Capitalismo y Trabajo

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Tomaremos al discurso (verbal/no verbal) como la principal herramienta sobre la cual se ha instaurado esta superestructura social denominada paradigma capitalista; en este sentido, Ramos (2011), nos habla del concepto de materialidad del significante/lenguaje/discurso; haciendo alusión a que las palabras adquieren un estatuto de realidad para el sujeto y desencadenan múltiples efectos sobre el mismo –subjetivos-; es decir, al igual que la realidad que es una construcción social y que es enteramente dependiente de las practicas sociales, este discurso, no tendría lugar sin una interrelación de significantes en las que surge una especie de materialización política o coacción; así la psicología pasará a representar un sistema ideológico políticamente formidable, el cual produce un discurso que aboga por la prolongación del disfraz que oculta las relaciones de los sujetos con sus condiciones de existencia.

Está por demás decir, que dentro de este sistema los que valen, son aquellos poseedores de los medios de producción y múltiples recursos de distinta índole, son los que tienen el capital y que de algún modo fungen como partidarios de los dispositivos psicológicos; a este respecto, uno de los mitos es que todo esto lo consiguieron trabajando –echándole ganas, por ponerlo en palabras especialistas-, y no dudo que haya excepciones que han conseguido mirar a las estrellas, este hecho se ha enraizado en las cogniciones de cada persona como un impulso a superarse, a salir adelante, a seguir trabajando igual o más para alcanzar capital suficiente y no para convertirse en burgués y alcanzar su libertad o comprarla en el mejor de los casos; situación que enfatiza el neoliberalismo -mutación del capitalismo-, convertir al trabajador en empresario, es una suerte de autoexplotación.

Podemos decir que la visión de una psicología reconfortante para el trabajador, en un inicio es cierta; no obstante, al ser las empresas las que proporcionan los recursos para realizar investigaciones e implementar programas institucionales de orden, disciplina y regularidad, los cuales condicionan la situación laboral; es por ello que se opta por mejorar la productividad de los empleados, desde el obrero hasta el directivo por menos creíble que parezca, que mejorar las condiciones socio-laborales a las que están expuestos. Concluiré retomando la presentación de una psicología –organizacional- como un dispositivo capitalista de seducción ante el trabajador para vender, instituir e impregnar al trabajo –refiriéndolo aquí en su acepción totalmente deformada- como una necesidad de súper y sobrevivencia; en este uso de la bio y la psicopolítica en la que el cuerpo humano es el principal sitio donde se ejerce la lucha de poder, y en la que surge un continuo entre gobernarse a sí mismo y ser gobernado por otros, los llamados tiranos/burgueses. Finalmente añadiré: ¿valdrá la pena cuestionarse sobre una resignificación de la realidad laboral bajo este aplastante sistema?...

Referencia.

Ramos, J. (2011). Eficienciería: Presencia del discurso capitalista en la psicología conductista. Revista trazos universitarios, 1(1), 1-20.