Delitos contra la salud monografia

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- CLASIFICACIÓN DE LAS DROGAS.

- Por su origen.

Por su origen estas sustancias se dividen en naturales y sintéticas.

- Por sus efectos.

En razón a los efectos que ocasionan, los estupefacientes son depresivos, estimulantes y alucinógenos. Entre nosotros las sustancias de mayor consumo son la marihuana y la cocaína.

- Según el Consejo Nacional de Farmacodependencia.

Bajo el rubro de drogas en el sentido que a nosotros nos interesa el Consejo Nacional de Problemas en Farmacodependencia agrupa a los estupefacientes, que abarcan los derivados del opio y los de la coca; los psicotrópicos donde se engloba a los psocolepticos, psicoanalepticos y psicodislepticos; y los volátiles anhelantes. No se alude al alcohol aunque es una de las sustancias mas estrechamente ligada con la delincuencia. Las drogas se analizan desde el ángulo penal, establecido y delimitado en nuestra legislación en el capitulo de los delitos contra la salud, sea dentro de un panorama mas amplio relativo a la criminalidad contra aquellos que atentan contra las buenas costumbres.[3]

- Evolución del narcotráfico y la farmacodependencia.

La delincuencia como conducta violenta, transita al comportamiento, astuto, fraudulento; participan en ella cada vez mas los niños, adolescentes y jóvenes. Aparecen nuevas formas de desviación y delincuencia entre ellas el narcotráfico su demanda excesiva a razón de los consumidores, con su contrapartida: la farmacodependencia, la cual ha existido siempre, señala Quiroz Cuarón, “pero antiguamente era un capitulo de la psiquiatría y hoy ha rebasado limites para invadir la psicopatología social, sin importar las clases sociales ni las etnias, antes era fácil de generalizar puesto que su uso estaba circunscrito a las cárceles, a los cuarteles o a las clases pobres.

La farmacodependencia se ha convertido en un problema social que ha llegado hasta los niños que reciben educación elemental, con lógicas repercusiones que afectan la estructura de la comunidad y sus potenciales de producción y desarrollo. La ubicación de nuestro país, al lado del mayor centro de consumo mundial, los Estados Unidos, favorece la producción y el tráfico de drogas. [4]

- ASPECTOS FUNDAMENTALES DE EL COMBATE A LAS DROGAS EN MÉXICO.

- Principios inalienables.

En México, el estado fundamenta su acción, con respecto al problema de las drogas y el narcotráfico en los principios inalienables de:

- Preservar la salud de los mexicanos

- Salvaguardar la soberanía y seguridad de la nación.

- Mantener la solidaridad y cooperación con la comunidad internacional.[5]

- Tesis fundamentales.

México orienta sus políticas en materia de atención al problema de las drogas, conforme a cinco tesis fundamentales que sirven de base para estructurar la concepción y la acción en torno a este problema:

- De integralidad, que consiste en la percepción del problema de las drogas ilícitas como un proceso único en sus causas, fases y efectos, asi como de su infinidad, interconexiones con otros fenómenos.

- De globalidad, debido a que el problema atañe a todas las naciones del orbe, y por lo tanto debe ser abordado con un enfoque multilateral con base en la responsabilidad compartida y en el pleno respeto a la soberanía de las naciones.

- De prevención en virtud de que resulta más fructífero promover una cultura de rechazo a las drogas y a la delincuencia, que mantener una interminable, costosa y estéril lucha contra los efectos y manifestaciones del problema.

- De calidad de los instrumentos legales, instituciones y operativos, dirigidos a penalizar los delitos contra la salud desterrando cualquier violación a los derechos humanos y promoviendo la readaptación social de los delincuentes.

- De participación activa de la sociedad en el combate al narcotráfico y la prevención a las adicciones.

No obstante en el combate a las drogas altamente adictivas, la mariguana continua siendo el estupefaciente que ocupa el primer lugar de consumo, lo cual se explica por su facilidad de comercialización; seguida por la cocaína debido a su alto costo, pero que presenta un alto nivel adictivo.[6]

- Reacción estatal.

No obstante el daño que las drogas causan y la difusión de su uso, subsiste la controversia entorno a la punibilidad de las conductas correspondientes: no solo ya la del farmacodependiente, que tiende a desincriminarse. Es frecuente en este orden de consideraciones, el cotejo entre el alcoholismo y la farmacodependencia, confrontación que a menudo hacen los jóvenes para justificar el acceso a ciertas drogas, específicamente la marihuana. Se ha prohibido más intensamente la marihuana que el alcohol pese a la mayor peligrosidad social de la intoxicación alcohólica.

La posición liberalizadora enciende acaloradas polémicas. Entre nosotros, hasta el momento no posee mayor aceptación. Otros autores vinculan con móviles políticos el constante y a veces creciente interés del Estado en la persecución de los delitos contra la salud. Al respecto Rico sostiene que “el interés manifestado por los gobernantes podría ser simplemente una maniobra de diversión destinada a traer la atención publica hacia este fenómeno, apartándola de otros problemas sociales más graves y urgentes.[7]

El estado mexicano por su parte, ha sostenido una resuelta campaña en contra de la farmacodependencia y el narcotráfico, no solo como compromiso con nuestra sociedad sino también con la sociedad universal, se despliega un sistema de detención, prevención, capacitación de recursos humanos, rehabilitación, información, investigación y reformas legales.

La relación que existe entre estupefacientes y criminalidad es doble; su ingestión produce alteraciones de comportamiento que pueden generar delincuencia, de un lado, de otro, ciertas acciones de las que aquellas sustancias son objeto, están legalmente descritas como delito. [8]

- Tratamiento penal.

El tratamiento penal del problema de las drogas ha de examinarse desde una doble vertiente: por una parte el trato de los productores, trasportadores,