AVANCES Y LIMITACIONES DEL LIDERAZGO DE LA MUJER EN ELGOBIERNO DE LA COMUNIDAD ANGLICANA DE OCCIDENTE
Enviado por Albert • 17 de Junio de 2018 • 4.626 Palabras (19 Páginas) • 447 Visitas
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cuestión desi las mujeres pueden o no ser ordenadas no afecta a la igualdad entre hombres ymujeres ni puede resolverse a partir de estudios sociológicos o culturales. Se refierefundamentalmente a la voluntad de Dios sobre la Iglesia. Esta voluntad se nos harevelado en la Escritura y en la Tradición, cuya correcta interpretación está confiada alos sucesores de los apóstoles, los obispos. El documento Inter insigniores argumentaque la Iglesia no tiene ninguna autoridad para alterar la ininterrumpida tradición de noordenar a las mujeres, tradición mantenida unánime y pacíficamente durante 1.900 añostanto en Oriente como en Occidente, Esta posición se basa en la convicción de que laTradición revela la voluntad de Dios para la Iglesia, y por eso mismo su preservaciónsignifica fidelidad a Cristo. A los que argumentan que Cristo estaba puramente6
condicionado por su cultura al no elegir a las mujeres en el número de apóstoles, laCongregación responde que la actitud de Jesús con las mujeres se apartaba de muchasmaneras de las normas generales de su sociedad y que, por tanto, no se puede presumirque en este único caso él no se sintiera libre para actuar contra dichas normas. Además,se afirma en dicho documento la profunda conveniencia de que sólo los varones seanordenados para el sacerdocio ministerial, ya que el sacerdote, especialmente en laeucaristía y en los otros sacramentos, actúa in persona Christi, es decir, en el puesto deCristo, que, como cabeza de la Iglesia, es el ministro principal de los sacramentos. Dadoque Jesús era varón, los sacerdotes varones lo representan más convenientemente:argumento que sería coherente con una sana teología sacramental, en la que se afirmaque los signos se asemejan y reflejan lo que simbolizan.El argumento anglicano en favor de la ordenación de las mujeres se presentó en lascartas del arzobispo de Canterbury al Vaticano, especialmente la del arzobispo DonaldCoggan a Pablo VI (9 de junio de 1975) y la del arzobispo Robert Runcie al cardenalJan Willebrands (17 de junio de 1986). Los exponentes anglicanos indican en primerlugar que el Nuevo Testamento por sí solo no ofrece una prueba concluyente de que seavoluntad de Dios la exclusión de las mujeres del sacerdocio. Si no puede demostrarseque esta exclusión es de iure divino, entonces la ordenación de las mujeres puede sermuy bien un desarrollo legítimo de la Tradición. El arzobispo Runcie continuabaseñalando que la humanidad asumida por el Verbo de Dios en el misterio pascual de sumuerte y resurrección es la humanidad entera, incluyendo tanto a los hombres como alas mujeres. Dado que la humanidad de Jesús en estos grandes acontecimientos de lahistoria de la salvación tiene que pensarse en términos inclusivos, también Cristo estaríamejor representado en la celebración de los sacramentos si también las mujeres fueranadmitidas al sacerdocio.7
El cardenal Willebrands contestó que, si es cierto que al hacerse humano Jesús entró ensolidaridad con toda la raza humana y que su intención de salvación abrió el camino dela filiación a todas las gentes de todo sexo, sin embargo Jesús no se hizo «humanidad",sino un hombre. Además, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento utilizan unaimagen femenina para describir al pueblo de Dios (Os 1-3; Ef 5), de modo que la Iglesiapuede llamarse con propiedad «la esposa de Cristo".Finalmente, la afirmación de Pablo de que en Cristo no hay varón ni mujer (Gál 3,28)no intenta hablar de una cualificación para el ministerio, sino más bien la igualdad detodos a la hora de compartir la nueva vida que Cristo ha conseguido para nosotros.Cuando estos argumentos relativos a la identidad y a la relación de la Iglesia con Cristose unen al papel simbólico del sacerdote al representar a Cristo en los sacramentos, elargumento de que la agregación de sacerdotes mujeres representaría másadecuadamente a Cristo parece menos convincente.De acuerdo a Boff no existen argumentos teológicos decisivos en contra de laordenación de la mujer, si no únicamente disciplinares. Lo que hace que alguienrepresente a Cristo no son los factores de carne y sangre, si no la dimensión de la fe, dela adhesión a Cristo y a su iglesia. El que solo los varones hayan tenido hasta hoy en laiglesia el acceso al sacerdocio ministerial se debe no al hecho de que cristo haya sidovarón, si no a factor de orden histórico y sociológico.Como conclusión del presente capitulo hemos descrito los conceptos y teorías que dansustento a la presente investigación partiendo de las sagradas escrituras, de lasconferencias celebradas en Lambeth a favor de la ordenación de las mujeres y deldiálogo que el Arzobispo de Canterbury inició con Pablo VI hasta nuestros días. Latradición no contiene ningún principio teológico fundamental que justifique la actualconcentración del sacerdocio únicamente en los hombres. Se puede demostrar con8
suficiente claridad que el estado presente se debe a una evolución histórico-sociológica;a pesar de todo, dentro de ella, la mujer fue paulatinamente tomando conciencia de suparidad con el hombre y con ello fue superando las barreras discriminatorias que sehabían instaurado dentro del cristianismo. La exclusión de la mujer del sacerdociorefleja su posición inferior dentro la sociedad.Por lo que en el siguiente capitulo abordaremos cuales han sido los avances ylimitaciones en el gobierno de la comunidad anglicana de Occidente a partir de los datoshistóricos que confirman la participación de la mujer en el ministerio desde el inicio dela iglesia.9
CAPÍTULO II.Avances y limitaciones de la mujer en el Gobierno de la Comunidad Anglicana deOccidente (México).Desde hace 50 años aproximadamente los historiadores de la iglesia y los teólogosautomáticamente obligaban el diaconado de las mujeres, por la simple razón de que laordenación sacramental de las mujeres parecía ser excluida a priori. Pero los hechoshistóricos desarrollados a través de ésta investigación, hacen más claros losfundamentos y por lo tanto la exclusión de la mujer es ahora insostenible.Desde el comienzo debemos comprender lo que está en juego. Si como lo muestran losregistros históricos y las referencias que nos hace la biblia, las mujeres durante muchossiglos fueron admitidas al diaconado tal y como sin parte ahora los hombres, por lo quepodemos concluir que recibieron los sacramentos de las “órdenes sagradas”, el cualtiene 3 niveles: Obispo (plenitud del sacramento), presbítero o sacerdocio (participacióndel ministerio del Obispo) y Diaconado (ministerio en el grado inferior).La respuesta está en los manuscritos griegos y sirios escondidos
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