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Cap. II- “Caudillos y campesinos en el México Revolucionario, 1910-1917”.

Enviado por   •  7 de Abril de 2018  •  1.960 Palabras (8 Páginas)  •  440 Visitas

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El liberalismo maderista, el vehículo político del levantamiento de la clase media urbana, era igualmente una protesta contra la centralización política. Buscaban un estilo de gobierno acorde con el desarrollo económico y urbano de México y con la opinión mundial prevaleciente “progresista”. Pero no intentaron desmantelar al gobierno central sino más bien reformarlo. Los aldeanos deseaban verse libres del agobio del agobio del gobierno, les disgustaba el jefe político, el cobrador de impuestos, el juez, el ejército y la policía. Pero es cierto que en el contexto de la Revolución estos rebeldes pudieron unirse al liberalismo maderista y estar de acuerdo con su promesa de elecciones libre y no reelección; pero posteriormente sus caminos se apartaron. No buscaban una nueva democracia liberal, eficaz, funcional, sino un retorno a los antiguos buenos tiempos y a un restablecimiento de la “utopía campesina” libre de grandes terrateniente y de los funcionarios. Los liberales patriotas no tolerarían la creación de las republiquetas de indios dentro del Estado.

Lucha de clase: una lucha entre guaraches y zapatos, como los contemporáneos prefieren señalar. En los movimientos serranos las divisiones geográficas (verticales) tenían prioridad sobre las divisiones de clase (horizontales). La fragmentación económica, geográfica y étnica del México porfiriano significaba que las decisiones verticales aun eran fuerte y muy marcadas. A menudo estas evidentes rivalidades geográficas se originaban en las formas políticas o económicas o en la explotación racial. Es probable que los factores raciales y económicos alentaran la rivalidad política entre los serrano y la ciudad y el valle de Oaxaca, igual que las presiones comerciales y fiscales, que emanaban de la capital del estado, alienaron a los serranos de Chihuahua. Pero cualquiera que haya sifo la combinación del dominio político y económico, continua existiendo el hecho de que este se ejercía desde lejos y no creaba un división social básica dentro de la comunidad serrana. Si bien en varios casos la recuperación de las tierras de la aldea era un objetivo importante, este estaba inmerso en el problema esencial de liberar a la comunidad de las autoridades políticas impuestas. El logro de la autonomía política local era un fin en sí mismo, sin importancia agraria, Después de que expulsaban al jefe político y a su grupo de protegidos la rebelión lograba su meta, la villa podía dedicarse a vivir en una soledad esplendida. Esto tuvo importantes consecuencias para el curso y la composición social de estas rebeliones serranas.

El orozquismo y el villismo, tuvieron una importante base campesina pero no fueron movimientos agrarios comprometidos. Orozco y Villa carecían del principio guiador del agrarismo zapatista y como los jefes serranos en general más fácilmente se desviaban las decisiones de clases horizontales en su convicción política de quienes los apoyaban. Los bandidos hacen un mal papel como reformadores radicales: durante el régimen de Villa, un bandolerismo social institucionalizado, los principales beneficiarios fueron los secuaces de Billa que se establecieron y vivieron con un esplendor rustico semifeudal. Estos cambios eran individuales no estructurales. Los movimientos serranos del norte, el orozquismo y el villismo, no tuvieron la voluntad ni la capacidad para aprovechar las ganancias que obtuvo la Revolución en 1910-1911 y en 1913-1914 y pronto desaparecieron. El agrarismo zapatista, aunque derrotado en el campo de batalla, dejo su huella en Morelos, y en forma más general en México, el movimiento serrano en el norte dejo poco detrás de si, excepto el mito deslumbrador de Pancho Villa.

Los movimientos serranos en otras partes del país revelaron no solo causas y circunstancias similares, sino también tuvieron una configuración social y una orientación política similares. Debido a que sus metas eran locales y políticas, fácilmente se veían infiltrados por los intereses extraños, llegaron a concretar acuerdos con los extraños sin tomar en cuenta la ideóloga para proteger a su patria chica. Podían, si era necesario, ser tolerados y los mismos serranos estaban dispuestos a negociar, porque era casi lo único que podían hacer.

La otra característica clave de los movimientos serranos, que se relaciona con su composición interna, es que no pertenecían a clases definidas. Como movimientos dirigidos contra una reducida camarilla de funcionarios locales o contra la autoridad de una capital de estado distante podían movilizar a todas las comunidades, desde arriba hasta debajo de la escala social.

Estos jefes y movimientos pueden incluirse en el movimiento popular, que convirtió a la Revolución Mexicana en un fenómeno de masas único. Estos no se basaban en las clases, los jefes a menudo eran propietarios y tenían una buena posición social, su organización era arcaica y jerárquica, deliberadamente oscurecían las divisiones de clases horizontales que eran evidentes y que continuaron existiendo en la sociedad serrana. Pero no puede negarse que obtenían un apoyo popular continuo y esto contribuyó en gran medida a la historia de la Revolución. Por su oposición genuina a la centralización porfiriana no compartían el punto de vista de los liberales respetables, educados de las ciudades. Eran los jacobitas de México y los maderistas eran los whigs de México.

En sus dos principales encarnaciones, la del movimiento agrario clásico y la rebelión serrana autonomista, fue esencialmente rural y básicamente campesino no solo porque sus combatientes de línea en su mayoría fueran campesinos tampoco porque la mayoría de los jefes fueran campesinos sino porque encarnaba la creencia antigua, profunda en los derecho y en los valores de las comunidades campesinas, derechos y valores que habían sufrido un ataque constante desde la década de 1880.

En lugar de una dicotomía del antiguo régimen y la Revolución, o una tricotomía del antiguo régimen, los liberales(maderistas) y las revoluciones sociales, el análisis general de este periodo se comprende mejor haciendo una división cuádruple : el viejo régimen (Díaz, Huerta), los civiles liberales (Madero), el movimiento popular (Villa, Zapata) y la síntesis nacional,(Carranza, Obregón, Calles).

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