C. Estructura Real La real relación entre Jesucristo y uno mismo

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Somos hijos de Dios

Nuestro puesto: Somos el hijo del dueño y el que TOMA LAS DECISIONES.

Sin la gracia uno es hijo de hombres, con la gracia, uno es hijo de Dios.

La mejor forma de serlo es ser otro Cristo: Sacerdote, Rey y Maestro.

Funciones:

- Ser Jesucristo Sacerdote: Este sacerdocio se adquiere en el momento que fuimos bautizados y hecho pleno en la confirmación. Este sacerdocio real es más importante que el sacerdocio ministerial. Ambos sacerdocios están orientados el uno hacia el otro.

- Ser Jesucristo Rey: es un rey que no se impone. El concepto de ser Rey se acerca al de líder, que siempre termina siendo el que más sirve.

- Ser Jesucristo Maestro: saber la verdad y enseñarla.

- LOS SISTEMAS DE CONTROL Y DIRECCIÓN

Dirección espiritual, exámenes de conciencia, retiros.

A veces esas soluciones hay que buscarlas en otro que sepa más que uno.

Para todo esto, está la Ley de Dios, la Antigua y la Nueva, que son las políticas formales. Está el examen de la propia conciencia, está el coaching por parte de alguien más experimentado.

Examen de conciencia:

Por el examen de conciencia hago la contabilidad diaria del negocio eterno de mi alma. Por él registro mi mundo interior, me conozco mejor a mí mismo y detecto mi punto más débil y mi defecto dominante.

Dirección espiritual:

“La dirección espiritual canaliza nuestros afanes de lucha contra la mediocridad espiritual y contra el pecado. Es un medio que la Iglesia, desde los primeros siglos, ha recomendado siempre como medio eficacísimo para progresar en la vida cristiana”.

Retiros espirituales:

Además de tener un plan de vida, es de buen espíritu cristiano asistir cada año a unos Retiros Espirituales, que nos den la ocasión de hacer un paro dentro del ajetreo de la vida, mirar intensamente hacia adentro y tomar conciencia de nuestra vida interior.

- LA ESTRATEGIA

Hacerlo todo bien hecho por amor de Dios, en gracia de Dios unido al Sacrificio redentor de Jesucristo en la Misa para ofrecer a Dios Padre todo lo que hacemos