbios 27:11).
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