CONSOLIDADO DE PROYECTOS

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“La fragmentación, complejidad e interdependencia de nuestras sociedades actuales provocan la necesidad de compatibilizar la democracia representativa con nuevas formas de democracia participativa, más directa y deliberativa, es decir, con alternativas que den "voz y rostro" a la ciudadanía plural. Se trata de fortalecer la democracia mediante una nueva manera de tomar decisiones, que conciba a los ciudadanos con capacidades y, por tanto, que les transfiera el poder y la responsabilidad en los asuntos públicos. Esto se hace frente a una democratización verdadera, lo cual es algo más que las elecciones o la simple afiliación a una asociación; necesita de: a) instituciones permeables y transparentes a los ciudadanos y que funcionen adecuadamente; b) una sociedad civil despierta y con posibilidades de ejercer control e influencia y c) la existencia de mecanismos dinámicos, diversos y flexibles de participación real”. Y es lo que se busca con la realización de un proyecto donde halla integración de todas las partes, tanto de los afectados directamente como los indirectamente.

Las políticas y actores sociales en los nuevos contextos relaciónales locales del bienestar, donde en la actualidad tienden a la pluralidad, descentralización, corresponsabilidad pública y privada, complementariedad de actores y participación activa de los mismos destinatarios y sujetos de estas políticas. La integración social se construye en la actualidad desde la diversidad reflexiva de los actores que conforman un entorno reticular -o de redes-, basado en transacciones de personas y organizaciones públicas y privadas.

El tema de desarrollo humano, participación ciudadana y trabajo social comunitario, en conjunto es muy importante para el desarrollo de una problemática como la que se está manejando del consumo de drogas y distribución, porque no solo les basta con consumirla, si no que la venden dentro de las instalaciones, por un lado la participación social es un elemento clave del trabajo social desde sus inicios, la preocupación del trabajo social por la participación ha sido una constante, situándose el dilema principal en torno a decidirse por este mismo que asume la responsabilidad directa en la resolución de los problemas sociales, o bien, con un enfoque centrado en el proceso, orientado a movilizar a la gente para que ésta resuelva las situaciones de dificultad.

Algo que muy coherente es que la participación es democracia, cuando realmente se hace de esa manera, donde todos los autores intelectuales y no intelectuales dicen sus opiniones, además es sostenibilidad, ya que hay dos versiones, aunque la realidad sea una, siempre va haber dos. Sin participación no hay legitimidad de las autoridades, no existe confianza en la gestión, perdemos la gobernanza en el territorio, en la gestión. La ciudadanía se aleja, se siente ajena a las actividades de la autoridad, no se involucra, y es lo que pasa en la mayoría de casos, las personas se hacen los de la vista gorda, a veces porque el problema no les afecta directamente. No reconoce a la autoridad pública, porque lo que hace o lo que deja de hacer, es distante del interés ciudadano, de los intereses sociales que no han decidido en la gestión. O peor aún sólo va la ciudadanía, cuando hay entrega de beneficios inmediatos o intereses personales. Con lo cual, se distorsiona la participación, y se malogra la democracia.

Como en casi todas las problemáticas lo que siempre hace falta y es el liderazgo, aunque existen lineamientos de política de participación ciudadana en la gestión ambiental, que buscan fortalecer la participación de la sociedad civil en general y no solo de los afectados por el problema y sus alrededores. Cabe resaltar el siguiente aspecto de la lectura Participación Ciudadana; “Sin cultura ciudadana, sin una cultura de la participación no se mantienen las cosechas de educación y cultura. Es claro esto para las familias, los niños, madres, los jóvenes, sólo si se forman desde el afecto, la comprensión, el diálogo y la exigencia, se forma a su vez al ciudadano que el país merece y requiere: sensible, reflexivo, propositivo, constructivo y responsable”. Porque sin cultura una ciudad, un pueblo o un país no va a ningún lado, si no es consciente de lo que sucede en su entorno y de afrontar estos, por eso cuando decía que había que implementar estrategias para la implementación de las políticas de participación ciudadana deben ser asumidas por las entidades de manera diferencial en los territorios teniendo en cuenta su visión, prácticas culturales, formas organizativas y gobernanza de los territorios, desde las distintas formas de expresión de la democracia, lo que nos lleva a que los entes conformados deben ser neutrales, ni de un lado, ni del otro, porque de alguna manera estaría de esa parte y no sería parcial a la hora de sus dictámenes.

Para algunos la participación ciudadana es una simple asistencia, pero en realidad va más allá de eso. Desde el deber ser, implica un proceso de formación y construcción en el que intervienen múltiples variables de carácter cultural, económico y sicológico, en un contexto étnico, territorial, ambiental que recoge los intereses y expectativas individuales y colectivas de las comunidades que interactúan con autonomía desde la perspectiva de sus derechos. Es por eso que todos debemos estar informados del problema para poder actuar y tomar decisiones y hacer frente a la situación.