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Entre el uriburismo y el peronismo, ¿puente o abismo?

Enviado por   •  13 de Marzo de 2018  •  6.196 Palabras (25 Páginas)  •  335 Visitas

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Los nacionalistas

Es crucial comenzar la caracterización de esta ideología que gobernó al país entre los años 1930 y 1932 remarcando una vez más su heterogeneidad. La composición del movimiento fue una mixtura de personalidades e intelectuales, tales como Alfonso y Roberto De la Ferrére, los hermanos Irazusta, Leopoldo Lugones, Ernesto Palacio, entre otros, unidos entre ellos principalmente por el antiliberalismo y la confianza depositada en la persona de José Félix Uriburu. Esto generó, como se verá más adelante, grietas en la ideología base del movimiento, que derivaron en discusiones entre intelectuales e incluso violencia entre diversas ligas.

Cuando se lo menciona a Uriburu como la primera figura del gobierno, o como la cara del gobierno, y no como el jefe de Estado o como el líder del movimiento, es debido a que detrás de él estaban todos los intelectuales nacionalistas que se encargaban de esbozar la ideología; la diversidad dentro de estos mismos intelectuales provocaba en muchas oportunidades la vaguedad en los discursos del presidente de facto. Para reforzar esta idea, “Rodolfo Irazusta y sus amigos se reservaban el papel de “cabeza”, quedando para Uriburu el papel de “espada””[8]; A pesar de no ser el principal pensador del proyecto de gobierno, se lo mitificaba como una persona fuerte y central en la doctrina debido a que se necesitaba combatir la leyenda viviente que era Hipólito Yrigoyen.

Uriburu llegó al poder tras el éxito del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 en el derrocamiento del presidente Yrigoyen. Para que la revolución haya resultado exitosa, fue necesaria la agitación callejera en los tiempos previos al golpe. De la misma se encargaron diversas ligas que conformaron al movimiento. La más importante quizás fue la Liga Patriótica, que ya en 1929 había publicado su manifiesto. Esta agrupación no difería demasiado del conservadorismo clásico, y se creía en el momento que era la unión entre todos los nacionalistas del país. A pesar de que su lema fuera “Balas sí, votos no”, decían defender la constitución y las leyes de la república. Un tiempo después de publicado el manifiesto de la Liga Patriótica, se creó la Liga de Mayo, que no tardó en enemistarse con la Liga Republicana. La Liga Patriótica Argentina había tenido peso a principios de la década de 1920, pero para 1930 ya había perdido mucho poder y adeptos frente a la LR.

Al momento de hablar de los ideales del nacionalismo del ’30, se pueden distinguir dos doctrinas, una negativa, es decir las críticas que los intelectuales hacían a otros, y la positiva; lo que había que respetar. La doctrina negativa puede ser resumida en una crítica a la democracia y al liberalismo. Si bien desde los discursos presidenciales estas críticas eran suavizadas, las verdaderas palabras eran dichas por los intelectuales de la época, como Lugones, quien tenía un lenguaje duro y directo a la hora de criticar, y personificaba la opinión gubernamental en el tema. De todos modos, el punto de vista en torno a la democracia varió en función del tiempo. Bien asumido el poder, J.F. Uriburu no criticó a mencionado sistema, debido a que debía cuidar alianzas con sectores liberales, pero transcurrido un tiempo endureció los términos.

A partir de esta redefinición de la postura, se vio a la democracia como algo ajeno a los pueblos latinos; algo que era necesario extirpar del país. Así es como se comenzó a criticar a la Ley Sáenz Peña de 1912, viéndola como una ley que sólo había permitido a las turbas inorgánicas elegir qué hacer con la patria. Por otro lado, se creía que la bajeza intelectual del electorado había sido la causa por la cual el parlamento había perdido calidad.

Varios de los intelectuales de la época veían al liberalismo como el causante de las tendencias izquierdistas, que se plasmaban en la democracia, que a la vez había provocado en el ámbito económico que los ricos tuvieran menos sin lograr que los pobres tuvieran más. Veían el liberalismo como el responsable de la subyugación de la nación a los intereses de las potencias extranjeras, y a la libertad de pensamiento y expresión se las veía como la causa del relajamiento de la cultura y la descomposición del pueblo.

Esta doctrina negativa necesitó crear un enemigo común, que a la vez se pudiera manifestar de diversas formas. Se comenzó por generalizar diversas ideologías opositoras al gobierno como el comunismo; pero también se acusó al radicalismo como la sistematización del socialismo. Cierto tiempo después, se integraron elementos. Terminaron por afirmar que tanto el socialismo como las finanzas internacionales eran instrumentos de la dominación israelita. Transmitiendo esta idea, Rodolfo Irazusta escribió: “Sabido es que la finanza internacional y el socialismo, lejos de ser potencias antagónicas, son los términos de una enorme organización que tiene por objeto supeditar la vida de las naciones al dominio de un poder superestatal y misterioso (…)”, y, cierto tiempo después, en otro artículo, dice: “tanto las finanzas como el socialismo serían los instrumentos de la dominación israelita (…)”[9]

El antisemitismo se expandió velozmente en Argentina y la creencia de que “esta fuerza habría llevado, desde la Revolución Rusa una “guerra de exterminio” contra el mundo civilizado” se viralizó y “las afirmaciones extravagantes sobre los judíos salieron del ámbito literario para penetrar en la propaganda política”[10].

Otra parte de la doctrina negativa fue la interpretación aristócrata y xenófoba de la cuestión social. Para los intelectuales nacionalistas del ’30, en la Argentina no había más que igualdad social, pero a partir de la llegada de inmigrantes extranjeros “disconformes y hostiles” (en términos de Leopoldo Lugones), se habían generado las luchas de clase y la disconformidad. Según Carlés, estos extranjeros odiaban a “todo lo que se opone a su naturaliza de rebelde rústico y taimado”[11].

Por esta visión de la cuestión social como producto de la disconformidad y el odio de clase traídos por los extranjeros, se creía que todo lo que fuera una medida social no era más que demagogia, hecha en perjuicio del contribuyente. Por eso, Lugones veía a las legislaciones sociales como causantes del encarecimiento de los costos de producción, y por ende de la pérdida de mercados y de riqueza y al obrerismo como una forma de privilegiar a los pobres.

A la hora de desarrollar la doctrina positiva del uriburismo, saltan a la vista los principales valores que buscaban representar, defender y respetar: nación, tradición y catolicismo. Para esto era necesario

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