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El aborto como derecho de la mujer

Enviado por   •  24 de Diciembre de 2018  •  2.740 Palabras (11 Páginas)  •  291 Visitas

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[1]En la década de los 90 se constata en Chile una serie de transformaciones en el campo de la vida social y económica del país, cuyas consecuencias se observan en la situación social de las mujeres que comienzan a ocupar espacios que tradicionalmente eran masculinos, como resultado, entre otros factores, de su gradual incorporación al mercado de trabajo y del notorio aumento en los niveles de escolaridad. Por otro lado, nuevos marcos de comprensión de la realidad y, por tanto, del lugar de la mujer en la sociedad empiezan a instalarse. Se incorpora la concepción de las mujeres como sujetos de derecho, la extensión del concepto mismo de "derechos" -y derechos humanos, en particular, hasta alcanzar la precisión de ser derechos humanos de las mujeres-, la introducción de principios de no discriminación, la aspiración a la igualdad y justicia de género, entre los más importantes. Esto como resultado de una combinación de las luchas transnacionales del movimiento feminista y de la acción e influencia de actores institucionales nacionales e internacionales.

En este marco de acciones y procedimientos de los últimos 20 años se han provocado debates fuertes entorno al aborto, en gran parte del mundo industrializado el aborto no era visto como un delito criminal hasta que, en la mitad del siglo XX, se produjo una serie de leyes antiaborto, primeramente, debido a los riesgos de esta intervención hacia la vida de las mujeres.

La situación descrita determina, diversos riesgos para las mujeres. Por una parte, de orden médico, pues la mayoría de las personas que realiza las intervenciones no tiene competencia técnica, no cuenta con infraestructura y materiales adecuados ni se responsabiliza por las complicaciones derivadas; por otra, de orden psicológico: la imposibilidad de hablar sobre la experiencia del aborto dificulta su elaboración en términos psíquicos, lo que origina diversos síntomas y favorece la repetición de la experiencia.[2]

Si bien se constata un descenso de las hospitalizaciones por aborto, esta situación puede ser reflejo de la disminución de los abortos inducidos o, posiblemente, sea el resultado de una mejoría de las técnicas y procedimientos utilizados. También es necesario señalar que las tasas de mortalidad por aborto en el país han disminuido drásticamente una vez iniciado el programa de Planificación Familiar en la década de los 60. Esto se constata en la disminución de 10,7 a 0,5 muertes por cada 10.000 nacidos vivos entre 1960 y 2000.[3]

Los estudios más recientes realizados en nuestro país acerca de los procesados por aborto muestran que casi la totalidad de las inculpadas, proveedores y cómplices son mujeres. La mayoría de las abortantes procesadas por este delito en Chile son mujeres jóvenes, con hijos, con o sin relación de pareja estable, de baja escolaridad y de escasos recursos.[4]

La bioética y las aristas que de ella sobresalen no han estado libres de acercarse y producir conocimiento en el campo de la sexualidad y reproducción. Iniciamos de la base que investiga temáticas relacionadas con la vida y la muerte. Conviene recordar que el debate sobre el estatuto del embrión se ha relacionado directamente con la experimentación y la reproducción asistida. Dado que en esta discusión son integrantes distintos sectores de la sociedad, algunos liberales y otros conservadores, es atrayente identificar las caras más relevantes y sus consecuencias en el tema del aborto.

En la discusión bioética sobre el estatuto del embrión y la noción de persona es posible identificar, al menos, tres posiciones generales:

- La argumentación que privilegia el criterio biológico o el punto de vista de la naturaleza. Existiría persona humana desde el momento de la fecundación, lo que implicaría que todo aborto es un homicidio y un infanticidio; métodos tales como el DIU y la anticoncepción de emergencia se consideran también como abortivos. Reconocer la persona humana desde el momento de la concepción implica aceptar la existencia de derechos naturales, el primero de los cuales es el derecho a nacer, planteando que desde la primera célula -donde se encuentra presente el genoma humano- se aplican esos derechos. Esta es la posición del Vaticano, que utiliza los descubrimientos de la biología y, en particular, de la genética.[5]

- La segunda posición interpreta la noción de persona y el estatuto del embrión a partir de la autonomía de la voluntad. La persona, en los hechos, es el adulto, al que se educa y se socializa en la perspectiva de la autonomía de la voluntad. Ésta se reconoce gracias a la racionalidad, que podría subdividirse en una conciencia de sí mismo y en una capacidad de comunicación. El embrión, por tanto, no puede tener derechos. Los contenidos que definen y promueven el respeto a la persona no serían válidos para el embrión.[6]

- Una tercera posición filosófica ha intentado desarrollarse en función de las dos anteriores. Se trata de no negar al embrión un estatuto personal, pero tampoco conferir a la célula la misma dignidad que se reconoce a las personas. Esta posición intermedia permite diferenciar las obligaciones morales respecto del cigoto, del embrión implantándose y del feto de 24 semanas. El embrión humano se considera como un sujeto en potencia respecto del cual no es posible actuar sin límites y sin dignidad.[7]

El debate ético/político se presenta hoy alrededor de los derechos del feto y, como consecuencia de este, a las posibles controversias entre los derechos de este y la mujer embarazada.

Décadas de discusión respecto a si el feto es digno de consideración moral, si el feto es una persona con derechos y como resolver controversias entre los derechos del feto y la mujer embarazada. Todo esto son asuntos que no han llegado a una resolución alguna. Entrar en discusión es un error y que no es un adecuado punto de inicio porque, de ser un debate con incoherencias internas, asi presentado no tiene alguna solución.

Los mas conservadores afirman que es la mera concepcion lo que determina la diferencia entre lo humano y lo no humano: en el momento de la concepcion la esencia humana esta plena en el feto que es, por tanto, una persona con los mismos derechos que otra. Esto, en realidad, es una cuestion de fe pues ni la ciencia avala esa suposicion, ni lo hace tampoco el sentido comun y ni siquiera la tradicion cristiana ha sostenido esta postura. El aborto es una practica tan antigua como la humanidad casi. Debio aparecer en el momento mismo en el que las mujeres se hicieron conscientes de los mecanismos biologicos del embarazo y de si mismas. Por tanto desde que el ser humano es tal. Lo cierto es que a

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