Antony Leeuwenhoek “El Primer Cazador de Microbios”.

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La salud de Leeuwenhoek era verdaderamente sorprendente. A los ochenta años su mano se veía aún firme cuando sostenía el microscopio para que sus visitantes mirasen aquellos famosos bichos. Parece que su única indisposición era un malestar que sentía por las mañanas. Leeuwenhoek odiaba a los médicos, por esto se guiaba por sus propias y extrañas teorías acerca de su malestar.

Dedujo, pues, que la sangre se espesaba después de aquellas noches de copas, dificultando su paso por los capilares. Sobre esto; escribía a la Real Sociedad lo siguiente: «Cuando ceno demasiado, a la mañana siguiente tomo muchas tazas de café, lo más caliente posible, hasta que rompo a sudar. Es lo único que he hecho durante años cuando he tenido fiebre». Este hábito de tomar café muy caliente lo condujo a efectuar otra observación, muy curiosa, relacionada con los animalillos.

Así una mañana, en medio de su remedio que consistía en tomar tazas de café, sintió curiosidad por tomar una muestra de sus dientes incisivos, y al llevarlo al laboratorio quedó sorprendido ya que no había ningún bicho vivo presente. Procedió a tomar una muestra de sus muelas, por donde no había pasado el café, y observó una cantidad exorbitante de bichos vivos. Con estas observaciones, Leeuwenhoek realizó más experimentos con agua caliente y fría, y concluyó que era el agua caliente del café lo que había matado a los bichos de sus dientes incisivos.

Leeuwenhoek nunca sintió deseo por enseñar y otorgar sus conocimientos a otras generaciónes, ya que sentía que con esto sólo lograría comercializar su conocimiento o prestigio.

Así fue el primer cazador de microbios. En 1723, a la edad de noventa y un años, en su lecho de muerte llamó a su amigo Hoogvliet, a quien pidió traducir algunas cartas y enviarlas a la Real Sociedad, cumpliendo así la promesa hecha cincuenta años atrás.

Lazzaro Spallanzani “Los Microbios Nacen de Microbios”.

Spallanzani nació en Italia en 1729, esto significaría el nacimiento de un nuevo cazador de microbios, que a pesar de no haber elegido el camino más adecuado para dedicarse a la ciencia, aparentaba tener la misma convicción de Leeuwenhoek para estudiar la naturaleza. Así pues, Spallanzani estudió leyes por influencias de su padre hasta que Vallisnieri (un hombre de ciencia bien conocido por Spallanzani) intercedió por él para hablar con su padre y convencerlo de que su hijo debía estudiar ciencias. A consecuencia de esto, Spallanzani fue enviado a la Universidad de Reggio para emprender la carrera de ciencias que siempre había querido.

Se convirtió en profesor en la ciudad de Reggio antes de cmplir los 30 años, fue ahí cuando comenzó su labor sobre aquellos pequeños animalillos descubiertos por Leeuwenhoek. Durante esos años había una discusión acerca de estos animales que giraba en torno a una cuestión: ¿Nacen espontáneamente los seres vivos, o deben tener padres forzadamente, como todas las cosas vivientes? Spallanzani tenía grandes ideas acerca de la generación espontánea de cualquier forma de vida, por lo que le parecía poco creíble que estos bichos o animalillos de Leeuwenhoek no podían surgir al azar, pero el problema era cómo demostrar esta teoría.

Durante ese tiempo, otro científico llamado Needham había realizado experimentos en donde aparentemente demostraba que los animalillos descubiertos por Leeuwenhoek podían surgir espontáneamente de la materia muerta, como un caldo de carnero. Este descubrimiento causó sensación en la Real Sociedad y en todo el mundo, tanto así que se ganó un lugar como miembro de la misma. Esta situación no le agradó a Spallanzani, quien no estaba de acuerdo con las afirmaciones de Needham y aseguraba que había algo raro en sus experimentos.

Spallanzani afirmaba que los bichos aparecían porque Needham no calentaba la botella el tiempo necesario, además de que probablemente no la había tapado herméticamente. Fue entonces cuando el investigador que llevaba dentro hizo aparición, y esta vez no le bastó con escribir a Needham acerca del asunto, así que él mismo comenzó a experimentar para probar que Needham estaba equivocado.

Con sus experimentos pudo probar que las botellas de Needham, que no estaban selladas, sino que sólo estaban cerradas con un corcho, pudieron haberse infectado con bichos que estaban en el aire, además de esto, descubrió algo aún más importante; había algunos bichos que podían sobrevivir al agua hirviendo, y que para poder matarlos tendrían que hervir por una hora.

Sin embargo, Needham era un hombre demasiado inteligente y se las ingenió para dar credibilidad a su teoría de la generación espontánea en el caldo de carnero, según él, había una fuerza vegetativa que dejaba que se crearan animalillos dentro de la botella. Como Needham era bastante popular y un experto en publicidad, la Real Sociedad no tardó en nombrar a Needham como un nuevo miembro de ella. Esto significaba un peligro de la ciencia, ya que no se veía con claridad y la Real Sociedad se dejaba llevar por hecho apasionados, todo lo contrario al pensamiento de Leeuwenhoek.

Louis Pasteur “¡Los Microbios son una Amenaza!”

Louis Pasteur nació en Francia en 1822, en esta época la caza de microbios estaba estacionada, con el avance de otras ciencias, nadie se interesaba en los hallazgos de Spallanzani a pesar del gran avance en la producción de microscopios. Pasteur era un muchacho meticuloso que no se distinguía de cualquier otro joven de su edad. En su tiempo libre pintaba a miembros de su familia, por lo que para ese tiempo, la caza de microbios parecía que se quedaría sólo como una anéctdota.

No fue hasta que Pasteur ingresó a la Escuela Normal de Paris, cuando tuvo la intuición de ser un gran químico. Comenzó realizando investigaciones por su cuenta con frascos conteniendo líquidos mal olientes y tubos de ensaye llenos de sustancias de fuertes colores.

A los 26 años, Pasteur fue nombrado profesor de Estrasburgo y se casó