CADA PUEBLO TIENE EL GOBIERNO QUE SE MERECE

...

En primer lugar, es un país que cuenta con recursos financieros producto de ese crecimiento económico. Esta situación nos permite planificar e invertir ese recurso en temas como la educación, salud, seguridad, fortalecimiento institucional, etc. creando así los pilares de una sociedad realmente sostenible, lo cual a su vez, mitiga el riesgo de que todo este crecimiento no se quede solo en una “época de bonanza”, sino que se aproveche para dar los primeros pasos hacia una verdadera transformación social.

¿Qué nos frena para dar ese paso? ¿Qué le impide a Panamá despegar y hacer la diferencia tal cual lo han hecho países como Chile y Singapur?

La respuesta es simple: “La actitud de los ciudadanos panameños”.

Soy panameño, me siento orgulloso de mi país y creo que tenemos la fortuna de vivir en un verdadero paraíso natural, colorido y con una herencia humana única producto de nuestra historia. También creo que lo mejor está aún por venir. Sin embargo, para hacer de este sueño una realidad, necesitamos primero entender que nos limita como sociedad. Si bien es cierto, en la última década el estado panameño ha invertido en algunos proyectos e iniciativas importantes para el país (Panamá: panorama general), las mismas han estado viciadas por actos de corrupción que giran en torno a los gobiernos que han estado de turno. Esto sin mencionar la estrategia populista y el clientelismo político al que apuestan quienes está en el poder. Todo esto bajo la mirada cómplice de la ciudadanía que ha llegado a conformarse con una gestión pública corrupta y poco transparente, llegando al punto en que a menudo se escuchan frases como “este gobierno roba, pero por lo menos está haciendo“. Es aquí donde precisamente radica la mediocridad en el pensamiento del ciudadano, viendo la corrupción como un conjunto de acciones normales y aceptables.

Una sociedad donde el “juega vivo” es algo que se celebra, donde los “valores” cívicos ya no tienen ningún “valor”, donde cada quien solo vela por sus intereses individuales y no por los intereses comunes… es primero que nada, música para los oídos del corrupto, pero sobre todo, la receta perfecta para el fracaso como sociedad.

¿Qué podemos hacer al respecto?

La gran mayoría piensa que la opinión individual no tiene un impacto sobre temas tan complejos como la corrupción en un país. Pues, tienen razón, “una golondrina no hace verano”, sin embargo, todo gran movimiento colectivo inicia con un simple acto individual, el despertar intelectual. Una vez nos despertemos como individuos, tendremos la capacidad de interactuar con otros que compartan nuestro pensamiento y es justo allí donde empieza la revolución en nuestras mentes. Entonces...

- Despierta. Conoce y presta interés por lo que acontece en el país y el estado actual de nuestra sociedad. Recuerda que son el mismo país y la misma sociedad en donde vivirán tus hijos, hermanos, amigos, etc.

- Estudia. Hay que ilustrarse sobre conceptos básicos que componen el mundo político y social. Por ejemplo: la institucionalidad, la democracia, la corrupción, nuestra legislación, la economía, la transparencia, la participación, nuestros derechos y deberes ciudadanos.

- Entiende el porqué. Hay que conocer más la historia de nuestro país para entender cómo llegó a dónde está y de donde provienen sus fortalezas y debilidades como sociedad.

- Comparte. Hay que compartir todo lo que se aprende con amigos y conocidos, todos los puntos de vista al respecto. Tomase el tiempo de conversar con las personas, compañeros y familiares sobre ideas políticas, sociales y culturales, etc. Tomar en cuenta que la tolerancia a la diferencia de opiniones es fundamental, cada quien tiene derecho a estar o no de acuerdo sobre un tema.

- Actúa. Tenemos que Involucrarnos en actividades, en debates tomar iniciativas de interés público y exige una mejor gestión pública y política. Decir “es que no soy político” es algo que carece de sentido. La política es intrínseca a la sociedad y no hay que pertenecer a un partido político para participar de ella, de hecho, nuestro papel como ciudadanos tiene mayor relevancia.

Presentado por: Fredys C. Herrera.