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La Epidemia del dinero y el prestigio. Un ensayo acerca del público renacentista inglés

Enviado por   •  27 de Noviembre de 2018  •  1.829 Palabras (8 Páginas)  •  360 Visitas

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En el siguiente fragmento del Fausto de Marlowe, se da a conocer o a recordar la destrucción del puente de Amberes:

FaustoSí, haré que los espíritus que me sirvan

inventen para el fragor de la guerra

máquinas más asombrosas que el navío del fuego

que destruyó el puente de Amberes.(2002, p.56).

Los autores teatrales sabían esto, es por ello que sus temas predilectos fueron los que articulaban polémicas de ese momento histórico. Bregazzi cataloga estos temas en la siguiente lista: actitudes polémicas, críticas del sistema, desafío a los códigos de comportamiento, retratos satíricos de conocidos personajes y situaciones o acontecimientos inconcebibles (como la destitución de un monarca). Los cuales eran vertidos en el “modelo de las obras de venganza y llenas de violencia, corrientes en la época y tan del gusto del público isabelino” (Wright, 1965, p. 106).

“¡El teatro es para ociosos! ¡El teatro debe ser cerrado, sólo pone en peligro la seguridad nacional! ¡Los jóvenes ya no atienden a sus amos, ya no quieren ir a la iglesia!” Decía un señor de talla mediana, con la piel agrietada y con los cabellos tan blancos como el bicarbonato de sodio. Precisamente se pensaba que el único fin de esas obras era el entretenimiento, pero iba más allá de eso. Servía para informar a la gente, para que tengan un lugar de encuentro y poder formarse una opinión acerca de lo que pasaba en su país. Aunque los ciudadanos eran analfabetas, eso no les impedía el ímpetu por conocer.

Otra de las características de este público era su variedad, pues en una misma función podían entrar desde los más pobres hasta los más ricos, incluyendo a nobles e incluso la propia reina y Jacobo I. Definitivamente, la tarea de los autores no era nada sencilla, pues tenían que complacer a cada uno de los espectadores con la misma obra teatral, es por ello que en sus dramaturgias aparecían personajes pertenecientes a las distintas clases sociales.

Un ejemplo de ello se puede observar en La duquesa de Amalfi de John Webster:

DuquesaQuisiera escuchar qué opináis vosotros

de Antonio.

2° oficialNo podía soportar el puerco; diríase que su excelencia

le tendría por judío […] (vv: 1074-1077)Se decía que era hermafrodita, pues que no soportaba

la compañía de mujeres. (vv: 1084-1085)(Webster, 1623).

El autor escribe y dirige pensando en su público, pues de nada le sirve si sus obras no son vistas, no sería redituable. Respecto a esto, Bregazzi menciona que: “Se puede trazar una relación de causa y efecto entre función, género y texto: el género determinará el texto, a la vez que la función comunicativa específica determinará el género según el tipo de público al que va dirigido” (p. 63).

Además, el público era exigente. Error grave si le mostrabas algo improvisado o de temas fuera de lo que querían ver. Si se aburrían, empezaban a conversar entre ellos; si ese aburrimiento aumentaba o consideraban lo que veían como desagradable, empezaba a llover entre nubes de manos y desde todas direcciones frutas de temporada y de la más variada selección, obligando a los desafortunados actores a salir de escena. Lo que quitaba reputación a la compañía que hubiera montado obra tan desastrosa, cosa que no podían permitirse, pues eso significaba que corrían riesgo de desplome.

¡Silencio! Quiero escuchar

― ¿Te enteraste de lo que hizo la reina?... Les dio como cuatrocientos chelines a los del Globe para que representen en el palacio real una obra que alabe su vida, al menos eso me dijo Lawrence. Ah, y que además sólo ella la va a poder ver.

― Pues a mí me dijo Michael que la obra que pidió la reina es para difamar a sus parientes, en especial al tal Jacobo, y que dejarían las entradas sin costo de peniques o chelines.

Los murmullos se desvanecen súbitamente, se ha empezado a escuchar un silencio que abraza el rugir de una trompeta, y juntos recorren con aires de grandeza cada rincón del teatro. En el escenario aparece un hombre:

― Cuánta vida te veo al pasar frente a todos, y cuando te veo mi vida pasa frente a todos. Pero esta vida no es sólo mía, sino que es a tu gusto por el gusto de quienes te miran. Así entrego mi piel, mis ojos, mi lengua a tus caprichos. Has lo que te plazca, no importa si para complacerte he de consumir venenos o regocijarme con el frío ardiente del acero. Sólo una petición hago para tu conocimiento, permite a todos presenciar las noticias verdaderas, no importa que los menos favorecidos estén al fondo, pero que estén. Una cosa más, procura los mejores comediantes, pues el perdón se pierde si estos son bañados con jugos de carnosas frutas. Pues son los ojos que nos miran más severos que la justicia de Dios.

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Bibliografía

Bregazzi, Josephine. (1999) Shakespeare y el teatro renacentista inglés. España. Ed: Alianza.

Marlowe, Christopher. (2002) Fausto. Madrid, España. Ed: Cátedra.

Shakespeare, William. (2006) Shakespeare. [Tomo VI]. Madrid, España. Ed: cil

Shakespeare, William. (2006) Shakespeare. [Tomo VII]. Madrid, España. Ed: cil.

Webster, John. (1623) La duquesa de Amalfi. Recuperado en: http://emothe.uv.es/biblioteca/textosEMOTHE/EMOTHE0174_LaDuquesaDeAmalfi.php

Wrigth, Louis. (1965) Shakespeare y la Inglaterra de su tiempo. Barcelona, España. Ed: Albón, Medellín.

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