Incidencia de la religión en contrapunto con el mercantilismo y el capitalismo en la construcción de la idea del trabajo
Enviado por Kate • 29 de Noviembre de 2018 • 2.947 Palabras (12 Páginas) • 367 Visitas
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Un aporte por demás influyente en esta construcción del trabajador y su fruto por parte de Santo Tomas fue su interpretación del contrato de trabajo, aunque no tal y como se lo conoce en el capitalismo, este contrato está expuesto como un arriendo de servicio y no como el pago de una mercancía, el trabajador, a diferencia de lo que vendrá con la industrialización, es dueño de sí mismo y también de su fuerza de trabajo, por lo que el “salario” sería considerado bajo dos aspectos: el de la utilidad del trabajo y el de su fin natural; dado que no estaba sujeto a la productividad de quien lo recibe sino a las variaciones del sistema mercantil. Precisamente no es casualidad que la noción de contrato de trabajo y de salario formen parte de la práctica religiosa, era un efecto de la inminente presión por parte de un comercio que crecía y que pronto rompería con la resistencia que el orden religioso le ofrecía hasta el momento.
El Mercantilismo como nuevo eje:
El mercantilismo durante el Renacimiento fue lo que el feudalismo para el Medioevo como actividad comercial, por lo cual, la práctica comercial y monetaria se agrandaron forzando a la reticencia eclesiástica a la acumulación por medio de estas actividades a menguar para no oponer la Iglesia ante los intereses surgidos. La iglesia comienza a ceder ante esto y autoriza el cobro de interés cómo una suerte de multa por mora (damnum emergens) y reconoce que el prestamista merecía una compensación ya que este se arriesgaba a perder el capital.
Con el transcurso del tiempo los comerciantes se sedentarizaron en ferias y comenzaron a recibir apoyo del poder político mediante exención de impuestos, protección a los mercaderes y la existencia de una policía comercial entre otros, nutriendo al desarrollo de los mercados y otorgándole poder político al comerciante.
Diferenciándose de la moral sustentada por el clero, el mercantilismo convirtió los antiguamente considerados medios en fines en sí constituyendo a el progreso económico como un valor moral sin implicar una renuncia sino más bien una transmutación al valor que los escolásticos le habían dado al trabajo y la actividad comercial fue vista como como un vínculo de sociabilidad general y el buen funcionamiento del intercambio se convirtió en una finalidad social. Fue esta nueva moral, que tenía en cuenta la ganancia como el fin último, la que causó el auge de la vida ciudadana y maximizó el rendimiento; La producción fue diversificándose y los artesanos fueron especializándose en diferentes áreas por lo qué Marsilio de Padua justificó: “como las cosas necesarias para quienes quieren vivir cómodamente son diversas y no pueden conseguirse por hombres de un solo oficio, han sido necesarios diversos órdenes de hombres u oficios para este intercambio. Estos diversos hombres u oficios no son sino partes de la ciudad…” Es así que se deja de ver a la acumulación de capitales como algo egoísta y se lo ve como un aporte al bien común ya que se cree que el comercio tiene por objeto el procurarse las cosas necesarias para la sociedad e intercambiarlas mutuamente exaltando a la práctica mercantil como la de mayor utilidad social. El trabajo intelectual antes reservado al clero y nobleza, se extendió a la actividad económica, haciendo que las habilidades como leer, calcular y escribieron fueran requisitos indispensables para la competencia mercantil y no solo para la élite de esta sociedad, desencadenando así el desplazo casi total del clérigo y la divinidad como un fin, por parte del mercador y el dinero.
«Es el cálculo, más tal vez que la racionalidad deductiva, lo que domina esta cultura laica. La moralización del intercambio significa los saberes destinados a aprovecharlo»
- Mairet, Gérard
El protestantismo y la religión en sintonía con el capitalismo:
El protestantismo surge como una contraposición de la iglesia católica que condenaba la explotación económica ya que consideraban que el trabajo lograba que las personas se concentren más en obtener riquezas materiales para sí mismos que en acercarse a Dios, además la Iglesia “vendía la salvación” es decir que confesaban a las personas por dinero y así se creía falsamente que se alcanzaría la salvación.
El calvinismo se presentó como una corriente protestante con una fuerte característica hedonista que consideraba al trabajo como una forma de alcanzar la gloria de Dios realizando actividades cotidianas (se consideraba al trabajo la forma mundana del servicio eclesiástico) como también veía con buenos ojos la acumulación de capital, a su vez consideraba a Dios sobre todas las cosas y que además el trabajo era el medio para alcanzar la salvación. Se consideraba la falta de confianza como una falta de fe y para lograr una autoconfianza las personas debían realizar una intensa actividad laboral para así lograr la llamada “fe eficaz”, es decir, el calvinismo veía al trabajo como un medio para la satisfacción personal y a través de esta conseguir la salvación. Esto generaba en los trabajadores una sensación de insuficiencia constante que tenía como principal objetivo mantener un alto rendimiento y alcanzar a Dios por medio del trabajo. En contraparte Lutero consideraba que cada persona estaba “destinada” a realizar un trabajo, condenando la rotación laboral que se realizaba en el capitalismo además de rechazar el ascenso social afirmando que era “contraria a la ley de Dios”. Él afirmaba que se le asignaba a cada persona un trabajo de manera natural (cabe destacar que se refiere a el hecho de que los hijos realizaban las mismas labores de los padres) y estas debían cumplirlo hasta el día de su muerte. No consideraba a un trabajo más digno que otro, sino que “la dignidad de cada una depende del esfuerzo invertido y del cuidado consagrado a ella” y le da un sentido religioso al trabajo que lo realiza moralmente. Se reemplaza el “trabajar para vivir” por el “vivir para trabajar” con el objetivo de motivar a las personas a realizar buenas obras para ser salvadas y así aumentarla gloria de Dios.
Esto sirvió como fundamento para una “actitud que beneficia el desarrollo capitalista: la racionalidad productiva, la actitud sistemática y calculada, el esfuerzo incesante que hace posible la acumulación necesaria para el aumento de capital”. Por otra parte, el puritanismo posterior a Calvino se caracterizó principalmente por su rigurosidad ya que rechazaba profundamente los llamados descansos porque al considerar que la gloria de dios se obtenía mediante obras los descansos impedían la realización de las mismas. Por otra parte, Calvino
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