CULTURA, SOCIEDAD Y ESPECTÁCULO

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Los intelectuales deben participar en un debate público, porque se han replegado y casi aislado por considerar que lo banal se ha apoderado del mundo. La sociedad actual se deja llevar por los estereotipos que ofrece a diario la publicidad; su misión es atrapar, es vender, es captar adeptos. El espectador debe tener poco tiempo para interiorizar, el occidentalismo invita a consumir diversión y ocio; invita a una cultura de no preocuparse, de ser feliz, de tener fácilmente lo que se quiere, de la vida leve, ligera y fácil.

Según Vargas Llosa, la actividad periodística, la prensa, y la literatura ha perdido esa función social que involucra la preservación de los valores de una sociedad que construye un andamiaje en los aspectos político, social, económico y cultural. A pesar que la democratización de la información ha tenido un crecimiento sin fronteras gracias al uso de las nuevas tecnologías, se encuentran informaciones inválidas, sin argumentos que confunden y que a pesar que hablar de libertad en este contexto es completamente válido, no hay una conciencia real de lo que se expresa, no hay respeto, ni responsabilidad, ni en lo individual, ni en lo colectivo. Lo banal pasa a ser prioritario y el chisme y el amarillismo ocupa las primeras posiciones de sintonía.

Otra posición al planteamiento de Vargas Llosa, se encuentra la postura de Gilles Lipovetsky[2] quien afirma que la democratización de la información ha permitido borrar límites y que esa cultura entendida como una élite exclusiva de ciertas esferas era quien determinaba o establecía lo que era o debería ser. Esa cultura noble, era el nuevo absoluto. La caída de este modelo ha transcendido a una cultura abierta, no esperamos que la cultura cambie el mundo, igualmente y pesar de estar dirigida por pensadores en otros momentos de la historia, la cultura no desapareció la guerra, ni la injusticia social, ni los intelectuales transformaron la corrupción y la deslealtad. La era de la información ha transcendido más y generado más cambios que la cultura noble.

El potencial positivo que representa la abolición de una cultura noble, exclusiva de un sector, rompiendo un esquema y una estructura que había determinado unos estatus. Las gentes ya no quieren seguir grandes pensadores, quieren ser felices, la sociedad de consumo ha multiplicado los valores de referencia ha abierto los horizontes y permite comparar, las nuevas relaciones han permitido, han creado una sociedad a la carta donde los individuos construyen el mundo personal de gustos y tendencias.

A propósito de la cultura del ocio, el entretenimiento y el espectáculo se encuentran posiciones como la de, Debort “El espectáculo, que desdibuja los límites del yo y del mundo con el aplastamiento del yo asediado por la presencia-ausencia del mundo, igualmente borra los límites de lo verdadero y de lo falso por la represión de toda verdad vivida bajo la presencia real de la falsedad que la organización de la apariencia asegura.” (Debort, 1967)

También como lo expresa Ambrosini, se habla del ocio y el entretenimiento como un negocio lucrativo. Existe un cambio moral, cambio que fue posible porque en forma paralela asistimos a una irrupción tecnológica que ha abierto campos insólitos para descargar la pulsión natural por la diversión. (Ambrosini, 2011).

Referencias

Ambrosini, A. (2011). La cultura del entretenimiento. Buenos Aires: Universidad de Palermo.

Debort, G. (1967). La sociedad del espectáculo. Paris: Buchet.

Vargas Llosa, M. (11 de 04 de 2012). La civilización del espectaculo. Buenos Aires: Alfaguara.

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