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Sujetos silenciados en el ámbito hospitalario

Enviado por   •  27 de Septiembre de 2018  •  4.024 Palabras (17 Páginas)  •  299 Visitas

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En esa época se produce una transformación del saber médico. Se desplaza la mirada que se mantenía sobre la enfermedad. La misma pasa a despegarse de la concepción de fenómeno natural, a considerase como naturaleza, pero provocada por la acción del medio sobre la persona. Esas acciones serán entonces la base sobre la cual se desarrollan diferentes especies de enfermedades.

Es allí, en el ajuste entre el desplazamiento de la intervención médica y la aparición de la disciplina en el ámbito hospitalario, donde se produce el origen del hospital médico. La función de esta disciplina hospitalaria consistirá en “(…) garantizar las averiguaciones, la vigilancia, la aplicación de la disciplina en el mundo confuso de los enfermos y de la enfermedad, y en transformar las condiciones del medio que rodeaba a los enfermos.” (Foucault, 1996: 76).

Así es como nace el hospital: de las técnicas del poder disciplinario y de la medicina de intervención sobre el medio.

Cuando nos aproximamos a las descripciones de Foucault y a la riqueza en los detalles de su relato, inmediatamente aparecen en la mente escenas de la vida actual de la institución hospitalaria: salas de aislamiento, grados de mando, distribución de los espacios, registros, rituales y ceremonias mínimas que se despliegan en torno a la jerarquía médica.

Resulta interesante poder transitar este recorrido teórico a fin de comprender el modo en que el hospital y la medicina fueron estableciendo las bases de lo que hoy se conoce. Así como entender que, antes de que el discurso y las prácticas médicas fueran hegemónicos, el hospital ya prescindía de la voz de quienes allí alojaba.

- Modelo médico hegemónico

El rol predominante del médico dentro de la institución hospitalaria desde un principio se encuentra íntimamente emparentado con lo que ha dado en denominarse biomedicina. La misma comenzó a instaurarse en algunos países europeos a fines del s. XVIII y principios del XIX; y en los países americanos en la segunda mitad de este último.

La biomedicina instala una noción mecanicista del cuerpo como suma de partes, equiparando su funcionamiento al realizado por una máquina. Por lo tanto, si es posible diferenciar estas partes que lo componen, entonces es posible desarrollar un saber especializado para cada una de ellas. “En la medicina de especialidades, el cuerpo pasará de ser considerado una suma de partes a ser reducido a una parte aislada, donde cada una tiene la denominación de la especialidad que se hace cargo de la misma” (Menéndez, 2005: 24-25). Esta interpretación del cuerpo humano y su tratamiento adolece por su propia naturaleza de ciertos rasgos que cosifican al sujeto, abstrayendo sus padecimientos de su historia y su cotidianeidad.

No es casual el contexto histórico, económico y político en el que surge este modelo. Menéndez sostiene que: “(…) se instituye durante la denominada Primera Revolución Industrial, acompañando la constitución de la clase obrera, de la nueva ciudad industrial y más adelante de la expansión colonial correspondiente al período imperialista.” (Menéndez, 2005: 12).

Es decir, que la salud (pero más precisamente la enfermedad) de la población (pero más concretamente de la clase obrera) comienza a ser un problema de orden público. No hay que olvidar el valor social y económico que tenía la fuerza de trabajo de los obreros en los comienzos de la expansión capitalista. De hecho un día de ausencia al trabajo por enfermedad no sólo aparejaba pérdidas en la producción, sino también elevadas mermas en la economía familiar de la clase obrera. De este modo, el trabajador, frente a alguna contingencia de salud, encontraba en la medicina convencional soluciones reales e imaginarias a sus padecimientos. Por ello, este modelo es tanto producto de la injerencia e intereses de los sectores sociales hegemónicos, como del desarrollo científico y profesional de la biomedicina.

Las principales características estructurales del modelo médico hegemónico son: su biologismo, individualismo, ahistoricidad, a-sociabilidad, mercantilismo y eficacia pragmática. Este modelo articula el conjunto de los rasgos señalados y excluye las condiciones sociales y económicas en la explicación de la causalidad y desarrollo de las enfermedades. En este sentido, propone una historia natural de la enfermedad en la cual la historia social de los padecimientos, así como la historicidad de los sujetos, quedan excluidas, o en el mejor de los casos, convertidas en variables demográficas (sexo, edad, ingresos). En definitiva, el modelo médico, al reducir la mirada a la enfermedad en sí misma, despoja a los sujetos de su condición social y cultural, reduciéndolo a la existencia de un órgano enfermo.

El biologismo excluye del análisis de la causalidad y desarrollo de los padecimientos los procesos históricos y los condicionantes socioeconómicos, culturales e ideológicos. Esta exclusión de lo social no hace más que negar el papel que juegan los sujetos en su proceso de salud-enfermedad, así como el de los determinantes sociales, económicos y culturales, tanto en la etiología de su sintomatología, como en la terapéutica y prevención de la misma. De esta manera, tanto el saber como las instituciones médicas tratan de imponer la existencia de una mirada autónoma, profesional y científica, desprendida de un contenido social y subjetivo.

- Modelo de la medicina basada en la narrativa

La medicina narrativa es un movimiento médico contemporáneo que pretende revisar sus modelos profesionales, tomando en cuenta su práctica asistencial y sus propias experiencias como pacientes. Lo que se pretende es enseñar la comunicación y la capacidad de escuchar e interpretar la historia de los sujetos. Dicha corriente parte de entender que la relación médico-paciente es un encuentro mediado por la palabra. Reconoce que desde las ciencias médicas y todas sus especialidades, mucho se habla de la enfermedad, pero poco de lo que significa estar enfermo para un sujeto.

Se entiende que la enfermedad es para la persona su experiencia de vida. Tal como lo plantea Isabel del Valle: “Situaciones de alta intensidad emocional necesitan ser puestas en palabras como forma de entender, explicar y dar sentido a aquello que le pasa y que quiebra su vida.” (Del Valle, 2012: 10). De ahí la necesidad de desarrollar una narrativa. La palabra se convierte en vía de reestructuración simbólica:

Cuando los sucesos de la vida se incorporan a un relato, cobran sentido y se va dando un encadenamiento entre lo que hemos sido,

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