Perspectiva de género en las migraciones transnacionales
Enviado por Christopher • 11 de Junio de 2018 • 3.164 Palabras (13 Páginas) • 411 Visitas
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A la hora de la selección del país al que emigrar, las variables que principalmente se tienen en cuenta son la cercanía geográfica y su capacidad de producción, para poder generar los recursos necesarios a enviar al país de origen. Las responsabilidades de género son fundamentales en la articulación de los modelos migratorios, ya que la permanencia de los hijos en el país de origen es una situación que representa a la gran parte de las mujeres migrantes, implica que ellas se convierten en el primer sustento económico de la familia y a la vez tengan que cuidar los vínculos afectivos familiares. En este sentido, se puede decir que la migración trae consigo ganancias y pérdidas, ya que conlleva un mejor posicionamiento económico que el que tenía en su lugar de origen, lo cual le da seguridad y provee a su familia, pero a la vez tiene la pérdida de encontrarse en una situación en la que se desarrollen trabajos poco cualificados y sin tener opciones para poder cambiar esa situación.
Teniendo en cuenta que los principales trabajos de la mujer que migra se encuentran en el sector servicios, muchas de ellas en los hogares, lo cual hace que no estén dadas de alta en la seguridad social, no coticen y por lo tanto signifique la pérdida de permiso de residencia y el acceso al sistema sanitario, acentuándose la situación de marginación y explotación laboral. Se trata de mujeres y familias que van estando cada vez más desprotegidas ante accidentes laborales o enfermedades.
Relaciones familiares transnacionales: maternidad transnacional y cadena de cuidados
En cuanto a las relaciones familiares transnacionales, se considera que la vida de estas familias son una reproducción social más allá de las fronteras. Brycenson y Vuorela entienden estas familias como familias que viven separadas por un período de tiempo, pero que a pesar de esto permanecen juntas y generan una sensación de bienestar, un proceso que denominan “parentesco a través de fronteras nacionales”. Son familias, por lo tanto, que no se definen e identifican por cuestiones biológicas, relaciones de consanguinidad, sino que son construcciones sociales que median entre sus miembros las desigualdades en lo referente a capacidad adquisitiva, movilidad o estilos de vida.
Las cadenas de cuidados que componen las personas que migran, dentro de los países a los que han llegado, muy lejos de su país de origen, se componen principalmente por mujeres, en algunos casos también varones, aunque suele ser menos frecuente. Las cadenas de cuidados son cadenas de dimensiones internacionales que se conforman con la finalidad de sostener la vida cotidiana, y donde en los hogares se transfieren trabajos de cuidados de unas personas a otras, principalmente sostenidos en base a ejes de poder, tales como el género, clase social o lugar de procedencia. Un ejemplo simple de cadena de cuidados, puede ser por ejemplo una familia francesa que ha decidido contratar una mujer nicaragüense para que se encargue de las tareas del hogar o el cuidado del abuelo. Tomaron la decisión de contratarla para el cuidado constante del abuelo porque entre todos los hijos no salía a un precio caro. La mujer que es contratada ha emigrado para poder enviar ingresos a su familia en el país de origen, donde ha dejado sus hijos a cargo de su madre.
Los hombres y las mujeres tienen una figura diferente en las cadenas de cuidados, siendo las mujeres quienes asumen las tareas de cuidados, convirtiéndose en protagonistas activas de cuidados. En este sentido el trabajo femenino es equivalente a trabajo mal pagado, un trabajo carente de consideración social. El trabajo de las mujeres inmigrantes deja en claro que son ellas y no otras quienes se encargan del cuidado de los hijos, ancianos y el hogar.
La maternidad transnacional es un término que se acuñó a raíz de situación de madres latinoamericanas en Estados Unidos, donde se adaptaron y reconstruyeron la relación sus hijos para acomodarse a la separación. Este tipo de maternidad supone un reto para la normas establecidas en relación al género, por un lado, que las mujeres migren a otros países con el fin de realizar actividades remuneradas, incluyendo la capacidad de enviar cantidades de dinero a sus países de origen, implica un reto dentro de la ideología en la que el hombre es el proveedor de recursos y la mujer cuidadora. Por otro lado, las construcciones sociales entre madre e hijos se ven confrontadas por esta migración, ya que se promueven mitos sobre “malas madres” que dejan abandonados a sus hijos, que los ponen en situación de riesgo o que rompen con los lazos familiares.
En relación a la situación de estas mujeres que han migrado y están en otro país trabajando, hay que señalar que es frecuente que estas mujeres se sientan culpabilizadas, en muchas ocasiones por la separación de sus hijos y la desintegración familiar que se deriva de este hecho. Estas separaciones son interpretadas como abandonos, y se consideran las responsables de una derivación de sucesos que le acompañan, tales como el fracaso escolar o abandono temprano de la escuela, embarazos prematuros o no deseados, marginación, aislamiento, adicción a las drogas, etc. Por otro lado, cuando los varones son quienes migran, son vistos como aventureros, teniendo reconocimiento por la contribución económica que hacen con las remesas. En la visión de las mujeres suele tener más peso la condición de madres que han abandonado a sus hijos, y los han dejado al cuidado de otros.
Otra cuestión interesante tiene que ver con la manera en la que las migrantes dejan atrás los roles tradicionales de género, convirtiéndose en mujeres empoderadas y económicamente independientes por migrar a otros países. Esta cuestión se puede abordar de dos formas diferentes, en primer lugar considerando que a raíz de las migraciones se da un cambio en la reconstrucción de los roles de género, y por otro lugar considerando esta situación como una derivación de la forma conservadora de los roles de género. La realidad es que pocas veces los padres son quienes asumen la responsabilidad de hacerse cargo de los hijos cuando las madres migran. En lugar del padre, son otros miembros femeninos de la familia quienes asumen ese papel, lo cual conlleva una sobrecarga de trabajo. Debido a la consideración de los roles de género basados en la responsabilidad materna para el cuidado de los hijos, las mujeres migrantes tratan de reponer sus expectativas maternales enviando la mayor cantidad económica posible, sin tener en cuenta en numerosas ocasiones su propia situación económica. Las consecuencias de esto derivan en una falta de integración social y económica de las mujeres, lo cual puede llevarles a una pobreza crónica.
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