El maestro, el gran hombre incomprendido.

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De igual modo, aparece el arquetipo de maestro como funcionario público, asalariado, mal pago y victima del estado capitalista que lo usa como comodín para llevar a cabo sus planes es las nuevas generaciones. El maestro actúa como domesticador en la escuela buscando producir sujetos dociles que sirvan a los fines productivos del capitalismo. “Entre el mundo y sus miradas se interponía el cáncer del alma, en forma de ese complejo infernal que es hijo del capitalismo y que se llama maestro de escuela” (P. 11) Así, el maestro entra a ser parte del sistema, uno más en el eslabón de producción y reproducción.

“Adiviné un asesinato, el peor e inconsciente, pues lo ejecuta el estado social capitalista por medio del «maestro de escuela»: ir poseyendo con nuestras obsesiones a un ser inocente. ¡Ir poseyendo o contagiando lenta e inconscientemente al ser que nos está más próximo, e ir viendo en sus miradas el aparecimiento de la película alejadora y mortecina!… Nunca sospeché al dirigirme a la casa vieja de enfrente que iba a un gran acopio de agonías, a vivir el drama del proletariado intelectual. P 11

Poseer y contagiar a través de prácticas de enseñanza son función del maestro según la representación colectiva, así el intelectual de la educación subyace ante las múltiples cargas que le son impuestas y sus altas capacidades son permeadas por los retos del día a día en el que se ve sumido. Además de ser objeto de cuestionamientos y críticas de quienes guardan la esperanza de que en su labor se dé el cambio en la sociedad.

Por su parte, Noguera (1997) en una crítica realizada a la escuela actual plantea como el rol del maestro se ha perpetuado a través de los tiempo sin verse cambio aparente “Como hace dos siglos, hoy es imposible pensar una institución la autoridad del maestro es hoy uno de los componentes fundamentales que hacen posible la vida escolar y sin la cual el funcionamiento de la institución educativa se vería en serios problemas” (González. P 33) El maestro de quien todos osan hablar y a quienes todos culpan por las condiciones de la sociedad parecerá ser el blanco perfecto para responsabilizar de las diferentes carencias. Por esto, a lo largo de la historia se le han atribuido diversas cualidades que le deben complementar para ser ese modelo que se busca.

En consecuencia, son muchas las funciones y responsabilidades que se le asignan, su función social en la formación de las nuevas generaciones y su inserción en la sociedad. Las no pocas habilidades que debe desarrollar a nivel afectivo, psicológico, físico, disciplinar, didáctico, pedagógico y comunicativo; tratando así de cumplir con las expectativas de sus estudiantes, padres de familia, jefes, familiares y toda la sociedad que ha dejado en mano de la escuela y de sus maestros la gran responsabilidad de educar. El maestro es el llamado a estar siempre actualizado y responder con los retos que le impone la sociedad con sus miles de carencias, pero que esperan que él salve la patria a través del don mágico de la enseñanza que se nos ha otorgado.

Para terminar, al igual que Manjarrés, el maestro se mueve en la ambigüedad de múltiples miradas que lo ven como un sujeto que ha llegado a la profesión de educar circunstancialmente, pero a su vez se le exige ser modelo, ejemplo de vida, respeto, autoridad y conocimiento. El maestro Manjarrés, ese hombre escueto, deja ver sus pesares y la construcción arquetípica que el colectivo ha realizado acerca de su función.

BIBLIOGRAFIA

- González. F. (1941) El maestro de escuela. En: www.otraparte.org

- Jung. C. G. (1970) Arquetipos e inconsciente colectivo. España. Paidós.

- Noguera. C. (1997) educación y democracia: un problema más allá de la escuela y el maestro En: Revista Educación y Ciudad. Santafé de Bogotá. No 3