Práctica I. DIP II.
Enviado por Antonio • 4 de Junio de 2018 • 2.223 Palabras (9 Páginas) • 414 Visitas
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Si ya de por sí, la situación a nivel europeo es desalentadora, a niveles nacionales, nuestro país deja mucho que desear. Así, todo lleva a evidenciar el escaso compromiso de España con la institución de asilo. Numerosos son los países desde los que se solicita asilo en España, a los que hay que sumar la cantidad de personas que se agolpan en las fronteras españolas de Ceuta y Melilla esperando la confirmación y aceptación de su solicitud. En cuanto a los países que encabezan dichas solicitudes de asilo en España a lo largo del 2014 son: Siria, con 1.679, Ucrania con 946, Mali 620, Argelia con 309, Palestina con 209, Nigeria con 161 y Pakistán con 144[3].
Por último, no hay mejor forma de evidenciar y demostrar esta escasa colaboración de España que con la condena a España mediante una sentencia histórica por la violación del art. 13 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos por parte del CEAR ante el TEDH, tras haber vulnerado derechos tan importantes como el derecho a la vida en lo que se convirtió en un hito esencial
Tercera cuestión. Facta non verba, esta locución latina bien podría definir la opinión de muchos de los ciudadanos europeos que hemos estado asistiendo durante meses a una completa desidia por parte de las organizaciones internacionales sobre la aplicación del Derecho Internacional en materia de refugiados. Queremos hechos y no palabras. Hasta hace poco, por ejemplo, no se han tomado medidas efectivas contra la crisis de Siria. Eso sí, cojamos con pinzas el término “efectivas” porque las actuaciones internacionales no han resuelto el problema, al igual que en Palestina que, tras décadas de conflicto persiste una gran aglomeración de desplazados, agolpados en campamentos difíciles de mantener. Existe una gran brecha entre el marco teórico y el funcionamiento de la estructura internacional, tanto a nivel europeo como nacional.
Los Estados que tanto respetan el principio de legalidad deberían también aceptar estas normas de Derecho Internacional y directivas que no son más que una garantía de los Derechos Humanos, ya que los refugiados, son también sujetos de derechos, lo que se traduce en la necesidad de que disfruten de una vida totalmente digna luchando contra el pensamiento racista generalizado en Europa de nuestros días. El hecho de haber encontrado tal cantidad de normativa con respecto al asilo y refugio da que pensar que efectivamente la sociedad mundial y europea se ha concienciado sobre este grave problema que afecta a la Humanidad. Sin embargo, pasando a la práctica, comprobamos que esos ideales son más utópicos que reales puesto que los datos (objetivos) de la tragedia no demuestran ni de lejos ese compromiso del que tanto presumen los países democráticos, cayendo a nuestro parecer en una profunda hipocresía. No puede hablarse de política migratoria y de asilo sin hablar de democracia, de Estado de Derecho y, por supuesto, de Derechos Humanos.
Visto que la normativa reconoce el status del refugiado y encomienda la defensa de la dignidad inherente a este sujeto como humano que es… ¿Estaríamos entonces ante una Unión Europea y un Estado español laxos con la vulneración de estos preceptos legales del DI? Podría decirse que sí puesto que hasta hace poco su voluntad política no era lo suficientemente fuerte como para atajar el problema de los refugiados sirios que desde hace meses se agolpan en las fronteras de los países colindantes con Siria y con nuestras propias fronteras, sobre todo el Mediterráneo. Hasta hace dos días como quien dice no se ha tomado un acuerdo que refleje el compromiso que en espíritu la Unión Europea (o CEE) asumió en su fundación: la solidaridad, la protección de la Humanidad. Podría decirse que hasta el anunció de la partida de 35.000 millones de euros aprobada la pasada semana, apenas si se habían adoptado verdaderas decisiones que incidieran directamente en favor de todos aquellos que se han visto forzados a abandonar sus hogares, porque desgraciadamente ya poco se puede hacer por aquellos que han perecido bajos as aguas del Mediterráneo.
En las anteriores cuestiones, sin duda, hemos dejado indicado todos esos compromisos legales que tanto la UE como nuestro país han adquirido mediante la firma de tratados, resoluciones en OOII, convenciones o aprobación de leyes. Pero no sólo el papel o la rúbrica en los mismos nos hacen ser quienes nos somos. Son los actos, las políticas de la Unión, de nuestro Gobierno los que nos definen como nación, como pueblo. Apelemos a nuestra conciencia patria, ¿cuántos antecesores nuestros no tuvieron que emigrar, bien por la cruenta Guerra Civil, bien por la hambruna que marcó la época siguiente (sin olvidar la perspectiva política, que ahora no viene a lugar)?
La situación se agrava en nuestro país, ya que no cumple la normativa recogida en el DI ni las directivas de la UE y pone un sinfín de trabas para la entrada de refugiados en España. La sociedad no está mentalizada para asumir la acogida de todas estas personas necesitadas de ayuda. Por eso, nuestros gobernantes no toman cartas en el asunto y adoptan un rol de indiferencia con respecto a todo el marco normativo anteriormente nombrado. Es probable que si la sociedad estuviera más concienciada con esta triste realidad que estamos viviendo en el mundo, los gobernantes, por propio interés político, cambiarían su actitud.
Un ejemplo de la escasa concienciación e involucración de la población lo encontramos en las numerosas críticas que ha recibido el Ayto. de Madrid tras haber tenido una iniciativa totalmente positiva con los refugiados para su mejor atención, alegando que en el propio país no hay medios para ayudar a los españoles, por lo tanto tampoco debería haberlos para las personas que vienen de fuera, un pensamiento totalmente xenófobo y que evidencia claramente la desastrosa situación actual respecto a este tema.
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