Diversidad, integración e inclusión: los retos del nuevo paradigma educativo
Enviado por Ledesma • 22 de Marzo de 2018 • 2.211 Palabras (9 Páginas) • 531 Visitas
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Las nociones de diversidad e integración posibilitan una forma de designar a los sujetos que elude estigmatizarlos a partir del déficit, a la vez que subrayan sus posibilidades de existencia y permiten poner en visibilidad y condenar los ámbitos cerrados de segregación y exclusión.
Ahora bien ,el concepto de integración es antiguo, nace con la educación especial.Después de las transformaciones, el nuevo discurso de escuela especial pudo imponer cambios fundamentales a las significaciones colectivas y a los sistemas escolares de numerosos países centrales.El término discapacitado sustituyó al de niño diferencial, reemplazado más tarde por el actual niño con necesidades educativas especiales (NEE).
La noción de la normalización apuntaba a socializar a la persona discapacitada en un ambiente donde se acerque lo más posible al medio normal; oponiéndose al emplazamiento de la escuela especial como un subsistema o parasistema separado, promoviendo, en cambio, la inclusión del niño en el medio común.De esta forma, la educación especial adquirió otras dimensiones y pudo desplegarse tanto en una institución especializada como en la escuela común. Las características de las necesidades educativas de los niños determinarán que la intervención sea permanente o temporal, en un ámbito especializado o en el ámbito común.
El concepto de las NEE ha permitido ampliar las fronteras de la Educación Especial, como también ha permitido fundamentar las nuevas formas de su intervención en la escuela común.Este concepto permite distinguir dos problemáticas:
- Los problemas del desarrollo infantil (cuadros genéticos, neurológicos, psicológicos, motores, metabólicos, etc.).
- Los problemas transitorios del aprendizaje (por razones pedagógicas, psicológicas, sociales, culturales, etc.).
Las NEE encuentran su especificidad en el nuevo mapa que dibuja la transformación educativa. Allí, los pilares de la educación tradicional han sido sustituidos por los nuevos principios del mandato democratizador. La segregación hacia ámbitos separados es reemplazada por la integración en el medio común. La escuela especial está llamada a intervenir a propósito de la inclusión de niños con problemas del desarrollo infantil que se encuentren en condiciones de ser integrados en la escuela común. Sobre esta cuestión retomaremos más adelante, al abordar la Dimensión Normativa.
En síntesis, la equivalencia entre déficit y diferencia constituye un obstáculo fundamental que debe superarse para trabajar en los escenarios complejos que supone la diversidad subjetiva, cultural y social.Las diferencias que existen son siempre relativas y no deben ser marcadas con el estigma negativo del déficit. La positividad de las diferencias que establecen en la escuela según la heterogeneidad de sujetos y contextos, debe ser recuperada por una escuela que se pretende democrática y respetuosa de la diversidad.Algunos autores han propuesto concebir a la discapacidad como una posibilidad de existencia y no como una falta de existencia.
Según el paradigma de la diversidad, todos los recursos escolares deben estar diseñados de forma flexible, plural, equitativa y abierta a la interrogación permanente sobre sus formas de procesar la educación.Actualmente, las nociones de diversidad, integración e inclusión contrastan fuertemente con la voluntad homogeneizante y segregadora de los tiempos fundacionales y han contribuido y contribuyen a democratizar la escuela y sus estrategias de promoción.
Resulta imprescindible entonces, atender en forma comprometida el discurso de la diversidad ya que puede ser funcionalizado para inaugurar nuevas formas de selección y exclusión escolar, lo que llevaría al fracaso escolar.
El fracaso escolar es pues, un fenómeno complejo que deriva de condiciones sociales, culturales, históricas e institucionales. La problemática del fracaso escolar interpela al paradigma de la diversidad, especialmente a lo concerniente a los mecanismos selectivos y normalizadores de la escuela, así como también con relación a los flujos expulsivos que conducen hacia los circuitos escolares de exclusión. Las autoras señalan la existencia de tres vías que orientan hacia el fracaso escolar: la discriminación, la cultura escolar y el aprendizaje, y las nuevas formas de medicalización.
La discriminación es la expresión más descarnada y brutal del rechazo del otro, en tanto portador de rasgos de identidad distintos a los instituidos en un grupo, clase o cultura. Se trata de hechos sencillos pero de alto impacto en la subjetividad (una sonrisa, una mirada, una palabra), simbolizando un reconocimiento o el rechazo más radical. También el cálculo inconsciente que realizan los docentes sobre las probabilidades de éxito o fracaso de los alumnos está, muchas veces, impregnado por estigmatizadores de clase, raza o nacionalidad.
La escuela puede contribuir en la producción del fracaso escolar. Dicha participación se hace posible en tanto que la cultura escolar promueve formas específicas de producción y apropiación del conocimiento que favorecen a determinados sectores sociales.El teoricismo de la escuela, que privilegia ciertas áreas del conocimiento, descarta no solo los saberes prácticos de los alumnos vinculados a sus estrategias de vida, sino también, aquellos saberes significativos que enmarcan y dan sentido a su identidad.
Por último, con respecto a los nuevos mecanismos de medicalización, las autoras plantean que raramente, los dispositivos clínicos que contribuyen al progreso de muchos niños con problemas complejos que afectan su escolaridad pueden transformarse en instancias de selección y control que convalidan las causas del fracaso escolar.
La medicalización es una forma históricamente utilizada en el ámbito escolar y de mucha eficacia, aunque no se le haya puesto mucha atención sobre sus efectos y maneras de operar. Medicalizar un ámbito determinado es intervenir con instrumentos médicos un problema que nos es médico, que responde a una lógica institucional/social y a sus articulaciones con el campo de la subjetividad.Por ejemplo, tratar con Ritalina a un niño hiperactivo que no presta atención puede obturar el reconocimiento de una fuerte depresión que se esconde tras la fachada de los síntomas.
Para finalizar el análisis de los tópicos abordados podemos decir, con las voces de las autoras, que los problemas de la diversidad conducen a una interrogación de la escuela en la que concierne a sus mecanismos didácticos y pedagógicos de selección y exclusión, naturalizados e invisibilizados.
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