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ARTE E IDEOLOGÍA

Enviado por   •  28 de Noviembre de 2018  •  3.612 Palabras (15 Páginas)  •  231 Visitas

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atrevería a designar a la época del modo de producción asiático como grandiosa,desmedida, ( al igual que gran parte de la época esclavista) y cuya imagen en los planos desmesurados horizontal y vertical los presidiría el sol y la luz. El mayestático sol de la Tolita fascinándome de concepciones cromáticas me sugiere la idea de connotar las sociedades asiáticas y esclavistas como la imagen de la luz, las estrellas y, en general, la divinidades espaciales, teniendo al fondo, en el abismo, el vacío tenebroso. Todo ello símbolo de la separación de la sociedad hegemónica casi absoluta sustentada en la base insondable, aplastada y borrada de las masas esclavas. Esta afirmación la podemoss constatar en las obras literarias La Iliada de Homero- ¿qué significaría la aurora de rosados dedos de los nobles a quienes cantaba Femio e historiaba sus hazañas, frente a “Los trabajos y los días del poeta de los pobres y de los campesinos, Hesíodo?

He hablado de dos tipos de sociedad simultáneamente puesto que en la concreta vida de los hombres las divisiones conceptuales sólo sirven para captar los momentos de un sólo devenir y para esclarecer procesos entrelazados que- como en la mitosis- la célula social se bifurca y diversifica en múltiples y sofisticadas imbricaciones que van creando organismos, aparatos y sistemas. Tan verdadera puede aparece mi propuesta de la luz, las divinidades espaciales y subterráneas y la desmesura de todos los planos, que si tomamos el Mahabbaratha indú, el PopolVuh maya-quiché o La Ilíada, vemos que los rapsodas, aravicos o amautas esculpieron en términos literarios los grandes monumentos cosmogónicos en piedra, en barro, en oro, los mismos que explicarían la imagen grandiosa y tétrica ( piénsese en Esquilo y los trágicos, en Espartaco y Túpac Amaru) de las grandes sociedades asiáticas y esclavistas.3

De modo que en la era imaginaria de estas dos etapas sociales de la humanidad las cuevas de Jumandi y de Los Tayos, los quipus incásicos, los ritos de la naturaleza desgarrada de Baco y de Pachacámac, los mitos del Génesis en la Biblia y en el Popol Vuh o en el libro de Chilam Balam, todo esto en concordancia con los monumentos arquitectónicos, la cerámica, la orfebrería,la pintura y la escultura en Asia, África y América, constituyen los elemementos fraccionados e imponen

tes, los ladrillos fundamentales que conforman la Imago- en la semántica de Lezama Lima ( ver Introducción a un sistema poético), Imago que simboliza y refleja la estética universal en ese período.

Estoy seguro, como lo quiere y lo sustenta Jaime Labastida, esteta mexicano,4que cuando la Estética se fundamente como ciencia de verdad sin pedir en préstamo nociones y metodologías a la economía política y otras disciplinas, , la categoría de imagen, simple y compleja a la vez, desplegará su riqueza necesaria y contradictoria para dar continuidad, coherencia y significación a todo el proceso artístico e ideológico para todas las edades de la humanidad. Allí será posible visualizar con claridad cómo lo ideológico va adhiriéndose como pátina o película en la forma de imaginar el mundo y los hombres a través de las épocas y en respuesta coordinada y lógica al modo de producción social por el cual atraviesa en cierto momento la humanidad.

Entre tanto ya va haciéndose palpable para nosotros cómo la división del trabajo produce el desmembramiento dicotómico entre el trabajo manual e intelectual, el ser social y la conciencia, la visión del mundo que no es la misma en el estrato social dominante y el dominado. Se nos va haciendo asequible cómo el sector hegemónico de una sociedad determinada no sólo va segregando- como el hígado la bilis o la cobra su veneno- la ideología que justifique su posición en el mundo y sus privilegios, sino que, además, va construyendo- como la abeja su celda o la araña su telar- los mecanismos estructurales de difusión y pedagogía con los cuales vehiculizar el adoctrinamiento y la domesticación de los oprimidos.

Entonces podemos comprender cómo las ligas anfictiónicas, el ágora, el liceo, la academia- en la cultura greco-romana- se constituyen en instituciones para la enseñanza de la nobleza y los patricios mientras que los ilotas, plebeyos y esclavos sólo prestan su concurso de máquinas parlantes ( al decir de Aristóteles y Platón), y la fuerza de sus brazos para sustentar la sociedad de clases. Sólo los aristos, los mejores, los aristócratas serán, por consiguiente, seres políticos con acceso a las decisiones de la comunidad, mientras los metecos no sabrán ni leer ni escribir y para convertirse en libertos tendrán que hacer méritos, sacrificios increibles en años y desventuras sin cuento. En esta injusta estructura, por consiguiente, el arte se moverá como la botella de agua en el océano incapaz de reproducir otra cosa que no sea esta relación infamante.

En América Latina- como lo explica muy bien Leopoldo Zea5- esta situación se verá agravada por el choque de dos o más culturas distintas donde la hegemonía etno-céntrica quitará validez y fisonomía a las culturas aborígenes. Para los europeos Asia representará el pasado sin perpectiva de la cultura occidental de la cual ellos son los únicos legatarios; y África y América Latina simbolizarán la barbarie y el primitivismo a los cuales habrá que incorporar y civilizar. Sólo Europa y los europeos serán los depositarios de la ciencia y la cultura, la ténica y el arte. Al desmantelar nuestros templos, prohibir nuestros cultos, despreciar nuestro arte y, lo que es más , al convertir a los aborígenes en fuerza de trabajo, en carne de explotación, los españoles primero, los ingleses después y, por último, los norteamericanos, coadyuvarán en unidad de esfuerzos e iniciativas para intentar desposeernos de nuestra identidad espiritual y orgánica como pueblo. Entonces a la enajenación clásica de la cual nos habla Esteban del Campo6, añadirán la enajenación ( expropiación) de nuestra raiz espiritual. De ahí que sea válida la observación de Jaime Galarza 7 cuando manifiesta que en nuestra problemática no sólo tenemos que fijarnos en la lucha de clases- la cual es real y prioritaria como lo afirma del Campo-, sino y con énfasis en el rescate de nuestras culturas, la afirmación, el respeto y la insistencia en nuestro modo de ser sustancial.

En una reciente mesa redonda sobre cultura, mestizaje e ideología donde participaron Roberto Fernández Retamar, Iván Egüez, Arturo Andrés Roig, Monteforte Toledo y Agustín Cueva, se insistió en que uno de los recursos soterrados que la cultura dominante ejercitó para apuntalar aún más el poder fue la discriminación y el racismo, llegando incluso a negar calidad humana al aborigen y al negro. Y el mestizo

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