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LOS MEXICANOS RAZA PLANETARIA

Enviado por   •  11 de Enero de 2019  •  5.132 Palabras (21 Páginas)  •  338 Visitas

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Mexihcco y xalisco pueblos que se desconocen así mismos

Es refrán popular decir que “Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata” ; sin embargo, casi siempre perdemos y nos han cercenado prácticamente hasta donde han querido o apáticamente hasta donde hemos permitido. El pueblo de Jalisco, como el de México , hemos sido la tierra de nadie porque no nos conocemos a nosotros mismos ni nos hemos aceptados como somos, desconocemos nuestras antiguas palabras (Huehuetlatolli), por lo que es menester desenterrar el pasado y rescatar nuestra historia no para conocernos a nosotros mismos o el nosce te ipsum, para la aceptación de nuestra raza: no somos conquistados o vencidos ni conquistadores o vencedores, todos somos una nueva raza con peculiaridades propias que nos caracterizan y dan personalidad, originando nuestro volksgrist o esperitu colectivo que ronda por doquier pero que no hemos materializado en nuestro accionar cotidiano. Somos hijos de la misma madre y del mismo padre: o todos hijos o todos entenados. Las razones de nuestro desconocimiento son varias, el no aceptarnos como pueblo mestizo obedece a razones e intereses diversos.

La historia de los vencidos es “leyenda negra” allende los mares.

La historia se escribe por los vencedores

Gran parte de nuestra historia se encuentra oculta y ocultada por la iglesia católica.

Nuestra historia, testimonios, obras de nuestros antepasados ,

Códices de culturas centenarias han sido objeto de saqueo, robos o se han convertido en piezas de museos extranjeros. Gran parte de nuestra historia ha sido escrito y se está escribiendo por autores extranjeros, fabulas fantásticas que, salvo muy honrosas excepciones, nos denigran y nos ven desde su óptica muy particular

Impregnada de sus intereses y valores no existe ciencia social neutra.

A partir de la ignorancia del origen, no aceptamos nuestra raza, la más joven del mundo en el territorio más prodigiosa en extensión y riquezas; por tanto, es una hipocresía de carácter dominante hegenomica, la que se ha grabado en la memoria colectiva de nuestro pueblo al rechazar o denigrar al indígena o al español, lo cual, automáticamente implica degradación del producto: nosotros, porque es desprecio a nuestros ancestros, a nuestros padres;por tanto nos autodespreciamos y autodestruimos: ni indiginistas ni hispanistas, ni malinchistas ni chauvinistas, simplemente mexicanos y jaliscienses en igual formal y material. Renunciar al indio y al hispano es avergonzarnos de nuestra raza, color, sangre y volver la vista hacia el oprobio; escondemos la cabeza en el hoyo negro de la ignominia y el inconsciente colectivo malformado se acrecienta a través de los medios de comunicación o dominación, que han sembrado en nuestras mentes el neomalinchismo. En el mismo sentido, desde la composición de la nueva Galicia hemos estado separados los del caso urbano de los mezquitan, analco y mexicaltzingo. No estamos integrados. Nos sentimos orgullosos de un criollismo inexistente y seguimos despojando de sus tierras a los wirarricas náhuatl, les imponemos y exigimos que abracen una religión que no sienten ni conocen, los discriminamos de nuestros beneficios pero los explotamos en su perjuicio; a los verdaderos dueños de nuestras riquísimas tierras, por siglos los colonizamos internamente. No obstante en la independencia y en la revolución los hemos utilizado para cambiar el poder de manos, pero no compartimos con ellos las conquistas hechas en su nombre y con su sangre. Es indudable que le proceso de denigración del indígena, del hijo ilegal y del anticristiano fue usado con fines de dominación; no obstante que la reina Isabel de castilla igualo a nuestros ancestros de América con los españoles, aunque las órdenes y edictos se leían, no se cataban. Todas estas conductas, al afán de dominio, la explotación de las tierras con el trabajo de los antiguos dueños o despojados en beneficio del conquistador; el discurso a favor o en contra del gobierno por parte del clero católico ( que presenta divisiones internas marcadas: el pulpito siempre ha incubado rebelión); los gobernantes que compran los cargos públicos con fines mercantilistas ; y la transformación del huehuetlatoani a virrey, de tonatzin a la guadalupana, han creado procesos de simulación, de corrupción y nosotros somos actores de una gran farsa que arrastra la marca del aprobio: melancolía, desconfianza, agresividad, impotencia, ignorancia y receló de cualquier gesto, movimiento o palabra; todo es ofensa y preferimos adelantarnos en la ofensa, mascaras ocultas en que hasta las sonrisas son puñales: por eso somos bien machos y no nos rajamos.

La conquista perpetua

Los hombres siempre serán los que les plazca a las mujeres. Dentro de las comparsas dispersas, suprimen los ritos chimalhuacanos por el paganismo del 12 de octubre. Día de la raza en que bailamos a la zapopana con ritmos y vestimentas prehispánicas y utensilios de los barbaros del norte. La conquista no fue hecha ni por cervantes ni por Lope de vega; los barbaros no crearon procesos culturales, los enterraron, elaboraron un nuevo discurso histórico en lengua diversa analfabetizando, ipso facto, a toda la población, convirtiéndola al judeo-cristianismo que emerge de una concepción teocrática, militar, con fines de dominio. El conquistador pasa hacer un remedo de historiador escatológico que trata de borrar la memoria histórica. Esta marginación histórica a lo largo de varios siglos se abre hacia dos polos opuestos: en la cima unos cuantos y en la sima la mayoría; lo cual se refleja en los procesos políticos, las luchas de las logias, la posición del clero y los militares y la indefinición de nuestros políticos hacia las fuerzas del centro y regionales que se iban imponiendo: hemos estado al mejor postor, en cuanto al cuerpo social y solo muy pocos políticos y grupos han mantenido su línea de servir a nuestros intereses. Si bien es cierto que hubo gobernantes y políticos que se han opuesto al centro, también lo es que no encontraron eco social ni apoyo de la sociedad jalisciense. En concreto no existe un peso político en nuestro ente a nivel estatal, no digamos en la esfera regional o en el contexto nacional, a la altura de nuestra tierra. Y no es por falta de talento, si no por individualistas, carentes de mística y de solidaridad, principalmente.

Nacimos intolerantes

Entonces somos hijos cristianamente de la malinche y bailamos al dios del medio oriente a ritmos prehispánicos que

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