TEOLOGÍA MORAL. FUNDAMENTAL I: INTRODUCCION
Enviado por Jillian • 26 de Marzo de 2018 • 2.612 Palabras (11 Páginas) • 434 Visitas
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El fin en general, y los fines objetivo y subjetivo en particular, son tan importantes en la acción del racional, que se dice que los actos se especifican por sus objetos, llamando así al fin objetivo de la acción o "finis operis".
La moralidad, que es una propiedad del acto humano, también se especifica como éste por su objeto: un acto es bueno, en primer lugar, cuando su objeto o fin objetivo es bueno; cuando su objeto o fin objetivo es el debido. Para la bondad total del acto humano se requiere también que el fin subjetivo sea bueno, sea el debido. Para la moralidad del acto humano son tan esenciales el fin objetivo como el subjetivo, como consecuencia de lo que hemos dicho más arriba acerca de la relación de ambos con la voluntad, que es la que ordena realmente el acto humano hacia su fin. La primacía que se reconoce al fin objetivo sobre el subjetivo, en la especificación del acto humano, debe entenderse sólo en el sentido de que
lógicamente el fin objetivo es anterior al subjetivo: el segundo no puede entenderse sin una referencia al primero.
También volveremos sobre este tema al ocuparnos de la moralidad del acto humano y sus fuentes.
Un fin puede ser, además, fin último o fin medio. Fin último es el que no se refiere a otro fin; no se apetece por otro, sino por sí mismo, y los demás fines se refieren a él. Fin medio es el que, aunque se apetezca por sí, se apetece en primer lugar en relación y dependencia al fin último. El fin medio está esencialmente subordinado al fin último, y por ello toma su moralidad esencial de él. La moralidad depende, por tanto, esencialmente del fin último. Un acto es bueno esencialmente cuando su fin último es bueno, es el debido.
Más adelante veremos como, según una filosofía cristiana y según la fe, hay un fin último objetivo de los actos humanos que de algún modo es debido, dentro del orden de la libertad, y se llama fin último del hombre. De este modo vemos que coinciden lo que presupone el concepto común de moralidad y la realidad, como consecuencia precisamente de la existencia de ese fin último debido.
Por todo ello podemos concluir que, efectivamente, la moral estudia los actos humanos en orden al fin último del hombre, al fin último debido del hombre.
Teniendo también en cuenta que se puede hablar de un fin último natural y de un fin último sobrenatural, podemos distinguir una moral natural y una moral sobrenatural. La moral que es parte de la teología es la moral sobrenatural, y se puede, por tanto, definir la teología moral como aquella parte de la teología que estudia los actos humanos en orden al fin último sobrenatural. La moral natural se llama ética, es una parte de la filosofía, y estudia los actos humanos en orden al fin último natural. La teología moral y la ética se diferencian principalmente por su objeto formal "quo". La teología moral, y en general la moral cristiana, asume todas las exigencias de la moral natural, perfeccionándolas y elevándolas por medio de la vida de la gracia.
El fin de la teología moral es estudiar y dirigir los actos humanos en orden al fin último sobrenatural.
C. LAS FUENTES DE LA TEOLOGIA MORAL
Las fuentes de la teología moral son las mismas de toda la teología:
Sagrada Escritura y Tradición
Magisterio
Razón
La teología moral, como parte de la teología, tiene por objeto formal "quo" la luz de la fe: estudia los actos humanos a la luz de las verdades reveladas, que se encuentran en la Sagrada Escritura y en la Tradición (regla remota de la fe) y son expuestas por el Magisterio (regla próxima de la fe).
En la actualidad hay muchos que niegan el caracter específico de la moral cristiana y de sus fuentes, de modo que piensan que no añadirían nada a la común moral de los hombres, al menos en el plano de lo concreto. Las fuentes de la teología moral serían las mismas que las de las ciencias éticas y sociales.
Frente a esta afirmación hay que decir que la moral cristiana añade mucho a la común moral de los hombres, porque tiene unas valiosísimas fuentes propias.
Por ello hay que insistir en que Escritura, Tradición y Magisterio son las tres únicas fuentes primarias de la teología moral. La razón es fuente secundaria. Las ciencias humanas son un auxiliar precioso, pero no son fuentes de la teología moral. Además, estas ciencias humanas, en lo puramente natural, se quedan también en la periferia, y no calan en la estructura íntima del hombre, como hace la metafísica.
Sagrada Escritura
"Pues toda la Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para arguir, para corregir, para educar en la justicia." (II Tim. 3,16).
- En la Sagrada Escritura se encuentran formuladas expresamente las principales verdades de la moral cristiana, según el estilo propio de los libros sagrados; es decir, no al modo de un tratado sistemático, sino, unas veces en forma de enseñanzas más o menos amplias, otras en forma de dichos concisos y tajantes, otras en forma de exhortaciones, de ejemplos, de comparaciones, etc. El centro y el culmen de la revelación -y por tanto de la moral cristiana- es la vida y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo; uno de los bienes de la Encarnación ha sido el ofrecernos un modelo de vida acabado y perfecto; pero la Sagrada Escritura no se limita a darnos un criterio genérico sobre la imitación de Cristo. El Señor mismo detalla en muchos puntos concretos cual es la conducta precisa que se pide a sus discípulos, confirma y delimita el sentido de la ley natural, de la obligación de la caridad, etc. La Sagrada Escritura contiene muchas normas morales concretas y específicas, de inmutable validez para todos los tiempos.
- Otras verdades de tipo moral las contiene de modo más velado y es con la ayuda de la Tradición como se logran ver claras.
- Por último, contiene otras verdades implicitamente y toca a la razón deducirlas.
Todo ello ha de hacerse bajo la guía y la autoridad del Magisterio eclesiástico.
Hoy día algunos sostienen que en la Sagrada Escritura existiría un doble tipo de normas: unas "trascendentales" (que consistirían en el imperativo de seguir a Cristo en una actitud de fe y amor) y otras
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