AUTONOMIA AL ATUTORITARIMO.
Enviado por Albert • 25 de Marzo de 2018 • 3.019 Palabras (13 Páginas) • 281 Visitas
...
En contraposición a esta apreciación, creo, que lo que intenta construir el liberalismo globalizado no es la oposición público-privado, que edificó exitosamente en su lucha contra el absolutismo, sino más bien, su total indiferenciación en pos de maximizar la fragmentación del espacio público. En otras palabras se pretende, en términos gramscianos “legitimar el consenso” haciendo invisibles las relaciones concretas que subyacen a la oposición público-privado a favor del último término del binomio.
Esta estrategia permite que, en sectores no transnacionalizables, por lo tanto no redituables, como la educación, sea el Estado el sostén material de la fragmentación y la lógica privada la que aporte la ideología correspondiente. Pienso, por ejemplo, que una escuela donde una ONG o una comunidad de padres discrimina la matrícula, sería la expresión de éste fortalecimiento de la sociedad civil y, a su vez, una pública privatización del espacio público. En este ejemplo de escuela excluyente queda clara la perversidad de la estrategia: es la esfera pública –los padres, las ONGS- la que privatiza y excluye.
Si se me concede esto, tendríamos entonces que discutir la debilidad que enfrentamos para conformar la esfera pública no estatal, entendida ésta como espacio de conflicto y lucha entre múltiples lógicas discursivas por la definición de políticas públicas (Habermas-1986). Dicha dificultad se advierte en que, hasta el momento, los discursos que monopolizan la escena pública son discursos burgueses o, en el mejor de los casos, no estrictamente burgueses pero que no cuestionan la legitimidad ni luchan por la abolición del Estado capitalista. Y, ya se trate de justos reclamos contra la instauración de empresas contaminantes o de demandas seudofascistas por seguridad, ambos se indiferencian (se igualan) dado que no cuestionan las bases socioeconómicas de la dominación.
La indiferenciación, en la que insisto, confirma, por un lado, el valor explicativo del concepto gramsciano de hegemonía, esto es; el papel central que cumple el Estado en la legitimación del consenso a través de la cultura y la ideología y explica, por otro, el interés neoliberal por los procesos de reforma educativa operados, desde fines de los ’80, en gran parte del planeta, en función de que la cultura e ideología que se intenta imponer a toda la sociedad, encuentran en los sistemas educativos su lugar de privilegio.
Sin embargo, no significa esto que el capitalismo globalizado prefiera sustituir el consenso por coerción, más bien, de lo que se trata es de justificar por consenso la coerción. Permítanme argumentar alguno de los motivos por los cuales creo que esto funciona de esta forma.: El modelo de acumulación neoliberal que abandonó la producción masiva de bienes estandarizados y fragmentó la capacidad de consumo, fragmentó, en el mismo proceso a la sociedad; a esto nos referimos habitualmente con la expresión de destrucción del tejido social. En este marco es donde comienzan a aparecer una pluralidad de actores grupales con intereses y/o asuntos muy puntuales reclamando ante el Estado. Los discursos, desde aquí generados, desde el más contestatario al menos, posibilitaron la ficción de una democracia pluralista, agravada esta situación con la capacidad con la que aún cuenta, al menos nuestro Estado; de cooptar gran parte de las identidades conformadas detrás de estos reclamos. Creo que no hace falta ejemplificar la cantidad de agrupaciones sociales y políticas que hoy trabajan, verbigracia, al servicio del gobierno Kirchner pero sí señalar que estas lógicas discursivas, al quedar atrapadas en el Estado, reducen sensiblemente, parte del debate que debiera darse en la esfera pública. Señalo, entonces, esta capacidad de cooptación como otro de los problemas al que nos enfrentamos en la construcción de lo público.
Por otro lado, también es necesario advertir que la especificidad de algunas lógicas discursivas, incluso de las más valiosas en términos de confrontación al sistema, habilitan al Estado a responder a estos reclamos con políticas también especializadas que omiten, deliberadamente, las causas globales de los problemas específicos y transforman, de paso, derechos en mercancías. Para visualizar esto podría decir que los consejos de la mujer y demás instituciones no resuelven el problema de la dominación machista así como tampoco los comedores escolares resuelven el problema de la pobreza.
Intento plantear, con estas consideraciones, que la ampliación del espacio público que defendemos dependerá de una mayor articulación e integración de las variadas lógicas parciales, dado que la fragmentación de estos reclamos también conviene al sistema. Entiéndase que no me refiero a un discurso totalizante ni a la construcción de un partido que lo contenga todo (cero inseguridad y cero incertidumbre) sino a la construcción de la solidaridad intergrupal que, en un camino de respeto por las diferencias, nos permita incorporar cada vez más temas, a la muy arbitraria y hegemonizada esfera pública actual.
En tercer lugar, si contraponemos el discurso liberal de la época del Estado de Bienestar con el actual discurso neoliberal, podemos advertir, que la visualización de la explotación podría ser mucho más clara hoy que en aquella época. Quiero decir que, si durante la vigencia del Estado de Bienestar toda la producción discursiva burguesa estaba orientada a demostrarle a la sociedad cómo era posible construir un “capitalismo de rostro humano”, hoy los mismos liberales han dejado de disfrazar algunos de sus discursos. Así, por ejemplo, ya no se refieren a la cuestión del desempleo con las palabras “coyuntura” o “tendencia” sino que naturalizan descaradamente la expresión “pobreza estructural”. Probablemente, la razón de estas resignificaciones discursivas estén fundamentadas en la aceleración impresionante que va adquiriendo el modo de acumulación, notoria, entre otras cosas, en la capacidad e impunidad con que el capital ( industrial y financiero) puede desplazarse por el planeta tras la búsqueda de mercados seguros, es decir, mercados donde reducir los costos del empleo u optimizar la especulación financiera y que, por lo mismo, ya no requieren del simulacro de la armonía entre capital y trabajo, sino más bien, de operaciones de reproducción de la mano de obra calificada y descalificada de muy bajo costo. Léase; presupuestos educativos adelgazados, tendientes a garantizar sencillamente la domesticación de las masas.
Reitero: a justificar por consenso la coerción, en particular sobre los denominados pobres estructurales desde el momento en que se admite que sobran en el modelo. En este marco, entonces, ¿será descabellado
...