RICARDO PALMA SORIANO

...

RICARDO PALMA 05 Robert Bazin habla, al respecto, de la "primera crisis" de Palma: la decepción política; la "segunda crisis" (el abandono de sus pretensiones de historiador) sobrevino cuando su trabajo histórico Monteagudo y Sánchez Carrión (1877) desencadenó una repulsa generalizada a su conjetura de que Bolívar intervino en el envenenamiento de Sánchez Carrión. Ambas crisis lo llevaron a concentrase en su obra literaria. Mientras tanto, se había casado con Cristina Román en 1876. En 1878 fue elegido miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua (que le encargó organizar la Academia Peruana de la Lengua, objetivo conseguido en 1887). En 1881 peleó en la defensa de Mirafiorcs y los chilenos incendiaron su casa: perdió su biblioteca, el manuscrito de su novela Los marañones y sus memorias del gobierno de Balta. En lugar de viajar a Buenos Aires como redactor de La Prensa, en 1833 asumió la tarca de reconstruir y dirigir la Biblioteca Nacional (cargo que ostentó hasta 1912): fue un "bibliotecario mendigo" solicitando volúmenes a escritores e instituciones de todo el mundo. La "tercera crisis" (sentir que los jóvenes despreciaban su obra) acaeció en 1888 cuando fue descalificado literariamente por Manuel González Prada, a nombre de la 'nueva generación", en los discursos pronunciados en los teatros Politeama y Olimpo. Profundamente decepcionado (lo motejaban de fósil pasadista y conservador, a él que se preciaba de liberal y progresista), en adelante escribirá cada vez menos tradiciones y concentrará sus esfuerzos en la Biblioteca y en el reconocimiento de americanismos en la Academia. Siendo delegado oficial del Perú al IV centenario del viaje de Colón, en 1892 pudo comprobar en España el alto aprecio internacional de su obra literaria. Rodeado de sus hijos y nietos, murió el 6 de octubre de 1919, en su casa (hoy museo) de Miradores. Recibió honras fúnebres propias de un ministro de Estado, con carácter de duelo nacional y manifestaciones masivas de pesar.

RECOPILACIÓN. Ricardo González Vigil