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CAPÍTULO 9: LOS CAMBIANTES CROMOSOMAS

Enviado por   •  2 de Marzo de 2018  •  3.911 Palabras (16 Páginas)  •  294 Visitas

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Otro ejemplo del aumento de las mutaciones del hombre fue a partir de la exposición a los rayos X que a partir de los años 50 su uso se vio incrementado ya sea por evaluar la existencia de caries, lesiones pulmonares o una fractura. También gracias al uso de bombas nucleares la cantidad de estroncio 90 en la atmosfera se vio incrementado, por ende, y al igual que el calcio que es absorbido por la estructura ósea, el estroncio 90 es absorbido y en grandes cantidades puede llegar a causar cáncer en los huesos o leucemia. Cabe aclarar que antes de la década de los 50 un ser con esqueleto óseo o una concha calcárea carecía de niveles de estroncio 90 en sus huesos.

Esta exposición a la radiación puede generar mutaciones perjudiciales. El problema de estas mutaciones es que pueden ser significativamente dañinas para la evolución de una especie, de esta manera producirse mutaciones somáticas, estas mutaciones somáticas no se heredan entre la siguiente generación de células, pero en algún momento se genera como producto una célula cancerosa que puede multiplicarse exponencialmente.

CAPÍTULO 11: LAS UNIDADES FUNDAMENTALES COMUNES

Hacia el final del siglo XVIII, los químicos reconocían en general 2 clases de sustancias: una estaba compuesta por los minerales que se encontraban en la tierra y en el océano, y los gases simples de la atmosfera. Estas sustancias soportaban manipulaciones enérgicas, tales como el calentamiento intenso, y sin cambiar en su naturaleza esencial.

La otra clase se encontraba únicamente en los seres vivos, o en los restos de lo que alguna vez fue un ser vivo, y estaba compuesta por sustancias relativamente delicadas, que bajo la influencia del calor humeaban, ardían, y se carbonizaban, o incluso explotaban.

En 1807 el químico sueco Jons Jakob Berzelius sugirió, que se llamara a ambas categorías inorgánica y orgánica, respectivamente: inorgánicas las sustancias que existían en a la naturaleza independientemente de la vida, y orgánicas las que se producían solo por los seres vivos.

Las aplicaciones empíricas de la bioquímica preceden su existencia como ciencia varios millares de años. Incluso en los tiempos prehistóricos, se interesaba la gente en las propiedades de los alimentos, puesto que era tan importante conservarlos sin que descompusiera, mejorar la forma de prepararlos para comerlos, etc. Y es imposible manejar alimentos sin familiarizarse con las diversas grandes clases de sustancias que los componen.

Por ejemplo, al hacer pan, tiene uno que manipular el almidón, sustancia blanca, sin sabor, insoluble en el agua. El jugo de frutas y la miel son dulces al gusto y contienen azúcar, que, cuando se aísla, también es blanca, pero es soluble en el agua.

Los químicos de los tiempos modernos, sin embargo, no se contentaron simplemente con observar las propiedades externas de los compuestos, sino que, aprendieron a desintegrarlos en sustancias cada vez más simples, y a las más simples de todas le llamaron elementos.

Quien subrayó por primera vez la importancia de afinar los conocimientos químicos pesando y midiendo cuidadosamente, en lugar de anotar simplemente las propiedades generales, fue el químico francés Antonio Lorenzo Lavoisier, en 1780, y es por esto, más que por cualquier otro de Sus descubrimientos, por lo que Lavoisier se considera sin discusión como “el padre de la química moderna”.

CAPÍTULO 12: LA FORMA DE LO INVISIBLE

En 1803 el químico británico Juan Dalton trató de encontrar una explicación para los descubrimientos que había realizado en el siglo anterior sobre las propiedades de los gases y sustancias simples. Sugirió, que los elementos, como el carbono, el hidrógeno, el hierro, entre otros, estaban constituidos por una sola clase de átomos. Los compuestos por su parte eran sustancias cuyas moléculas contenían más de una clase de átomos.

Dalton y otros químicos entraron en conflicto, ya que cada uno de ellos manejaba sus propios símbolos para citar el nombre completo de diversos elementos químicos, dado que esto provocaba una confusión entre toda la comunidad científica. Sin embargo, Berzelius solucionó esto, dado que propuso que los elementos se simbolizaran por las iniciales de su nombre, y que cuando dos elementos repitieran la misma inicial, se utilizara la segunda letra del nombre.

Las pruebas obtenidas por diversas investigaciones, mostraron que la molécula de agua está constituida por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O). Analógicamente, las moléculas de amoniaco se componen de un átomo de nitrógeno y tres átomos de hidrógeno (NH3); el ácido sulfúrico tiene dos átomos de hidrógeno, uno de azufre y cuatro de oxígeno (H2SO4).

Las fórmulas de las moléculas de los compuestos orgánicos son mucho más complicadas que las fórmulas de los compuestos simples. Por ejemplo la fórmula de la glucosa se compone de 6 átomos de carbono, 12 de hidrógeno y 6 de oxígeno, se puede escribir C6H12O6. Hasta aquí perfecto.

Sin embargo, la fructosa y la galactosa, tienen precisamente el mismo número y la misma clase de átomos en sus moléculas. Estas también podrían escribirse como C6H12O6, pero, como es sabido, la glucosa la fructosa y la galactosa son sustancias diferentes con propiedades diferentes.

A este tipo de compuestos se les conoce como isómeros, y la solución al problema se dio cuando los químicos se dieron cuenta que lo más importante era, no sólo el número y clase de átomos que componen una molécula, sino también su posición.

Fue hasta 1891 cuando el químico alemán Emilio Fischer, resultado de una investigación, descubrió las fórmulas estructurales de la glucosa, fructosa y galactosa, que son las que se ven en la siguiente figura:

[pic 1] [pic 2] [pic 3]

Obsérvese que todas las fórmulas tienen seis átomos de carbono, doce de hidrógeno y seis de oxígeno. Obsérvese también que las diferencias en la disposición parecen insignificantes. Y a pesar de esto, estas pequeñas diferencias pueden producir grandes variaciones en las propiedades, y son éstas las que pueden constituir la esencia de la vida.

CAPÍTULO 13: LA INFLUENCIA DE LA SUPERFICIE

Al ver la química de la vida tan uniforme surge una pregunta. ¿Por qué un hombre es tan diferente a una bacteria, si ambos comparten las mismas vitaminas, unidades fundamentales y las mismas capacidades químicas? Esto se debe a que solo se ha hecho énfasis en las unidades constitutivas, más que en las estructuras

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