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Modelo ecologico.

Enviado por   •  9 de Octubre de 2017  •  1.600 Palabras (7 Páginas)  •  444 Visitas

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b. Dimensión cognitiva: el progenitor violento presenta una percepción rígida y estructurada del mundo, ideas cerradas y escasa flexibilidad. El niño maltratado, por su padre, se percibe a sí mismo como “sin salida”, vivenciando al mundo como hostil. En los adolescentes aparecen ideas de suicidio u homicidio.

Tanto los niños como los adolescentes se evalúan como tontos, molestos e inútiles.

c. Dimensión interaccional: entre el padre/madre que maltrata y su hijo se crea un vínculo dependiente y posesivo que evidencia una fuerte asimetría y roles complementarios: sumisión, obediencia y temor, por parte del niño, y autoritarismo y ejercicio del poder, en el adulto.

d. Dimensión psicodinámica: respecto de este punto, la situación de niños y niñas es diferente. Lo característico de los varones, como consecuencia del aprendizaje social, es un hiperdesarrollo del yo exterior (hacer, lograr, actuar) y la represión de las emociones, que facilitan la identificación con el agresor, mientras que las niñas presentan distintas formas de sumisión y dependencia, unidas a síntomas psicosomáticos (sensación de asfixia, vómitos) y sentimientos de indefensión e impotencia. También en las niñas aparece un mecanismo psicológico, la indefensión aprendida, un concepto planteado por Seligman(1975) y retomado luego por Wolker (1979) que permite entender por qué los niños aceptan la violencia. Para que se geste el aprendizaje de la indefensión, las agresiones o ataques han de ser imprevisibles, ineludibles e incontrolables. Tras los primeros episodios, y ante la incapacidad de manejar las conductas del agresor, la situación de inseguridad y falta de control en la que vive el niño le genera ansiedad extrema y alerta permanente que, a su vez, provocan pasividad, bloqueo, inmovilidad y confusión de ideas. La indefensión aprendida acarrea estados depresivos que se manifiestan en la lentitud en la respuesta voluntaria, en las creencias negativas sobre el futuro. Este desamparo interiorizado se refuerza mediante el ambiguo, lento o inexistente amparo social.

Tolerancia cultural:

En relación con el macrosistema, es necesario definir el concepto de “tolerancia cultural” el cual supone que cada comunidad o grupo social tolera, soporta y permite de algún modo, con su indiferencia o su consentimiento, ciertas formas de violencia que se evidencian en los numerosos dichos populares que aceptan el castigo físico como una forma de educar y hasta de amar, como “la letra con sangre entra” o “porque te quiero te aporreo”.

Este modelo conceptual es explicado por Belsky (1980) de la siguiente manera:

Al tiempo que los padres abusivos entran al microsistema familiar con una historia que puede predisponerlos a tratar a los niños de una manera abusiva o negligente( desarrollo ontogenético), existen factores de estrés, tanto en la familia inmediata (microsistema) como más allá de esta (exosistema), que incrementan la posibilidad de ocurrencia de un conflicto entre padre (o madre) e hijo. El hecho de que la respuesta de un padre frente a este conflicto tome la forma del abuso infantil es una consecuencia tanto de la propia historia de infancia del padre como de los valores y prácticas de crianza infantil que caracterizan a la sociedad o subcultura en la cual el sujeto, la familia y la comunidad se encuentran inmersos.

ALGUNOS APORTES DEL PSICOANÁLISIS A LA PROBLEMÁTICA DE LA VIOLENCIA:

El psicoanálisis también ha intentado dar respuesta a la problemática del maltrato infantil a través de conceptualizaciones que, si bien no explican el fenómeno en su totalidad, ayudan a comprender y analizar la compleja trama de la violencia.

Desde esta teoría se considera que la agresión y la violencia constituyen una expresión de la pulsión de muerte, inherente a todo sujeto, que se opone a la pulsión de vida y que, lejos de construir, destruye, aniquila, fractura al otro y al sujeto mismo. Es, en esencia, destrucción o autodestrucción (Freud, 1920 y 1930).

Otro concepto importante, vinculado con la pulsión de muerte, es el que Freud, en “Más allá del principio del placer”, denominó “compulsión a la repetición”. Mientras la pulsión de vida apunta a la ligazón, la creatividad y el progreso, la de la muerte insiste en la repetición constituye un mecanismo inconsciente por el cual el sujeto revive o actualiza, en forma activa, situaciones de su pasado que fueron dolorosas, penosas y que sufrió en forma pasiva.

Esta compulsión, también llamada por lo general, “demoníaca” (1920), explica asimismo algo que comúnmente se observa en los padres abusivos: por lo general, han sido maltratados durante su infancia y revelan una compulsión dolorosa a repetir esa situación traumática.

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