Análisis musical de la película "El Violín Rojo"

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Luego de esta escena, ya cuando el niño se convierte en aprendiz, vemos una elipsis en donde, otra vez, se repite una misma pieza musical, mientras Kaspar la va aprendiendo a tocar más rápido, de la mano de su maestro y del metrónomo. En este caso, pasamos claramente por todos los ritmos, desde el largo, pasando por el adagio, andante, andantino, allegro, y por último, para demostrar que el pequeño ha llegado a su máximo nivel, por el presto. Asimismo, vemos la intensidad de la música aumenta, y con esto la emoción que el espectador puede llegar a sentir de ver al niño logrando tan increíble hazaña. Así, podemos observar a un niño mucho más confiado y entusiasmado, pero a la vez, se puede percibir cierto grado de tensión, ya que este está siendo continuamente evaluado con su maestro.

Tras la muerte del niño prodigio, pasamos a la historia en donde toma protagonismo el reconocido y aclamado violinista Frederick Pope. Con él, vemos un lado erótico de la música, que muestra su mayor grado de intensidad y expresividad cuando Pope está acompañado de una mujer. Una de las escenas que más me gusta de esta etapa del violín rojo, es el concierto de Frederick, en donde deja salir todos los sentimientos que tenía guardados a través de las cuerdas del violín. Aquí, el ritmo es mayormente allegro y presto, rapidez que se utiliza para transmitir toda furia, mezcla de sentimientos y carga emocional que tiene guardada este personaje, y solo puede exteriorizar mediante su instrumento. Aunque, por momentos, el ritmo disminuye a un andante, pero más que todo para dramatizar, llenar de emotividad, y de cierto modo romantizar esta secuencia.

Como podemos observar en las tres secuencias –o etapas en la vida del violín–, los ritmos se manejan de forma muy estratégica. Más que todo, se utilizan para reforzar o dar énfasis a las emociones que se quieren expresar, y para generar el dinamismo afectivo que caracteriza a este filme. Los ritmos más rápidos, como el presto, allegro y andantino, se usan en situaciones de mucha tensión, preocupación y en los puntos pico de emotividad de los personajes, mientras que los ritmos más lentos, como el andante, adagio y largo, para secuencias en donde resalta la melancolía, tristeza y desamor.