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Trabajo de MIEDO A LA LIBERTAD

Enviado por   •  13 de Noviembre de 2018  •  2.171 Palabras (9 Páginas)  •  407 Visitas

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CAPÍTULO VI LA PSICOLOGÍA DEL NAZISMO

la psicología no ofrece ninguna explicación de un fenómeno de carácter económico y político como el fascismo; y segundo, que el fascismo constituye, sobre todo, un problema psicológico. La primera opinión considera a la ideología nazi como el resultado de un dinamismo exclusivamente económico —la tendencia expansiva del imperialismo alemán— o bien como un fenómeno esencialmente político. El segundo punto de vista, por otra parte, sostiene que el nazismo puede ser explicado solamente en términos psicológicos, o más bien, psicopatológicos. Se considera a Hitler como loco o como neurótico, y análogamente se piensa en sus adeptos como en individuos dementes o desequilibrado. El nazismo constituye un problema psicológico, pero los factores psicológicos mismos deben ser comprendidos como moldeados por causas socioeconómicas; el fascismo es un problema económico y político, pero su aceptación por parte de todo un pueblo ha de ser entendida sobre una base psicológica Después que Hitler llegó al poder surgió otro incentivo para el mantenimiento de la lealtad de la mayoría de la población al régimen nazi. Para millones de personas el gobierno de Hitler se identificó con "Alemania". En estos grupos, los individuos pertenecientes a las generaciones más viejas constituyeron la base de masa más pasiva; sus hijos, en cambio, tomaron una parte activa en la lucha. La ideología nazi —con su espíritu de obediencia ciega al "lider", su odio a las minorías raciales y políticas, sus apetitos de conquista y dominación y su exaltación del pueblo alemán y de la "raza nórdica"— ejerció en estos jóvenes una atracción emocional poderosa, El individuo experimentaba el sentimiento de pertenecer a un sistema social y cultural estable en el que poseía un lugar bien definido. Su sumisión y lealtad a las autoridades existentes constituían una solución satisfactoria para sus impulsos masoquistas; sin llegar, no obstante, a la rendición total y conservando cierto sentido de la importancia de la propia personalidad ciertos cambios socioeconómicos, en particular la declinación de la clase media y el surgimiento del poder capital monopolista, tuvieron un efecto psicológico profundo. Estas consecuencias se vieron aumentadas, o sistematizadas, por una ideología política —del mismo modo como había ocurrido con las ideologías religiosas del siglo xvi—, y las fuerzas psíquicas surgidas de esta manera ejercieron una acción efectiva justamente en la dirección opuesta a la de sus propios y originarios intereses económicos de clase. El nazismo operó la resurrección psicológica de la baja clase media y al mismo tiempo cooperó en la destrucción de su antigua posición económico-social. Movilizó sus energías emocionales para transformarlas en una fuerza importante en la lucha emprendida en favor de los fines del imperialismo alemán. La esencia del carácter autoritario ha sido descrita como la presencia simultánea de tendencias impulsivas sádicas y masoquistas. El sadismo fue entendido como un impulso dirigido al ejercicio de un poder ilimitado sobre otra persona, y teñido de destructividad en un grado más o menos intenso; el masoquismo, en cambio, como un impulso dirigido a la disolución del propio yo en un poder omnipotente, para participar así de su gloria. Tanto las tendencias masoquistas como las sádicas son debidas a la incapacidad del individuo aislado de sostenerse por sí solo, así como a su necesidad de una relación simbiótica destinada a superar su soledad.

CAPÍTULO VII LIBERTAD Y DEMOCRACIA

1. La ilusión de la individualidad

la insignificancia e impotencia del individuo. Esta afirmación refuta la creencia convencional de que la democracia moderna ha alcanzado el verdadero individualismo al libertar al individuo de todos los vínculos exteriores. Nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa, de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza

casi de manera automática— nuestra individualidad. El derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios; la libertad de la autoridad exterior constituirá una victoria duradera solamente si las condiciones psicológicas íntimas son tales que nos permitan establecer una verdadera individualidad propia

La represión de los sentimientos espontáneos y, por lo tanto, del desarrollo de una personalidad genuina, empieza tempranamente; en realidad desde la iniciación misma del aprendizaje del niño 1. Esto no quiere decir que la educación haya de conducir inevitablemente a la represión de la espontaneidad, si es que su objetivo real consiste en fomentar la independencia íntima y la individualidad del niño Uno de los propósitos esenciales del proceso educativo es el de eliminar esta reacción de antagonismo. Los métodos son distintos: varían desde las amenazas y los castigos, que aterrorizan al niño, hasta los métodos más sutiles de soborno o de "expiación", que lo confunden e inducen a hacer abandono de su hostilidad. El niño empieza así a eliminar la expresión de sus sentimientos, y con el tiempo llega a eliminarlos del todo Por otra parte, muy pronto en su educación se enseña al niño a experimentar sentimientos que de ningún modo son suyos; de modo particular, a sentir simpatía hacia la gente, a mostrarse amistoso con todos sin ejercer discriminaciones críticas, En nuestra sociedad se desaprueban, en general, las emociones. Si bien pueden caber muy pocas dudas de que todo pensamiento creador, así como cualquier otra actividad espontánea, se hallan inseparablemente ligados a las emociones, el vivir y el pensar sin ellas ha sido erigido en ideal. En el proceso de la prohibición de las emociones, la psiquiatría moderna desempeña un papel ambiguo. Por un lado, su representante más significativo, Freud, quebró la ficción que atribuía un carácter racional deliberado al espíritu humano, abriendo un camino que nos proporcionó una visión del abismo de las humanas pasiones. Una tergiversación idéntica a las de los sentimientos y emociones sufre el pensamiento original. Desde los comienzos mismos de la educación, el pensamiento original es desaprobado, llenándose la cabeza la gente con pensamientos hechos. Cómo se logra esto con los niños pequeños, es cosa muy fácil de observar.

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