2º Entrevista Alumnas Jesús-María

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Toda esa etapa es inolvidable, claro que sí, pero sinceramente creo que edad tiene su encanto, así que no volvería ni a esa etapa ni a ninguna otra. Quizá porque vivo rodeada de adolescentes, veo de cerca que, aunque es un momento bonito, es también intenso y difícil. Ya he pasado por ello ¡y con una vez tuve bastante! La madurez trae otras cosas maravillosas: serenidad, sensatez, seguridad en una misma…

- ¿Crees que en los programas de estudios se valora suficientemente la poesía? ¿Y qué sugerirías para que los jóvenes nos aficionáramos a ella?

Creo que depende demasiado de que al profesor que te toque le guste o no. Lo que sí tengo claro es que de pequeños todo se enseña con poesía: en educación infantil hay poemas/canciones para ponerse en fila, para lavarse las manos…Pero luego ese uso lúdico se va perdiendo, en primaria se extingue y de pronto en secundaria se pretende que el adolescente se enfrente a textos de lenguaje imposible. Pasar de Gloria Fuertes a Góngora es absurdo y contraproducente. Góngora es maravilloso, pero necesita un entrenamiento. Y ese entrenamiento puede hacerse con autores y textos adecuados, que los hay, y muchos.

Al contrario de lo que muchas personas piensan, a los adolescentes en general les gusta la poesía cuando consigues dar con el texto/autor adecuado, porque la poesía ayuda a definir lo que sientes, y los adolescentes necesitan más que nadie poner nombre a lo que les bulle por dentro.

Así que, para aficionar a la poesía a los jóvenes, la clave es transmitirla con pasión y seleccionar muy bien qué menú ofrecer: variado y nutritivo. Y aprovechar las canciones, el rap y todo lo que hable un lenguaje cercano a vosotros.

- ¿Cuál es tu inspiración a la hora de escribir tus poemas?

Por lo general una imagen, un momento que a mí me parezca emocionante y que atesoro, porque, como decía muy bien Bécquer, “cuando siento no escribo”. Esa sensación ha de atesorarse, enfriarla y luego ya emplear la palabra para tratar de expresarla buscando un equilibro entre razón y corazón. Si en la poesía solo hay razón, resulta fría; si sólo hay corazón, empalagosa. Y trabajar mucho, muchísimo, el material del que poeta dispone: el lenguaje. Sin trabajo, sin estudio, sin conocer a fondo las herramientas, no hay talento que brille. Así que el poeta nace, pero si no se hace, no hay nada que hacer (valga el juego de palabras).

La inspiración de mi primer libro parte del concepto “el eje del mundo”, que es un concepto presente en muchísimas culturas: el de un eje que une el cielo con la tierra y a la vez con el inframundo, aunque cada civilización dé nombres diferentes a esos espacios. Por eso en el libro salen tantos árboles, porque hunden sus raíces en el suelo, su tronco está en el aire y su copa en el cielo. No en vano son adorados en muchas culturas.

En el segundo libro, Reino de esponjas, ya dije que mi inspiración fue la maternidad, mientras que en el tercero, Tratado sobre luciérnagas, ha sido la luz, concepto que me apasiona por su riqueza simbólica: la luz es el conocimiento, la esperanza, la vida pero también la muerte…