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Es la hora de convertir la dirección en una verdadera profesión

Enviado por   •  18 de Febrero de 2018  •  5.407 Palabras (22 Páginas)  •  271 Visitas

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¿Aporta valor añadido la formación de directivos?

Debido a los programas televisivos, a las películas y a los libros, la formación de médicos y abogados ha sido víctima de una mitificación excesiva. Habitualmente, los verdaderos profesionales cursan tres o cuatro años de estudios superiores. En cuanto acaban, deben realizar un exhaustivo examen regional o estatal con tal de poder obtener una licencia profesional para ejercer. Si aprueban, deben invertir tiempo para la formación clínica y seguir estudiando con tal de estar al día de los conocimientos de su profesión. En algunos campos, los profesionales con licencia deben realizar exámenes de forma periódica con tal de revalidar sus licencias.

Por el contrario, los directores no tienen que hacer frente a tales desafíos. Aunque el MBA haya sido el título de grado superior que más rápidamente ha crecido a lo largo de estos últimos 20 años, no constituye un requisito para convertirse en director de empresa. Los directores no tienen que demostrar sus conocimientos en un examen incluso antes de finalizar el MBA, ni siquiera mantenerse al día de lo que ocurre en su ámbito laboral. No tienen la obligación de tener conocimientos sobre cómo invertir en derivados financieros innovadores o sobre la titulización de activos, incluso si forman parte de consejos de administración encargados de aprobar tales transacciones potencialmente arriesgadas. Todo lo contrario, ya que los datos sobre las inscripciones a programas de formación de ejecutivos ofrecidos por las escuelas de negocios señalan que las personas que ya tienen un MBA invierten menos tiempo y esfuerzo en una formación continuada que los que no lo han cursado.[pic 3]

JURO

presentar

fidedigna

y

transparentemente las acciones de mi

empresa a todas las partes pertinentes garantizando que tanto los inversionistas, como los consumidores y el público en general dispongan de toda la información necesaria para tomar decisiones bien fundadas. Mi objetivo será ayudar a la gente a comprender cómo se han tomado las decisiones que les conciernen, con tal de que dichas decisiones no parezcan arbitrarias o parciales.

NO PERMITIRÉ que mis decisiones se vean influenciadas por cuestiones de raza, género, orientación sexual, religión, nacionalidad, tendencia política o status social. Me esforzaré por proteger los intereses de aquellos que no estén en posiciones de poder pero cuyo bienestar está sujeto a mis decisiones.

GESTIONARÉ mi empresa con diligencia, atención y aplicando de forma concienzuda mi criterio en base a los conocimientos apropiados para cada ocasión. Consultaré a mis compañeros y a cualquier otra persona que puedan aportarme información para mejorar mi criterio. Asimismo, me mantendré siempre al día de la evoluciones que se produzcan en mi sector de trabajo y abierto a las innovaciones. Haré todo lo que esté en mis manos para desarrollarme profesionalmente y hacer lo propio con la futura generación de directores con tal de contribuir al crecimiento de la profesión y al bienestar de la sociedad.

RECONOZCO que mi posición y privilegios como profesional provienen del honor y de la confianza de la que mi profesión goza. Asimismo, acepto la responsabilidad de encarnar, proteger y desarrollar los principios de la profesión de director, con tal de aumentar dicho respeto y honor.

Hoy en día, la gestión podría fácilmente adoptar los niveles más rigurosos de conocimientos y competencias ya requeridos por las verdaderas profesiones. La Association to Advance Collegiate Schools of Business (AACSB, siglas en inglés; organismo de acreditación de escuelas de negocios a nivel mundial) ya fija requisitos no muy estrictos de acreditación para los programas de las escuelas de negocios. Asimismo, el Graduate Management Admission Council gestiona el exam GMAT en un esfuerzo por calcular la capacidad intelectual potencial de los estudiantes de MBA. El consejo también examina y acredita los programas de estudios de la mayoría de escuelas que otorgan este título. La AACSB u otro organismo similar podría idear y gestionar un examen para todos los alumnos de un MBA antes de otorgarles dicho título. Imagínense un status de Certified Business Professional (CBP siglas en inglés; un profesional certificado de la gestión) otorgado por cumplir con este requisito adicional del MBA. El mismo organismo de gobierno también podría

idear las pautas para los cursos de formación continua que tendrían que cursar los directores con tal de mantener su licencia CBP. Esta forma de profesionalización de la gestión cuenta con un beneficio suplementario: facilitaría la inversión en formación continua a empresas y trabajadores. Asimismo, los gastos ya no correrían solamente a cargo de los pocos directores de empresa que ofrecen dicha formación (y que, encima de ofrecer tal servicio, ven como muchos de sus empleados se cambian de empresa).

Un desafío mayor es lograr la aceptación de la idea según la cual los parámetros educativos mejorarán la práctica de la gestión. Muchos estudiosos y estiman que la gestión tiene tanto de arte como de ciencia, y que se domina más a través de la práctica que de la educación formal. Las

“softer skills” (“soft skills” es un concepto de la sociología relacionado con el coeficiente de inteligencia emocional de una persona) de la gestión (efectividad interpersonal, comunicación, liderazgo) son complicadas de aprender mediante una educación formal y aún más difíciles de comprobar a través de un examen estandarizado. Algunas personas, como Jeffrey Pfeffer de la Stanford Graduate School of Business, argumentan que la experiencia es la única profesora válida. Dicho de otra manera, los que tienen una formación en el campo de la gestión no son más efectivos que los que no la tienen. Por otro lado, mucha gente también está de acuerdo con el premio nobel de economía A. Michael Spence, quien declara que una educación de grado superior es simplemente un punto de referencia: el hecho de cursar estudios en una escuela de negocios permite dar credibilidad a un mayor compromiso hacia la carrera de director (lo cual constituye información útil para los jefes). Muchos estudiantes de MBA, por su parte, tienen otro punto de vista al respecto: estiman que una escuela de negocios brinda la oportunidad de crear una sólida red de coetáneos y ex-alumnos.

Dada la ausencia de pruebas empíricas, la idea de que la gente puede mejorar la práctica de la gestión

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