El nacimiento de la humildad.
Enviado por Antonio • 6 de Febrero de 2018 • 858 Palabras (4 Páginas) • 475 Visitas
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Que si la gente habla mal de mí, que si mi hermano es presumido, que si la comunidad no valora mi esfuerzo y entrega a los más pobres, que si mi amigo divulgo algún secreto que le confesé, que el otro dijo, que este dice; los que le damos importancia a lo que digan los demás, somos seres encadenados a la infelicidad, porque la pobreza de espíritu no necesita de los halagos, reconocimientos y aplausos de los hombres; sólo los hartos de orgullo necesitan de estas cosas vanas para sentirse a gusto. ¿A quién se sirve, a Dios ó a mí ego?
Acaso no es cierto que todo programa espiritual insiste en disminuir la soberbia y acrecentar la humildad, a grado tal que, nada sea más gozoso que saber y sentir que Dios está ahí.
Los que tenemos algún cargo de importancia dentro de alguna confraternidad espiritual tenemos que tener cuidado especial en la condición de nuestro espíritu, ya que la vanidad suele infiltrarse sutilmente en quienes dedican su vida a su prójimo; sin darnos cuenta vamos necesitando más de la aprobación de los demás que de nuestra conciencia, cada vez intentamos quedar bien con los demás que con nuestras convicciones.
Así es que el desarrollo espiritual es de más a menos; necesitemos menos de los buenos comentarios de nuestros compañeros para sentirnos en paz espiritualmente; necesitemos menos de la aprobación de los demás, y continuemos con la misión que Dios nos ha encomendado; necesitemos menos del dinero para sentirnos seguros y confiémonos a Dios como lo hacen la aves del cielo y las flores del campo.
Que en esta Natividad de Nuestro Señor Jesús, nuestro corazón sea tan pobre, que de verdad podamos creer en cuerpo, alma y mente que el verbo se hizo carne y desde siempre, habita entre nosotros.
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