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La utopía del activismo digital

Enviado por   •  6 de Enero de 2018  •  3.101 Palabras (13 Páginas)  •  292 Visitas

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Es innegable que en esta era de las redes sociales, es posible interactuar con instituciones de gobierno a través de una computadora. Las principales carteras del Estado poseen cuentas de Facebook y de Twitter. Desde esa realidad, es coherente pensar que las redes sociales representan un vehículo veloz de participación. Además de que permiten interactuar con ministerios y otras instituciones, son una vía práctica para motivar a la movilización.

Un ejemplo del potencial que tienen las redes sociales para generar activismo es TakingITGlobal.org (TIG), uno de los mayores y más sofisticados sitios de participación cívica en el mundo. El sitio, que fue lanzado en 2000 por un grupo de jóvenes estudiantes, tienen como propósito desarrollar la capacidad de participación de la juventud para lograr a través de ella un auténtico cambio en sus comunidades.

Los organizadores partieron de ese ideal, y lograron que el sitio en línea contara con aspectos como: perfiles de los miembros, blogs, galería de arte en línea, herramientas de planificación de proyectos, entre otros. En pocas palabras, esta iniciativa facilitó la participación juvenil mediante la interacción entre compañeros, el acceso a la información y las herramientas para organizarse y movilizarse. Sin duda, al haber producido acciones concretas, puede servir de orientación para desarrollar sitios en línea de compromiso cívico más creativos y con mejores herramientas para motivar a la gente a la movilización.

Sobre la participación, Moreno (2004, p.125), asegura que implica un proceso mutuo de transformación en la medida en que la persona, al mismo tiempo en que trasforma, se ve transformada por la realidad o hecho en el que participa. En el ámbito de la comunidad, la participación también implica y abarca espacios y estructuras que van desde los espacios de encuentro informales hasta los plenamente constituidos y legalizados. En la actualidad son inexistentes los estudios que detallan qué tanta participación ciudadana a través de las redes sociales se hace en El Salvador. Por lo mismo, medir el poder de convocatoria de las redes sociales en el país solo puede realizarse por medio de la proyección.

Sin embargo, ya hubo una iniciativa de movilización cibernética en El Salvador. En 2011, los espacios sociales en la web promovieron una protesta pacífica en contra del decreto 743, que cambia el quórum de la Sala de lo Constitucional y “la deja maniatada”. Jóvenes cibernautas universitarios fueron motivados a través de la redes Facebook y Twitter. Y en esta última red se volvieron populares los hashtags #IndignadoSV y #AcampadaSV. Se movilizaron 250 jóvenes, quienes se congregaron frente a la casa presidencial con intenciones de incidir en la abolición del decreto. Protestaron. Puede decirse que con esa experiencia, las redes sociales demostraron ser herramientas viables para contribuir a la generación de activismo cívico en la población.

No obstante, después de esa iniciativa no ha habido más. Tanto en facebook como en twitter (las dos redes sociales más visitadas), hay sitios como Política Estéreo, Sociedad Civil, Indignado SV, entre otros, que se han ganado el apoyo de miles de usuarios. Aunque algunos no hayan pasado al activismo real, con sus likes, comentarios, compartir en muros, retweets y utilización de hashtags, mantienen y defienden posturas específicas de participación virtual; pero no han cruzado la frontera hacia lo real.

A pesar de la existencia de estos nuevos espacios que pueden facilitar la creación de activismo cívico, los jóvenes entre 18 y 34 años no utilizan las redes sociales para generar una verdadera participación ciudadana. Es decir se quedan en la mera discusión de los problemas existentes en el país, y no se esfuerzan por incidir en la toma de decisiones. Para comprobar esta afirmación basta con observar las interacciones que suceden en sitios que se definen como propulsores de participación.

La mayoría de los sitios de participación salvadoreños se autodefinen como “comunidades de pensadores que buscan dar contenido para el debate”. De hecho, el contenido que publica este espacio genera una cantidad considerable de comentarios por parte de sus usuarios. Es un pozo donde pueden identificarse diferentes apreciaciones y posturas sobre la realidad política, económica y social.

Según Clelia Colombo, miembro del grupo de investigación de los estudios de Derecho y Ciencias Políticas de la UOC, (2007) las TIC poseen características de relaciones horizontales, o participativas, en donde es común encontrar diversos actores ejerciendo roles. Además, Kaplún (1985, p.68) afirma que por medio de la comunicación horizontal, dos o más seres o comunidades humanas intercambian y comparten experiencias, conocimientos y sentimientos, aunque sea a distancia y a través de medios artificiales.

También asegura que “Dos o más seres o comunidades humanas intercambian y comparten experiencias, conocimientos y sentimientos, aunque sea a distancia y a través de medios artificiales". Es por ello, que este tipo de las herramientas que brindan son ideales para llevar a cabo una ciudadanía activa mediante la organización de movimientos sociales. Sin embargo, los pensamientos que promueven estos espacios quedan petrificados en sus páginas virtuales. Carecen de auténticos incentivos para que esos usuarios pasen de lo escrito a la acción.

Eso puede identificarse al leer las publicaciones generadas por los administradores de los sitios. El contenido de lo que se publica en estos espacios de interacción social no proporciona las herramientas necesarias para propiciar una auténtica interactividad.

Podría parecer paradójico, pero estas plataformas generan poca o nula comunicación horizontal. Los debates que promueven se quedan sin moderación, pierden el rumbo, no llegan a un consenso o conclusión, e incluso pueden dar lugar a insultos e intolerancia entre posturas divergentes. Después de provocar las intervenciones, los administradores dejan sus publicaciones a la deriva.

Es evidente que estos espacios podrían contribuir a generar un mejor entendimiento de las temáticas abordadas en los diferentes sitios, una mejor retroalimentación y despertar mayor interés entre los usuarios para moverlos a un verdadero activismo cívico. Con la ayuda de la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) también podrían ser parteaguas que formen e informen a los ciudadanos dispuestos a exigir transparencia gubernamental, además de sus derechos legítimos. Podrían movilizar, y romper la barrera entre una catarsis virtual y un activismo real. Sin embargo, no están explotando el potencial que tienen.

Mucho

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