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Apuntes para emprender la tarea del parcial domiciliario

Enviado por   •  7 de Noviembre de 2018  •  2.572 Palabras (11 Páginas)  •  455 Visitas

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Para indagar el proceso de estigmatización identitaria en el terreno periodístico, se piensa la construcción de abordajes que pueden resultar en un estigma. Desde una perspectiva sociocognitiva, Goffman (2006) comprende a ésta última categoría como un lenguaje de relaciones que opera en la visibilidad y conocimiento de signos corporales portadores del mal propiamente dicho.

El mecanismo de estigmatización se produce a partir de supuestos identitarios compartidos, al interior de “[…] un penetrante proceso social de dos roles en el cual cada individuo participa de ambos roles, al menos en ciertos contextos y en distintas fases de la vida” (2006: 160). El desajuste de posiciones se inscribe en una incongruencia entre la identidad social real y la identidad social virtual. La primera se asienta en la asignación de propiedades naturalizadas y de este modo, rutinariamente demostrables. La identidad social virtual efectúa una demanda formal “[...] hecha con una mirada retrospectiva en potencia” (2006: 12), que se vincula con cualidades morales y éticas presupuestas al toparse con (des)conocidos. La divergencia con el “deber ser” social puede generar marcas, que etiquetan como anormales a (no)sujetos desposeídos de atributos deseables.

En la categorización identitaria se deshumaniza la imagen (personal y social), al tiempo que se confirman “[…] las expectativas particulares que están en discusión” (2006: 15). El estigma (sólo) se produce si la percepción de la diferencia es corriente y pública, en distintos grados de intensidad. Si la disonancia permanece en secreto, no lesiona ni incide en las relaciones interpersonales. Como sostiene Rodrigo Alsina: “La opinión pública es el lugar de la producción de efectos de verdad públicamente relevantes, como la definición y la negociación colectiva del sentido de determinados procesos y decisiones […]” (1989: 135).

En relación a la cuestión del castigo hacia las juventudes se entiende con Pitch (2003), que su efectividad resulta de una tipificación arbitraria que establece el Derecho penal en relación a un “deber ser” social estableciendo a ciertos actos como delictivos. El proceso señala como delitos acciones que atentan contra la propiedad privada, al tiempo que fija la identidad de delincuente en función de la transgresión a la ley penal. La definición de delito se establece en una red de mecanismos de control, que normalizan ese orden social.

El ensanchamiento de noticias acerca de delitos cometidos por jóvenes producido en los años noventa comenzó a moldear una tendencia periodística, que a partir de la escenificación de “olas de violencia” (Fernández Pedemonte, 2010) introdujo intermitentemente la discusión sobre el castigo hacia las juventudes: “[…] lo que parecía darse por sentado era que a) los delitos de niños y jóvenes habían aumentado efectivamente y b) que este aumento tenía que ver directamente con la agravación de la crisis económica y la marginalidad” (Arfuch, 1997: 11). De este modo, el dispositivo mediático criminaliza a algunos jóvenes a partir de la escenificación de discursos de defensa social, que fabrican la imagen de una ciudadanía victimizada y la de jóvenes/delincuentes en tanto personificación de la inseguridad urbana.

2) Desarrollo

a) El paradigma del orden

b) El modelo de la gestión de la conflictividad

c) Articulación de los conceptos desarrollados en el texto de Binder con el tema elegido

Por ejemplo:

El caso Urbani emergió en el escenario mediático el 11/10/2009, cuando se realizó un corte en la Avenida Libertador al que acudieron familiares de Santiago y algunos ciudadanos de Tigre para demandar justicia y seguridad. La imagen de inseguridad se elaboró en relación a un otro, inculpado por la muerte del joven (Brescia,…). Este mecanismo permitió escenificar las demandas de venganza y los intereses de una parte de la ciudadanía.

Si bien deambularon sobre todo en momentos cercanos al juicio, en la etapa que tomó estado público el caso se montaron enunciados criminalizantes hacia dos de los detenidos, por ese entonces internados en un Instituto de Menores. La muerte de Santiago disparó discursos punitivos a partir de la estrategia periodística de dar voz a la (madre de la) víctima. Como se analizó en un informe realizado en Todo Noticias, el 12/10/2009:

“Los derechos son siempre para ellos, para nosotros no y yo obviamente que quiero verlos muertos. Toda mi vida estuve en contra y luché por la pena de muerte: no la quiero. Pero, creo que no tienen recuperación estos chicos”. (Julia Rapazzini, madre de Santiago Urbani).

Como se desprende del fragmento seleccionado, la construcción de miedo al delito se presentó como correlato de la figura de un enemigo interno (Kessler, 2009), que se encarnó en la imagen de un joven delincuente y, por lo tanto, exento de la ciudadanía. La batalla nosotros/otros se trasladó hacia el campo jurídico, donde se depositó la percepción de una desigual distribución normativa: “siempre para ellos, para nosotros no”. Pues, ¿cómo podría el Derecho subsanar la muerte del hijo? En ese argumento se escudó la víctima para predicar, ante los medios de difusión masiva, la eliminación del joven que delinque. Así, se percibe que los discursos periodísticos se enmarcaron en la matriz del orden. Ese marco de referencia habilitó la ejecución de un mecanismo que amplió la frontera entre la ciudadanía y un joven otro, desechable, al que se despojó hacia los límites de la mundo social en aras de la paz del nosotros. Como se inscribe con Binder (2010), la percepción de que es posible vivir en una sociedad sin conflictos ha sido un lugar común, que ha entendido a estos últimos como una situación transitoria del orden social.

Los discursos periodísticos, que enfatizaron la puesta en marcha de medidas punitivas de seguridad a fin de resguardar el orden, conllevan un obstáculo que se manifiesta a la hora de elaborar una política criminal democrática. Siguiendo a Binder (2010), esta dificultad refiere a que, de la idea de orden: “[…] siempre se ha derivado una forma de autoridad y de conformación social dependiente de un grupo social, una élite con capacidad de discernir el sentido de ese orden o de presentarse como guardianes de el. La ilusión del orden se convierte en la existencia histórica de sus guardianes” (2010: 2). En otras palabras, la utilización de técnicas periodísticas estigmatizantes legitimaron una forma excluyente de habitar al otro en pos

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