A Paula, con los kilómetros de entonces.

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Todo ha sido más difícil desde ese último párrafo, incluso la idea de tener que entregarte la carta me atormenta. Pero bueno, ¿qué es lo peor que puede pasar?

Hoy retomamos las salidas en bicicleta. La familia llega y el año acaba. Presentí llamarte pero me ganaste de mano, supongo que es muy buen signo, supongo. Escribirte se ha convertido en un ejercicio de encuentro, una vez me dijiste que escribirse cartas con alguien es entrar al riesgo de enamorarse, y sí. Por ello he reducido la intensidad de escritura, estoy apostando a que estés escribiendo algo similar y eso no lo sé. Ahora tengo 2 libros que me ocupan, espero el 31 para llamarte, escucharte e intentar iniciar el año con vos.

Y bien, te llamé. Este nuevo año es muy prometedor: expectativas, sueños y retos se agolpan en la mente de todos. Yo espero que este Enero sea llevadero y no tan largo como acostumbra ser. Por lo que resta prometo no regresar a este texto hasta nuevo aviso, señal de humo o semejante.

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Aquí de nuevo. Han pasado días, algunos acontecimientos, miradas, sonrisas, gentes, despedidas y demás. Quería llegarte de sorpresa a la iglesia, y ese abrazo pagó el viaje. Ya me hacía falta un respiro. Pienso en lo que vendrá.

Cada paso me trae acá, a estas letras. Ayer confesaste que te gustaba, y es probable que sea el preludio de muchas cosas buenas, el fin de mi zozobra entre otras. Sé que te inquietan muchas de ellas, y que tu pasado no es muy tranquilo, pero no vine acá a encender fantasmas ni a hipotecarte el futuro. Y bien, si algo he aprendido es a bajar la guardia y usar mi teoría de la resignación, y de algo estoy seguro: no te obligaría a nada.

…Meses, días, horas, minutos, abrazos, sueños y más abrazos…

Todos hemos cambiado en este tiempo. El hoy es todo. ¿Qué ha sido de mí? No lo sé. Hoy es 18 de abril de 2016, es tu cumpleaños y con la responsabilidad en mis manos y menos tranquilidad que fuerza me obligo a apuntar algo para vos. Y es difícil, te conozco, pero este momento no es muy nuestro. Vulnerables y eternos… ¿lo recuerdas?

Tengo miedo, miedo de equivocarme, de dejarte ir, de resignarme. No sé si fui sensato o si me voy a arrepentir siempre pero de algo estoy seguro, conocerte ha sido un privilegio. Los recuerdos cuentan solos la historia, las sonrisas, las canciones, las miradas, las cartas, la distancia. Gracias, gracias por correr tras el viento. Gracias por dejarme ser yo, por enseñarme que puedo sentir, por ser mi polo a tierra, por acudir a las locuras cuando la explicación de los amores no es la cordura, por ser sincera, por arriesgarte, por ser fuerte, por tomar decisiones, por dejarme tomarte de la mano, por cuidar de nosotros. Nunca dejes de cantar, de sentir, de servir. Siempre voy a estar para vos, así el final no traiga “y fueron felices y comieron perdices”. Te amo, prácticamente.

Dayron.

…Maletas, una junto a otra, en una consigna.

Quizá una cierta noche el mismo sueño

Desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio

no es más que una continuación,

y el libro de los acontecimientos

se encuentra siempre abierto a la mitad.

De “Fin y principio” 1993

Wislawa Szymborska (1923)