El sueño de toda adolecente.

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Al día siguiente, me tocaba visitar varios centros comerciales para elegir mi maravilloso y brillante traje. Todos me gustaban, todos me los quería llevar. Me entusiasme tanto con uno de ellos que entre al probador para medírmelo al mirarme al espejo caí en cuenta que faltaba menos tiempo que hace varios años atrás. Mis ojos brillaban como diamantes en la noche, fue en ese entonces que supe que sería el traje ideal. Salí prácticamente corriendo de la tienda hacia otra ya que aún faltaban mis zapatos y accesorios. ¿Qué usaría primero unas zapatillas o un tenis para hacer la diferencia? Elegí los tenis porque quería algo diferente algo divertido para mí y todos mis invitados que ese día seria inolvidable y distintos a las fiestas anteriores. Quería lucir hermosa pero aun con el encanto de una niña dulce así que escogí unos accesorios sencillos pero delicados. Mirando mi libreta donde tenía un desorden de todos los recibos, pagos y papeles me pude percatar de que aún no tenía el carruaje para llegar a mi fiesta. Estérica y a punto de llorar mi madre me dijo que tenía todo resuelto que sería una sorpresa, que esperara con calma. Faltaba una semana y todo estaba listo. En el local no había fecha para el día en específico de mi cumpleaños pero no había problema estaba postulado para tres días después. No podía saber nada sobre la decoración ya que mi ángel especial estaba encargado de todo y no quería que viera nada hasta el día esperado.

Llego, Llego mí día, mis quince años. Al abrir mis ojos escuchaba una hermosa música a lo lejos de mi habitación. Al abrir la puerta me encontré con una de las grandes sorpresas que tenían mis padres preparado para su princesa mayor. Era una hermosa serenata a las afueras de mi casa donde las emociones se mezclaban y la alegría resaltaba. Todos me felicitaban con gran entusiasmo.

Unos días después llego mí otro día, mi gran noche donde resaltaría y daría mi paso de niña a adolecente. Desde el hermoso amanecer de ese día no podía aguantar las ganas de llorar de tanta felicidad. Parecía una niña pequeña pero es que no podía aguantar los nervios y moverme de un lado a otro. Luego de prepárame, me mire al espejo y parecía toda una princesa de un hermoso cuento. Frente a mi casa estaba mi carruaje esperándome, blanco y brillante como el de cenicienta con dos caballos perlados para dirigirlo. Llegando al local los invitados estaban afuera aplaudiendo y con sus ojos llorosos. Al momento de entrar todo brillaba, todo era como un sueño, exactamente como lo soñé, lleno de alegría, junto a mis seres queridos y música. Fue mi sueño hecho realidad