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La Clasificación de Instrumentos Musicales: Tendencias en Investigación de las postrimerías del siglo XIX,

Enviado por   •  30 de Marzo de 2018  •  13.358 Palabras (54 Páginas)  •  627 Visitas

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Por esta razón el sistema H&S a pesar de sus inevitables imperfecciones, ha servido al desarrollo no solo a la ciencia de la organologia, sino al pensamiento comparativo intra cultural alrededor del mundo.

Por supuesto que las corrientes y tendencias continúan cambiando en organología axial como en cualquier otro campo de investigación. Desde casi 1930, unos pocos museólogos y musicólogos comenzaron a criticar el esquema H&S y trataron de mejorarlo. Algunos estaban menos interesados en el detalle y más en la lógica y completitud del esquema. André Schaeffner, por ejemplo, sintió la necesidad de desarrollar en el Museo del Hombre, en 1932 un esquema bipartito perfectamente lógico. El escritor inglés Francis Galpin desarrolló dos esquemas (1910 y 1937) e incluyó una nueva categoría de electrófonos. A pesar de lo peligroso de generalizar respecto a cualquier cosa de la que se trate, Jaap Kunst criticaba estudios comparativos de académicos como Sachs, sobre la base de que se había acumulado muy poco conocimiento y era poco preciso en muchas sociedades, como para garantizar comparaciones académicas viables (Kunst 1959). Otra corriente surgió entonces. Los académicos ajustaron sus temas de investigación llevando estudios detallados de instrumentos y sus familias en particular.

Colectivamente se ocuparon de varias culturas musicales, pasadas y presentes, usualmente en forma multifacética y tomando en cuenta el contexto social, así como también las características acústicas y morfológicas usuales de los instrumentos.

Los escritores escandinavos Tobías Norlind (1932) y Karl Izikowitz (1935) fueron los primeros ideólogos conceptuales de esta corriente. A pesar de que Norlind no estableció su propio método de clasificación, desarrolló un concepto amplio de lo que representa un instrumento, sugiriendo que los elementos de práctica de la ejecución, nomenclatura, distribución geográfica e historia cultural deberían ser tomados en cuenta igualmente que cuestiones como la morfología, cualidad tonal, y escalas. Karl Izikowitz tomó un concepto aún más amplio de los instrumentos. Adhirió rígidamente a una clasificación de instrumentos de acuerdo a principios acústicos, pero aun así sugirió que el estudio de los instrumentos como objetos materiales llevaría a investigaciones de las funciones culturales, ceremoniales y sociales asociadas a ellos.

La insatisfacción de estos dos académicos con el estrecho concepto con que muchos instrumentos quedaban fuera de las clasificaciones, preparó el camino para una visión más amplia.

El académico alemán Hans Heinz Dräger también adoptó una visión inclusiva.

Encontrando esta división como de carácter limitante, e inadecuada para su complejo concepto de los instrumentos, simultáneamente consideró una mayor cantidad de características distintivas –no sólo una o unas pocas- a cada paso de la división.

Fue quizá el primer organólogo en comprometer un pensamiento clasificatorio altamente detallado, si bien no siguió el paso conceptual siguiente, de realmente clasificar similares tipos de instrumentos mediante la agrupación ascendente.

Dräger simplemente adicionó su gama de variables, o “facetas” como lo llamaría más tarde Michael Ramey (1974), a las entradas del esquema H&S, incluso, como Galpin- adicionando una quinta clase- llamada electrófonos, a sus clases de idiófonos, membranófonos, cordófonos y aerófonos. Los términos de Dräger incluían facetas tecnomórficas y acústicas, facetas determinantes de la habilidad de un instrumento para producir voces simples o múltiples, y facetas relativas al movimiento musical, tono, duración, volumen, rango dinámico, rango registral, y timbre. También fueron incluidos los factores llamados antropomórficos, los cuales se derivan del vínculo entre el ejecutante y el instrumento (Dräger 1948:12-22).

De hecho, entonces, Dräger hizo una contribución teórica importante al campo. Luego de aclarar la tarea y las limitaciones de la taxonomía mediante división lógica o Systematik (sistemática) como él la llamaba, distinguió entre los estudios detallados de los instrumentos en lo cultural-histórico, sociológico y filosófico, mediante un método que allanó el camino de desarrollo hacia un pensamiento clasificatorio especializado, de modo micro taxonómico o facetado. Fue uno de los primeros académicos en hacer una contribución mayor a un entendimiento más comprehensivo del estudio de instrumentos individuales. (Kartomi 1990:178-81).

El interés en problemas de la clasificación de instrumentos- por oposición a los instrumentos musicales en sí mismos- tuvo, sin embargo una baja alrededor de los años 50. Tales estudios simplemente no estaban de moda. Una cierta cantidad de etnomusicólogos llegaron a considerar la “Organología europea sistemática” (Montagu 1996:78) como un tópico de investigación sumamente árido.

Alegando demasiada concentración en las estructuras, técnica, y el desarrollo ergonómico de los instrumentos, muchos encontraron que tenía poco que ver con lo que realmente debería interesarnos, es decir, las culturas musicales vivas en las cuales los instrumentos son utilizados. En los años 60 Alan Merriam argumentó en su influyente Antropología de la Música (1964) que la música debería ser estudiada no sólo como sonido y tecnología sino en el contexto completo de su significado social. El concepto de Merriam sirvió como un catalizador en el campo de la etno musicología, animando a los académicos a realizar estudios plenamente contextuales de la música, incluyendo los instrumentos musicales.

Entre los años 70 y mediados de los 80s, una cantidad de académicos en Europa, Norte América, Inglaterra, Australia y en todas partes del mundo se dedicaron a realizar detallados estudios de instrumentos específicos en su contexto, llevando a sus estudios aportes integrados de una mezcla, tomando en cuenta la acústica, morfología, ergonomía, biología, etnografía, antropología, sociología y facetas históricas del instrumento y su utilización. Surgiendo entre éstos, algunos organólogos adeptos a la sistematología, crearon nuevos esquemas clasificatorios, intentando resolver aún los problemas de clasificar instrumentos lógicamente e incluyéndolos en su contexto.

Entre los esquemas que se destacaron estaban los de Montagu & Burton, 1971, Mantle Hood (1971), Ramey (1974), Malm (1974), Heyde (1975), Hartmann (1978) Kakurai (1980/1) Nutabu (1980) y los modelos publicados por CIMCIM en este boletín (1983-4, 1985, 1987, ver Dournon 1992:252 (7). Ramey fue uno de los académicos que hizo un avance significativo

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