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El mayor mensajero de la paz de Jehová

Enviado por   •  5 de Diciembre de 2018  •  8.322 Palabras (34 Páginas)  •  231 Visitas

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5 Guerrear contra otros seres humanos, como lo han hecho muy a menudo los que se llaman cristianos, particularmente en este siglo XX, les resulta impensable a los cristianos verdaderos (Santiago 4:1-4). Es cierto que ellos guerrean contra las enseñanzas que representan a Dios en falsos colores, pero este guerrear tiene como objetivo ayudar a las personas, no perjudicarlas. El cristianismo verdadero es totalmente contrario a la persecución por razón de divergencias religiosas y a la violencia física por motivos nacionalistas. “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes —dijo Pablo a los cristianos de Roma—, sean pacíficos con todos los hombres.” (Romanos 12:17-19; 2 Timoteo 2:24, 25.)

6 Hoy la paz de origen divino se halla únicamente entre los verdaderos adoradores de Jehová Dios (Salmo 119:165; Isaías 48:18). Las diferencias políticas no perturban su unidad, pues, sin importar dónde vivan, mantienen una postura de neutralidad en los asuntos políticos (Juan 15:19; 17:14). Puesto que están “aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”, ningún tipo de discrepancia religiosa amenaza su paz (1 Corintios 1:10). La paz de que disfrutan los testigos de Jehová es un milagro de tiempos modernos, un milagro que Dios ha producido de acuerdo con su promesa: “Nombraré la paz como tus superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas” (Isaías 60:17; Hebreos 8:10).

¿En qué sentido hay un “tiempo para guerra”?

7 Pese a su postura pacífica, los testigos de Jehová consideran que este es principalmente un “tiempo para guerra”. No una guerra literal, por supuesto, pues obligar por la fuerza de las armas a la gente a aceptar el mensaje bíblico contradiría la invitación de Dios: “Cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida” (Revelación 22:17). No hay lugar en el cristianismo para las conversiones forzadas. El guerrear que llevan a cabo los testigos de Jehová es estrictamente espiritual. Pablo escribió: “Las armas de nuestro guerrear no son carnales, sino poderosas por Dios para derrumbar cosas fuertemente atrincheradas” (2 Corintios 10:4; 1 Timoteo 1:18).

8 La principal de “las armas de nuestro guerrear” es “la espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios” (Efesios 6:17). Esta espada es poderosa. “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y su tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12.) Los cristianos pueden derrumbar con ella “razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios” (2 Corintios 10:5). Les permite poner al descubierto doctrinas falsas, prácticas perjudiciales y filosofías que reflejan la sabiduría humana y no la divina (1 Corintios 2:6-8; Efesios 6:11-13).

9 Otro tipo de guerrear espiritual es el que se lleva a cabo contra la carne pecaminosa. Los cristianos siguen el ejemplo de Pablo, quien admitió: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no llegue a ser desaprobado de algún modo” (1 Corintios 9:27). A los cristianos de Colosas se les aconsejó que amortiguaran “los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia, que es idolatría” (Colosenses 3:5). Y el escritor bíblico Judas exhortó a los cristianos a luchar “tenazmente por la fe que una vez para siempre fue entregada a los santos” (Judas 3). ¿Por qué debemos hacerlo? Pablo contesta: “Si ustedes viven de acuerdo con la carne, de seguro morirán; pero si por el espíritu hacen morir las prácticas del cuerpo, vivirán” (Romanos 8:13). En vista de estas claras palabras, debemos seguir luchando sin cesar contra las malas tendencias.

10 Otra razón por la que puede considerarse el presente como un tiempo para guerra es que “el día de la venganza de parte de nuestro Dios” es inminente (Isaías 61:1, 2). En 1914 llegó el tiempo señalado de Jehová para establecer el Reino Mesiánico y autorizarlo a guerrear contra el sistema de Satanás. El tiempo que se le concedió al hombre para experimentar con el gobierno humano sin la interferencia divina expiró entonces. En vez de aceptar al Gobernante Mesiánico de Dios, la mayoría de la gente sigue rechazándolo, tal como sucedió en el siglo primero (Hechos 28:27). En consecuencia, ante tal oposición al Reino, Cristo se ha visto obligado a ‘ir sojuzgando en medio de sus enemigos’ (Salmo 110:2). Afortunadamente, Revelación 6:2 promete que él ‘completará su victoria’. Lo hará durante “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso [...], que en hebreo se llama Har–Magedón” (Revelación 16:14, 16).

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1:6; 2:1. ¿A quiénes se les permitía presentarse ante Jehová? Entre aquellos que tomaban su puesto delante de Jehová se contaban su Hijo unigénito (la Palabra), los ángeles fieles y los hijos angélicos de Dios que habían sido desobedientes, incluido Satanás (Juan 1:1, 18). Estos últimos no fueron expulsados del cielo sino hasta poco después del establecimiento del Reino de Dios, en 1914 (Revelación [Apocalipsis] 12:1-12). Al permitirles estar en su presencia, Jehová expuso delante de todas las criaturas espirituales el desafío y las cuestiones que planteó Satanás.

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Paz y seguridad... mediante el Reino de Dios

“LOS Propósitos de las Naciones Unidas son: 1. Mantener la paz y la seguridad internacionales.” (Carta de las Naciones Unidas.)

Este es un ideal encomiable, por no decir otra cosa. Pero, como hemos notado, los resultados de los últimos 40 años muestran claramente que las Naciones Unidas no han podido “mantener la paz y la seguridad internacional”. Tampoco contribuirá a ello el que se declare 1986 como el “Año Internacional de la Paz”.

Hay solo una manera de establecer paz y seguridad duraderas en la Tierra... mediante el Reino de Dios en manos de Jesucristo. Este es el verdadero gobierno celestial por el cual Jesús enseñó a sus seguidores a orar. (Mateo 6:9, 10.) Pero ¿por qué tendrá éxito, si las Naciones Unidas han fracasado? En palabras sencillas: el Reino de Dios tendrá éxito por las mismas razones que las Naciones Unidas no han tenido éxito.

Se requiere algo más que sabiduría humana

En nuestro número anterior dijimos que una razón por la cual las Naciones Unidas están destinadas

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