Familia, jovenes y cultura de la incertidumbre

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De esta manera, a partir del capital cultural adquirido en la familia y niveles escolares anteriores al superior, los institutos tecnológicos comienzan una rearticulación de los nuevos conocimientos que serán adquiridos por los estudiantes, en donde se busca que estos comiencen un proceso de interacción con nuevos entornos sociales y laborales en los que puedan forjar una identidad profesional.

Más allá del crecimiento humano de los estudiantes, que va implícito en la educación en general, los estudiantes de los tecnológicos adquieren un conocimiento crítico sobre su realidad a partir de los sistemas productivos, de esta manera, estos puedan motivarse a modificar áreas de su mundo cotidiano a partir de la innovación. Esto debe ser ocasionado desde funciones sustantivas que la institución incorpora a su currículo con objetivos de aprendizaje específicos.

Así el aprendizaje de las profesiones implica no sólo la captación de los conocimientos específicos y las técnicas adecuadas para el ejercicio profesional, sino también requiere la internalización de valores, actitudes y formas de comportamiento que contribuyan a que el estudiante participe en la transformación y el mejoramiento de las condiciones sociales, al mismo tiempo creación y apropiación de una identidad profesional.

Cabe resaltar que esta apropiación subjetiva del mundo y la identidad parten del mismo proceso, con base a estrategias educativas en las que se obliga la participación de los estudiantes, profesores y sectores productivos, en las que exista una comunicación tripartita, que ayude a vincular a los estudiantes al mercado laboral, y estos a su vez desarrollen nuevas formas de implementación, adaptación e innovación de conocimiento intelectual y material.