La Verdad Detrás del Movimiento Antivacunas

La Verdad Detrás del Movimiento Antivacunas

Durante los últimos años en los medios de comunicación masiva, sobre todo en las redes sociales, un grupo denominado como «antivacunas» ha intentado esparcir su ideología, la cual cuestiona el uso de las vacunas, haciendo uso de argumentos poco lógicos, generalmente exagerados y carentes de alguna figura científica que los avale. Son varias las razones que hacen que este grupo de personas decida no vacunarse y por ende no vacunar a sus hijos, lo cual pone innecesariamente en peligro al infante y a quienes lo rodean.

Como mencionan los autores Cabello, Buller y Ruiz (2017) “a excepción del agua potable, no ha habido otra medida preventiva en el mundo con mayor impacto en la reducción de la mortalidad” (p. 58), las vacunas han sido de gran importancia en el desarrollo de la sociedad y gracias a estas muchas enfermedades mortales han logrado ser controladas y algunas erradicadas por completo, tal es el caso de la viruela que fue eliminada por completo desde el año 1977 según la Organización Mundial de la Salud, o el sarampión, el polio y la rubéola, padecimientos que están en proceso de ser erradicados por completo.

Los colectivos «antivacunas» se oponen a la inmunización alegando que estas pueden ser dañinas por el hecho de que son elaboradas químicamente, y que no son necesarias “porque el cuerpo produce los anticuerpos naturalmente”, otros crean  teorías y argumentan que las vacunas son simplemente parte de conspiraciones gubernamentales, la mayoría de los integrantes de este grupo están relativamente “informados”, ya que suelen investigar bastante para tomar una decisión así, pero el problema radica en que su información es rechazada por las figuras científicas y sus argumentos son generalmente exagerados y alterados en su beneficio.

        Uno de los argumentos más utilizados por este colectivo, probablemente el que suena más convincente si no hay investigación previa o al menos sentido común, es el hecho de que las vacunas contienen elementos dañinos para el organismo, siendo timerosal (compuesto a base de mercurio etílico) y aluminio los elementos más nombrados, lo cierto es que importantes personalidades en el ámbito de la medicina han desmentido esto y declarado que no tienen efecto negativo alguno debido a que la cantidad contenida en las vacunas es mínima.

Una de las personalidades que han rechazado lo anterior mencionado es el Dr. Antonio Rojas, Jefe del Servicio de Pediatría del Hospital Clínico de la U. de Chile, menciona que “La cantidad de mercurio de las vacunas que uno se pone durante toda la vida, no es más que el que uno come en una lata de atún" (2016, párr. 4), por lo que el timerosal queda descartado, haciendo mención que en el año 2006 la Organización Mundial de la Salud  declaró que no hay prueba alguna de toxicidad en las personas expuestas a este compuesto.

En 1998, bastó con un estudio para que se difundieran ideas equivocadas sobre las vacunas, parte de la preocupación de los «antivacunas» es atribuida a Andrew Wakefield, quien publicó para la prestigiosa revista médica The Lance , un artículo en el que relacionaba la vacuna triple viral con el surgimiento del autismo, dicho estudio fue desacreditado y declarado fraudulento, a parte de que su autor fue excluido del registro médico en 2010 por falsificación de datos en la investigación y abuso hacia menores con discapacidad, su licencia fue abolida en el Reino Unido.

Aun con las pruebas en contra de dicho estudio, muchos «antivacunas» siguen usándolo como referencia en defensa de sus argumentos y culpan a las vacunas del desarrollo de autismo en los niños, es cierto que durante los últimos años se ha notado un crecimiento en el porcentaje de niños con este padecimiento, pero fuentes científicas han descartado por completo que las vacunas tengan relación alguna con esta problemática, la cual no tiene un origen con el que se pueda relacionar.

Por último, es verdad que las vacunas pueden tener efectos secundarios y algunas veces no son del todo eficientes, pero esto depende de cada organismo, así como hay seres humanos que no pueden ser vacunados por distintas razones, estos son casos independientes, pero el hecho de que los que se encuentren a su alrededor estén inmunizados los protege de contraer enfermedades, es por lo mismo que la vacunación necesita ser parte del deber social de todas las personas, ya que una ideología en contra de esto afecta directamente a la salud pública. Como menciona Linde (2015), “no vacunar a un menor no solo le puede perjudicar a él, sino a quienes le rodean, ya que se debilita la inmunización de grupo” (párr. 7).