CARACTERIZAR LA EDUCACIÓN COMO PROCESO FORMADOR
Enviado por Jillian • 15 de Marzo de 2018 • 1.283 Palabras (6 Páginas) • 1.011 Visitas
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La práctica pedagógica es el lugar donde interactúan el docente y los estudiantes en formación; donde la institución educativa define las directrices para llevarla a cabo en su plenitud el desarrollo estudiantil, confrontando la teoría con la práctica, que en ocasiones se desarticulan del que hacer pedagógico, con el propósito de realizar una intervención pedagógica lógica, coherente, que permita significación en los aprendizajes, y como lo menciona Freire (citado por Patiño, 2006), la inmersión en la práctica pedagógica, debe incorporar la reflexión, el razonamiento y la reconstrucción del hecho educativo en y fuera de ella representa un ámbito de intervención práctica, en el cual la teoría otorga sentido y significado a la práctica, respaldando el actuar en cada actividad, para construir y componer el sentido de lo que se hace, por qué, para qué y cómo se hace, de tal forma que se pueda alcanzar satisfactoriamente los aprendizajes que se pretenden desde la enseñanza.
Se entiende a la educación como un hecho eminentemente social y transformador o formador. La educación es un hecho que dirige la pedagogía, y es estudiado por la ciencia de la educación. La psicología y la sociología colaboran para estudiar científicamente la educación. La psicología aborda el hecho asumiendo la psicología del niño frente a la del adulto; la sociología, desde los elementos de la civilización y los elementos en que éstos se transmiten. La pedagogía resulta entonces una obra de reflexión que busca resultados de ambos órdenes para establecer principios de conducta o para reformar la educación. Hace falta conocer plenamente las condiciones del hecho educativo, para que haya más probabilidades de utilizarlo eficazmente. Para ello, es menester entender las instituciones de acuerdo a su función, dirigida hacia una pedagogía racional y eficaz dentro de los límites sociales, analizando sus componentes, sus necesidades y las génesis de sus causas.
La educación es una función social, y por esto el Estado no puede desinteresarse de ella. La educación debe estar sometida en su totalidad a los intereses del Estado, porque es éste quien abre paso a los principios esenciales: respeto a la razón, a la ciencia, a las ideas y a los sentimientos que están en la base de la moral democrática. La educación usada en una determinada sociedad y considerada en un momento determinado de su evolución, es un conjunto de prácticas, de maneras de hacer, de costumbres, que constituyen hechos perfectamente definidos y que tienen la misma realidad que los otros hechos sociales. No son, como se ha creído durante mucho tiempo, combinaciones más o menos arbitrarias y artificiales, que no deben su existencia sino al influjo caprichoso, de voluntades siempre contingentes. Constituyen, por el contrario, verdaderas instituciones sociales. No existe ningún hombre que pueda hacer que una sociedad tenga, en un momento dado, un sistema de educación diferente de aquel que su estructura supone.
En conclusión, la función formadora de la escuela está orientada desde tres perspectivas: una, de carácter individual, dirigida al desarrollo de la conciencia personal y el razonamiento moral; otra, de carácter social, que busca la promoción de valores cívicos y de conciencia colectiva; la última, de carácter institucional, sostiene que la escuela se convierte en una realidad particular en la que confluyen y se afectan mutuamente valores personales, sociales e institucionales. La consideración de estas perspectivas, ligadas a la concepción de los valores como entes que pueden ser aprehendidos y por consiguiente enseñados, brinda la posibilidad de destacar y rescatar la función formadora de la escuela como meta explícita de la educación. Una educación realmente formadora garantizaría nuestro crecimiento personal y contribuiría al desarrollo integral de nuestra sociedad; una educación formadora de buena calidad, en gran medida, determinaría un mejor presente y un mejor futuro para todos, como personas y como sociedad.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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Durkheim, É. (1991). Educación y Sociología. Ed. Colofón, 3ª ed., México, 1991.
Quiceno, H. (2010). Sujeto del saber en el grupo de historia de las prácticas. Documento inédito cortesía del autor.
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