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El trabajo. La clase obrera argentina.

Enviado por   •  22 de Abril de 2018  •  3.131 Palabras (13 Páginas)  •  415 Visitas

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La nueva esclavitud: la flexibilización laboral y el desarrollo en la producción.

El momento ascendente del ciclo económico se reflejó en los salarios, tanto por los aumentos fijados por decretos gubernamentales como en las negociaciones paritarias entre sindicatos y cámaras empresarias.

Buena parte de los asalariados deben vender su fuerza de trabajo fuera de toda protección legal, en condiciones de inestabilidad y precariedad (el llamado “trabajo en negro” o no registrado), que es otro rasgo que se ha incrementado en el último cuarto de siglo.

Pero, además, los cuadros del capital financiero lograron en 2000 convertir esa condición laboral en la forma normal de trabajo: la llamada “ley de flexibilización laboral”, impulsada por ellos a lo largo de la década de 1990, volvió legal lo que no lo era, y, a pesar de que fue derogada posteriormente, la tendencia a incorporar cláusulas de flexibilización en los convenios colectivos, aunque algo menor, se mantuvo entre 2003 y 2007.

Las condiciones impuestas en el mercado de fuerza de trabajo, primero por la fuerza de las armas y, una vez establecidas, por la presión del incremento de la parte de la superpoblación abiertamente observable, y sancionadas por el sistema jurídico, fueron acompañadas, y, a la vez, viabilizaron los cambios tecnológicos en la esfera de la producción.

En el mundo de la fábrica durante la década del `90 se profundizaron y/o se extendieron, principalmente en las ramas más dinámicas de la producción, como la petroquímica, la minería, la fabricación de automóviles y la siderurgia, las tendencias propias de la gran industria:

La subordinación del factor subjetivo al factor objetivo, aumento de la fuerza productiva del trabajo, homogeneización de la calificación del obrero y apropiación de su saber.

Han tenido mayor desarrollo las innovaciones en la organización del proceso de por el capital. Aunque, a la vez, estas nuevas condiciones pueden colocar a una fracción obrera en una situación potencial de mayor control del proceso productivo.

Aumentó la productividad del trabajo, medida por trabajador ocupado, desde un índice de 74,2 en 1990 hasta alcanzar a 99,3 en 1996, en que casi igualó el año base de la serie (1980=100), cuando esa productividad se aseguraba con el uso de la fuerza militar. También se extendió la jornada de trabajo, incrementándose la sobre ocupación (jornada laboral de más de 45 horas semanales.)

Las protestas y luchas de los trabajadores

A pesar del cambio, que resultó en una relación de fuerzas objetiva desfavorable para la clase obrera y otras fracciones populares, los trabajadores asalariados siguieron siendo un sujeto principal de las protestas y luchas desarrolladas en las últimas tres décadas y media.

Debe destacarse que las huelgas generales, cuando fueron convocadas “con movilización”, tuvieron la capacidad de articular la protesta y la lucha de distintas fracciones y capas de la clase obrera, incluyendo los más pobres, de los ocupados y desocupados, constituyéndose como lucha política del conjunto de la clase obrera, e incorporando a otras fracciones sociales populares, como, por ejemplo, partes de la pequeña burguesía, simultáneamente en todo el país. Y si bien la huelga, siguiendo la tendencia que imponía el ciclo económico, pasó de ser el 27,2% de los hechos de rebelión en 1994 al 4,7% en 2002, con la salida de la crisis económica, recuperó espacio.

En cuanto a las metas de los hechos realizados por los Asalariados Ocupados, también cambiaron siguiendo el movimiento del ciclo económico: a comienzos de la década de 1990 predominaban las demandas de aumentos de salarios; hacia 1995 fueron desplazadas por la protesta por salarios adeudados y contra los despidos, que se intensificaron con la recesión que comenzó en 1997 y que culminó con la crisis de 2001; con la salida de la crisis volvió a predominar la demanda de aumento de salarios. Pero lo más significativo en cuanto a las metas es que, a diferencia del proceso histórico desarrollado en las décadas de 1960 y 1970, las luchas observables no exceden, ni se proponen exceder, los límites del régimen de organización económico social vigente.

Todas expresan el interés de los trabajadores en tanto asalariados y ciudadanos, pero no en tanto expropiados.

El movimiento obrero y la etapa Kirchnerista

- Para caracterizar la relación entre el movimiento obrero y el gobierno en la etapa Kirchnerista, es pertinente considerar dos sub-periodos: 2003-2010 y 2011 hasta el presente Con independencia del “relato oficial”, en la primera etapa, el gobierno nacional conforma una alianza básica con el movimiento obrero de organización sindical (MTA-CGT, CTA), sin descuidar la alianza con sectores importantes de trabajadores activos o en reserva de organización barrial y territorial. De la misma manera el gobierno suma una alianza con un sector importante de las cámaras empresariales inscriptas en la corriente industrialista de la UIA y algunos sectores de la producción agraria, entre otros.

En un plano social:

- Sobre un mejoramiento general de la situación de vida de la población, el restablecimiento de las Convenciones Colectivas de Trabajo, permitió a los trabajadores organizados, recuperar el poder adquisitivo de los salarios, mejorar las condiciones de trabajo y fortalecer las organizaciones sindicales de base, con independencia de las permanentes divisiones en las instancias organizativas de tercer grado del sindicalismo argentino. En el plano social, una serie de políticas de estado en el campo de la asistencia y la previsión social, permitieron recuperar la concepción universal de la problemática social y mejorar considerablemente las condiciones de vida de nuestra población más necesitada.

- El corazón de esta gran alianza duró hasta el 2008/2009. A partir de ahí, en el plano internacional se inicia con la caía del Banco Lehman Brothers, una crisis financiera de importancia, que a pesar de las dificultades el país supo asimilar. Por otra parte y también en el 2008, una crisis profunda con las cuatro entidades más importantes del agro, llevó a una derrota parlamentaria con el rechazo a las retenciones a las exportaciones agropecuarias (circular 125). En el 2009, el oficialismo pierde las elecciones de medio término y una parte de los empresarios industriales se distancia. Comportamiento acostumbrado en nuestra historia, con una pseudo-burguesía nacional que nunca se constituye como tal,

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