LA MÚSICA RELIGIOSA EN EL PERIODO COLONIAL (1521-1821)
Enviado por Ninoka • 11 de Enero de 2018 • 3.039 Palabras (13 Páginas) • 575 Visitas
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Las reformas de 1767 dan como resultado la decadencia del régimen municipal, esto a consecuencia de los vicios de la administración hacendaria, falta de organización administrativa con respecto al funcionamiento de los cabildos, reducción total de la independencia municipal. Con esto, es decir las reformas se tradujeron en la creación de una contaduría general para así controlar las finanzas municipales, aumentar la responsabilidad de los funcionarios municipales y disminuir los sueldos y gratificaciones.
Posterior de estas reformas se constituyen doce intendencias, la regulación se sentaba en la Ordenanza de Independientes y bajo la cual fui aniquilada por completo la autonomía municipal por la centralización ejercida por la Junta Superior de la Real Hacienda, el virrey, intendentes y gobernadores. Se acentúa la intervención de autoridades superiores del Estado en función del cabildo, con esto, la esfera de acción de los municipios se reduce gravemente.
- La música religiosa en la colonia.
El arte colonial en México es tema nuevo en su historia, ya que se necesitó que llegara al final del siglo XIX para que surgiese.
Tratamos de conocernos a nosotros mismo y los estudios del arte colonial vienen a mostrarnos una de las facetas más importantes por el equilibrio que tiene ante sus orígenes más inmediatos: Arte español y arte indígena. Con esto se puede utilizar estas dos posiciones para así valorar lo europeo o lo autóctono.
Ahora bien, en el periodo colonial (1521- 1821) la música florece en el ámbito eclesiástico, para el primer cuarto del siglo XVI empieza a adentrarse la música en forma de cantos litúrgicos.
Los indios, de rápido aprendizaje y algunas veces de excepcionales condiciones musicales, aprendieron con facilidad el nuevo estilo, incluyendo la construcción de instrumentos musicales de tipo europeo (Barriga, 2006; 8).
“La religión católica…se propago en el nuevo mundo a través de la predicación y del culto, pero también a través del arte” (Ruiz, 2010; 4). Juan de Zumárraga, el primer obispo de México, daba consejos a los misioneros para emplear la enseñanza de esta disciplina como una manera de acercamiento a los indígenas a la fe verdadera y así conseguir la conversión.
En 1524, el franciscano Fray Pedro de Gante (1480-1572), que fuese miembro de la capilla privada del emperador Carlos V, funda la primera escuela de música en Texcoco, posteriormente, esta institución se trasladaría a la Ciudad de México.
En esta escuela, se instruía a los indios en el canto llano y de la instrumentación, los primeros alumnos difunden estas enseñanzas a través de toda la colonia. Los miembros de otras órdenes religiosas, así como el clero secular que llega al nuevo mundo en épocas posteriores, asumirían los métodos de enseñanza que inaugura Pedro de Gante. Para el año de 1528 se funda el Cabildo Eclesiástico de la Nueva España, su función era la de otorgar nombramientos de instrumentistas y cantores, encargados de ejecutar la música en las ceremonias religiosas.
En 1541, los indios ya componían en idioma europeo, fabricaban sus instrumentos (Con excepción del órgano)2 y copiaban manuscritos. La primera obra india que se tiene conocimiento es una misa compuesta en Tlaxcala, en 1540. Continuando con las prácticas misioneras de la época, fue que surge un repertorio litúrgico local, a partir de elementos indígenas.
Una de las realizaciones principales de la población india, se menciona la fundación de bibliotecas de música religiosa, que a partir de copias de materiales procedentes de Europa.
Para el año de 1539, existió una imprenta en México, de donde saldrían un total de trece libros litúrgicos con música, en 1556 su publíca el “Ordinarium” de la misa, siendo la primera edición musical mexicana y al parecer de toda américa. Los demás fueron apareciendo entre 1560 y 1589. Los indios no limitaron su repertorio a estos libros, más bien aprendieron sobre la música no litúrgica, como coplas, villancicos, piezas teatrales musicadas, ambientadas en la pasión y celebración de navidad.
Una de las mejores tradiciones polifónicas hispanas entra tempranamente en México,al principio en forma de villancicos, motetes y salmos, de manera posterior, como parte de la misa y a través de cantos litúrgicos como magnificat y Te Deum. Obras de maestros como Cristobal Morales (1500-1553), Francisco Guerrero (1528-1599) o Tomás Luis de Victoria (1548-1611), eran enviados al nuevo mundo poco después de su publicación en la metrópolis, archivos catedralicos de Sevilla o Toledo se hacían llegar a la catedral de Puebla y la Ciudad de México.
En la Ciudad de México, más en detalle en su catedral, el primer maestro de capilla fue Canon Juan Xuárez, quien fue elegido en 1539 para el cargo nueve años después de su llegada. Su sucesor en 1556 fue Lazaro del Álamo. Hernando Franco, ocupa el puesto desde 1575 hasta su muerte. Organizó un importante archivo de obras. Compone dieciséis magnificat, que constituyen la mejor polifonía mexicana de la centuria, lamentaciones y numerosos motetes. Compositores destacados en el momento fueron Juan de Llenas (finales del siglo XVI) o Pedro Bermudez,quien fuese maestre de capilla de Puebla a comienzos del siglo XVII.
Para el siglo XVII, en la ciudad de Puebla se experimenta un desarrollo musical, que alcanza su punto de mayor culminación durante el obispado de Juan de Palafox y Mendoza (1636-1653), etapa de prosperidad notable. Bernardo de Peralta, autor de un magnificat que fue cantado en la consagración de la catedral poblana en 1649, Juan Gutiérrez de Padilla, desempeña el cargo de maestro de capilla entre 1629 y 1664, dan testimonio de ello. Gutiérrez de Padilla es considerado como el más relevante de los compositores mexicanos de la centuria, ya que su música para doble coro incluye misas, motetes, himnos y lamentaciones. Compuso ciclos de villancicos de notable interés. Aunado a ello, se puede mencionar también a Francisco López Capillas o Miguel Mateo Dallo y Lana, que realiza versiones polifónicas de los villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz.
En la provincia michoacana, el desarrollo de la música tuvo dos centro: La catedral de Morelia, antigua Valladolid y el convento de Santa Rosa de Santa María de Valladolid, donde trabajó el monje franciscano Juan Navarro, autor de Quatour Passiones (1604). Para mediados del siglo XVIII el convento fue la sede de una escuela de música para niñas huérfanas, que posteriormente se convertiría en el más importante conservatorio de la colonia: el conservatorio de
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