EL DESARROLLO SOCIAL DEL SICARIO, FENÓMENO ESTERIOTIPADO POR LOS MEDIOS VISUALES
Enviado por Ninoka • 3 de Octubre de 2018 • 2.274 Palabras (10 Páginas) • 357 Visitas
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Este episodio provoca que sea conocido por don Armando, un hacendado con fama de narcotraficante, quien decide poner a prueba al joven. Con esto se evidencia el cambio ya producido, su identidad mutada hacia los actos de violencia:
“el muchacho, o sea Francisco, que en ese tiempo ni sobrenombre tenía, pensaría que lo iban a matar, porque se encontró a don Armando, pistola en mano, en plena oficina del capitán Martínez. Los demás, guardaespaldas y policías, creían lo mismo apenas vieron a ese señor poniéndole el arma en la cabeza. A ver, pues, dizque sos muy guapo, malparidito. Pero el otro nada, ni palabras, ni llanto, ni súplicas. ¿Vos sabés con quien estás tratando, tenés idea del problema en que estás metido? No, señor. Que se agachara atarbán de mierda, porque lo quería ver arrodillado. Entonces, el joven se arrodilló y se quedó viéndolo, sin miedo ni rabia, sereno, esperando el disparo simplemente[15]”.
De igual manera, Pacho Tiro se expresa con palabras propias de un código que entienden los que se encuentran a su alrededor: “a mí me tiene sin cuidado quien es esa rata. Lo voy a tirar al piso de un pepazo[16]”, “empiezo a disparar, pero no veo a la culebra”. (…) Este garbimba no sabe sino estorbar, y yo lo que quiero es poderme concentrar para tumbarle la cabeza al maldito perro[17]”, “tiene buena puntería el chandoso[18]”. Este uso del lenguaje se le denomina parlache[19].
En el aspecto religioso, Pacho Tiro no se siente identificado, pues menciona a modo de frase repetitiva, sin ninguna carga moral: “¡Por mi Dios bendito que le va a saber a mierda![20]”. Esto deriva que cuando dice: “me choca tanta complicación de rezos, de moralismo.[21]”, por eso no le tiembla la mano al asesinar al cura. El asunto involucra de paso a la policía, quien se encuentra al tanto de los múltiples asesinatos, pero no se sabe el porqué de su pasividad, si por coacción o por chantaje.
Pacho Tiro además, se encuentra al tanto de las acciones delictivas de su jefe, y es quien se encarga de que la “mercancía” llegue a su destino a salvo. Él además se ve como don Armando en un futuro, sabedor de lo que implica, busca tener contento o conforme a su patrón: “Y don Armando se va a poner contento conmigo, agradecido, y me lo va a decir con billete, bastante; y la gente me va rendir pleitesía, reverencia[22]”. En su visión de mundo, planea todo antes de actuar, para no cometer errores: no morir. Y se exige a si mismo ser el mejor para algún día tener dinero, “-tener plata es una cosa muy maravillosa, ¿sí o no, Pacho Tiro? - Le contesto con un disgusto, sin pensarlo. -es lo mejor que le puede pasar a uno en esta perra vida[23]”.
Es un hombre vengativo; cómo se ve desde su infancia, y violento: “y el Pacho Tiro a los gritos, creyendo que todo se arregla a balazos: ¡el chandoso que perjudicó a Juancho que se cuide porque ésta se la cobro![24]” El busca encontrar el culpable a todo lo que suceda a su alrededor y que lo involucre directamente, por eso al verse traicionado por don Armando, después de haberle servido tanto tiempo, lo asesina sin compasión, convirtiéndose en el nuevo jefe; lo que el más quería.
Estas dos novelas, ayudan a tener una mirada más amplia de lo que es el sicario, y el cambio producido por experiencias significativas a estos jóvenes, que varía de acuerdo a su entorno. Y es algo, que no se puede dejar pasar por alto. Este personaje emerge en los medios de comunicación como una figura emblemática perteneciente a la ciudad de Medellín, por lo tanto, no se tiene presente la complejidad dentro del entorno social que involucra todo un país.
A la gran pantalla han llegado dos adaptaciones de este fenómeno: La virgen de los sicarios[25] y Rosario Tijeras[26]. Trayendo consigo gran aceptación por parte de quienes disfrutan de su contenido. Pero hasta la actualidad, no se ha visto ninguna película con un trasfondo cultural y social del sicario, que no implique el cartel de Medellín, y que tenga a su vez gran acogida por parte de los espectadores.
Quizá, se deba a la idea errónea de que el sicario es paisa[27], o al mal tratamiento que se le da, por falta de indagación en un país donde este fenómeno ha tenido un efecto devastador dentro de la historia de la descomposición social. Si bien es cierto que Medellín fue protagonista en hacer más visible la imagen del sicario, no podemos dejar en el olvido las demás regiones donde los grupos ilegales mantuvieron su vida delictiva rodeada de niebla, para no ser detectados con rapidez.
Alonso Salazar, en su texto No nacimos pa’ semilla, menciona un sincretismo cultural: “Este se configura a partir de tres fuentes culturales básicas para la constitución de las bandas: la cultura paisa, la cultura maleva y la cultura de la modernización[28]”. La cultura paisa la define estructurada bajo un conglomerado de identidades que se arraiga a la pasión por el rebusque, la cultura maleva que es capaz de poner en conjunto la religiosidad con el crimen, y por último la cultura de la modernización: es cuando estos jóvenes se dejan deslumbrar por el consumismo, y convierte a sus víctimas en una moneda de intercambio para conseguir lo que desea, todo esto rayando la extravagancia.
Quizá sea esta la razón por la que el sicario en Medellín atrae más la atención: jóvenes casi niños, montados en motocicletas, arriesgando su vida, para conseguir asesinar a otro. Tal vez, sea el descaro de no preocuparse porque alguien los vea en el momento en que cometen su delito. Puesto que si vemos Pacho Tiro, que no desea que en el pueblo se empiece hablar de más, y Alexis, a quien mata sin importar.
Tenemos en cuenta que aunque estas historias estudiadas son de índole literario, entre sus líneas podemos apreciar todo el conflicto que se vivió y se vive en esas partes del país. Referente a los recursos cinematográficos, podríamos decir que son una herramienta que no ha sido utilizada como medio de difundir las otras caras del sicario en Colombia. Y que novelas como Nadie es eterno, son sin duda elementos que nos ayudaran para esclarecer el desarrollo social en que se desenvuelven estos jóvenes, para conocimiento público.
Este análisis, no busca enfrentar ni el lenguaje, ni la forma en que se cuentan estos fenómenos dentro de las novelas. Por el contrario, las expone como instrumento literario, que debe ser explotado de igual manera por los medios de comunicación, cinematografía y aún más por la literatura.
BIBLIOGRAFÍA
LÓPEZ, Alejandro José. Nadie es eterno. Sílaba Editores, Colombia, Medellín, 2012.
OSORIO,
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